martes, 15 de abril de 2008
LAS MIL Y UNA NOCHES - IMPRIMELO
Las Mil y una Noches - Las Mil y una Noches, que, junto con el Corán, forman lo más popular de cuanto se ha escrito en Asia, se conocieron en Europa gracias al erudito francés Antoine Galland, a quien, a finales del siglo XVII, las autoridades de su país enviaron a Turquía para realizar unas investigaciones de tipo religioso./ Durante sus viajes, Galland entabló amistad con un cristiano de rito maronita, residente en la Turquía asiática, quien le dio a conocer la obra que tratamos, aunque no está claro si le entregó el texto árabe o si se lo refirió de palabra, al estilo de los narradores que, a cambio de unas monedas, entretenían a la gente en los zocos./ La realidad es el rey aficionado a las narraciones, pero la fantasía es que, víctima de un engaño de su mujer, decide decapitar a todas las doncellas con las que se casa, para evitarse nuevos disgustos. Al fin, le toca en matrimonio la hija de su visir, Shirizad, a la que acompaña su sirvienta, Dianazad, y aquélla, para salvarse de la condena, le va relatando cuentos hasta que el monarca la perdona./ Alá es más sabio, más prudente, más fuerte y más caritativo./ Cuando una mujer desea algo, no hay quien la venza./ ¡No te fíes, amigo, de la mujer; ríete de sus promesas! ¡Su buen o mal humor dependen de los caprichos de su vulva! ¡Prodigan falso amor cuando las llena la perfidia, igual que la trama de sus vestidos! ¡Recuerda con respeto las palabras de Yusuf! ¡Y no olvidas que Eblis hizo que, por culpa de la mujer, expulsaran a Adán! ¡No te confíes, amigo! ¡Será inútil! ¡Mañana, en la que imagines más segura, una pasión loca sucederá al amor puro! ¡Y no digas que, de enamorarte, evitarás las locuras de los enamorados! ¡No lo digas! ¡Iba a ser un prodigio único ver salir a un hombre sano y salvo de la seducción de las mujeres!/ ¡Oh, tú que te apenas, consuélate! ¡Nada es duradero, toda alegría acaba por desvanecerse y todo pesar se olvida!/ Cierta vez hubo un comerciante dueño de grandes riquezas y de mucho ganado. Tenía mujer e hijos. Alá, el Altísimo, le dio también el conocimiento de las lenguas de los animales y del canto de los pájaros. Este comerciante habitaba en un país fértil, a orillas de un río. Tenía en su casa un buey y un asno. Cierto día llegó el buey al lugar ocupado por el asno y vio aquel sitio barrido y regado. En el pesebre había cebada y paja bien cribadas y el jumento estaba echado, comiendo. Cuando el amo lo montaba, era sólo para algún trayecto corto y por algún asunto urgente y pronto volvía a descansar. Ese día el comerciante oyó que el buey le decía al burro: [- Come mucho y que te sea de provecho y de buena digestión. ¡Yo estoy rendido y tú descansas y comes cebada bien cribada! Si el amo ha de montarte alguna que otra vez, vuelve a traerte en seguida. En cambio, yo no paro arando y trabajando en el molino]. El asno le aconsejó: [-Cuando salgas al campo y te echen el yugo, túmbate y no te muevas aunque te den de palos. Si te levantan, te vuelves a echar. Cuando te lleven al establo y te den habas, no las comas y simula estar enfermo. Niégate durante unos días a comer y a beber y así descansarás de la fatiga del trabajo.] El comerciante seguía escuchando, atento a cuanto decían. Llegó el mayoral y dio forraje al buey, que comió muy poca cosa. Por la mañana, cuando se lo llevaba a trabajar: le pareció que estaba enfermo. Entonces el amo indicó al mayoral: [-Coge al asno y que ocupe el lugar del buey durante todo el día.] Al anochecer, cuando el asno volvió al establo ,el buey le dio las gracias por su amabilidad que le permitió pasar todo un día de descanso; pero el otro no contestó. Estaba muy arrepentido. Al día siguiente, el asno estuvo arando también durante toda la jornada y volvió con el cuello desollado, agotado por la fatiga. Al verle así, el buey le dio nuevamente las gracias, colmándole de alabanzas. El asno se lamentó: [-Yo antes estaba muy tranquilo. Ya ves como me ha dejado el favorecer a los demás. De todos modos, voy a darte un buen consejo. He oído decir al amo que si no te levantas te darán al matarife y harán una cubierta con tu piel. Te lo digo para que te salves, pues sentiría que te ocurriese algo.] El buey, al oírle, le dio nuevamente las gracias, añadiendo: [-Mañana volveré a mi trabajo.] Comenzó a comer, acabó todo el forraje e incluso lamió el recipiente. Pero también les había oído hablar el amo. Al amanecer, fue con su esposa al establo de las vacas y los bueyes y se sentaron los dos a la puerta. Vino el mayoral y sacó al buey, que nada más ver a su amo comenzó a mover la cola, a ventosear ruidosamente y a correr en todas direcciones como si estuviera loco. Entonces al comerciante le dio tanta risa que se cayó de espaldas. Su mujer le preguntó: [¿De qué te ríes?] El le respondió: [-De algo que he visto y he oído, pero que no puedo descubrir pues me va la vida.] La mujer insistió:¨[-Pues a mí me lo has de contar, aunque te cueste morir.] Y él volvió a decir: [-Me calló porque temo a la muerte.] Ella repuso: [-Entonces es que te ríes de mí.] Y desde aquel momento no dejó de hostigarle ni un solo momento hasta que le puso en un gran compromiso. Así que el comerciante llamó a sus hijos, al cadí y a unos testigos. Quería hacer testamento antes de revelarle el secreto a su mujer, ala que amaba mucho, por ser su esposa, la madre de sus hijos y por haber compartido con ella su vida durante ciento veinte años. Hizo también que avisaran a todos los parientes de su esposa así como a los habitantes del barrio, a todos los cuales refirió lo sucedido, asegurándoles que moriría en cuanto hubiese revelado su secreto. Entonces todos le dijeron a la mujer: ¡Por Alá! No te ocupes más del asunto, pues vas a matar a tu marido, al padre de tus hijos. Pero ella les replicó: [-Aunque le cueste la vida, no voy a dejarle en paz hasta que me haya revelado su secreto.] Ya nada le dijeron. El comerciante se apartó de ellos, encaminándose al estanque de su jardín para hacer sus abluciones y luego revelar su secreto y morir. Pero allí había un gallo, lleno de vigor, capaz de dejar agotadas de satisfacción a cincuenta gallinas, y con él estaba un perro. Y el comerciante oyó que éste increpaba al gallo de este modo:[-¿No te da vergüenza estar tan contento cuando va a morir nuestro amo?] A lo que indagó el gallo: [-¿Y por qué va a morir?] Entonces el perro reveló toda la historia y el gallo repuso: [-¡Por Alá, que poco talento tiene el amo! Cincuenta esposas tengo y a todas las manejo perfectamente, regañando a unas y conteniendo a otras. ¡En cambio, él sólo tiene una y aún no sabe mandarla! Es muy fácil. Bastaría con cortar unas varas de morera, entrar en la habitación de su esposa y atizarle hasta que se arrepintiera o muriese. No volvería a molestarle con preguntas.] Así habló el gallo y, al oírle, al comerciante se le iluminó la razón, por lo que decidió darle una paliza a su mujer. El comerciante, guardando ocultas algunas ramas de morera que acababa de cortar, llamó aparte a su esposa: [-Ven a la sala para que te diga mi secreto.] Le siguió la mujer y el comerciante comenzó a sacudirle con las varas hasta que ella cayó de rodillas, mientras decía_ [-¡Me arrepiento, me arrepiento!] Y le besaba a su marido las manos y los pies. Estaba verdaderamente arrepentida. Salieron entonces, y todos se alegraron muchísimo, especialmente los parientes de ella. Y todos vivieron felices hasta la muerte./ Nada hay que no se haga por la voluntad de Alá./ Cheitan, el Diablo, les hizo ver su mala acción con los más bellos prismas./ "¡Oh tú, compasivo del delincuente! ¡Piensa que para el criminal, su mismo crimen constituye suficiente castigo./ ¡Cesad, desgracias de la suerte, y apiadaos de los humanos!/ ¿Es de este modo, oh fortuna, como dejas a los sabios en la sombra, para que los necios rijan el mundo?/ ¡Oh poeta! ¡Jamás soplará hacia ti el viento de la fortuna! ¿Es que ignoras, hombre ingenuo, que ni tu pluma de caña ni las líneas armoniosas de la escritura habrán de enriquecerte jamás?/ Nosotros estamos al fin de los tiempos./ ¿Quieres probar la amargura de las cosas? ¡Sé bueno y servicial! ¡Los malvados desconocen la gratitud! ¡Inténtalo, si te place, y tu suerte será la de la pobre Magir, madre de Amer! / El envidioso hiere a todo el mundo. En el corazón del envidioso se esconde la persecución, que desarrolla si posee la fuerza, y conserva latente si es débil./ Quien no mira el fin y las consecuencias, no tiene la Suerte por amiga./ Si te persiguen, pide la ayuda de Alá contra tu enemigo y Él te librará de los maleficios a los que tanto temes./ ¡Oh Tú, que atiendes al oprimido que te implora, hazme vencer a mi enemigo, alejándole de mí, pues tienes poder para cuanto te propones!/ ¡Oh tu, que temes los embates del Destino, cálmate! ¿Ignoras que todo está en manos de Aquél que ha formado la Tierra? ¡Pues lo que está escrito, escrito está y no se borra jamás! ¡Y aquello que no está escrito, no debe temerse! Cada nuevo obsequio que de tus manos recibo, ¡oh Señor!, es más hermoso que el anterior y se anticipa a mis deseos. ¡Tú, que dudas, confía tus asuntos en manos de Alá, el único sabio! ¡Y en cuanto lo hagas, tu corazón nada tendrá que temer por parte de los hombres ¡Debes saber también que nada se hace a causa de tu voluntad, sino sólo por la voluntad del Sabio de los Sabios! ¡Por tanto, no desesperes jamás, y olvida todas las tristezas y todas las zozobras! ¿Ignoras que la inquietud destruye el corazón más fuerte? ¡Confíaselo todo! ¡Nuestros proyectos son solamente proyectos de esclavos sin poder ante el único Ordenador! ¡Síguele! ¡De este modo disfrutarás de una paz duradera! / Nadie, más que Alá el Altísimo, sabe lo desconocido./ ¡Mis consejos no tuvieron éxito, mientras que los consejos de los ignorantes lograban su propósito! ¡Sólo recogí desprecios! ¡Por esto, si logro vivir, me guardaré mucho de aconsejar! ¡Y si muero, mi ejemplo puede servir a los demás, para que su lengua enmudezca! / ¡Esos jueces! ¡Han juzgado, pero excediéndose en sus derechos y contra toda justicia! ¡Y, no obstante, Señor, la justicia existe! ¡También ellos fueron juzgados! ¡Si hubiesen sido íntegros y buenos, les habrían perdonado! ¡Pero oprimieron y a su vez les han oprimido y se han visto abrumados con las peores tribulaciones! ¡Son ahora motivo de burla y de piedad para el transeúnte! ¡Así es la ley! ¡Esto a cambio de lo otro! ¡Y el Destino se cumple con toda lógica! / Hay que cumplir los juramentos porque de ellos se os exigirá cuentas. Y tú prometiste y juraste que no me harías traición. Y si me la hicieses, Alá te castigará porque es celoso, es paciente y no olvida./ Que Alá te guarde con su protección./ ¡Es esbelto y gentil el mancebo! ¡Sus cabellos de noche son tan negros como las tinieblas! ¡Su frente blanca ilumina en la oscuridad! ¡Jamás los ojos de los hombres presenciaron una fiesta como el espectáculo de sus gracias! Le conocerás entre todos los jóvenes por el lunar que tiene en la rosa de su mejilla, precisamente debajo de uno de sus ojos./ Mi padre gobernó durante setenta años y luego se extinguió en la misericordia del Distribuidor./ Después de numerosos años completos, fue a visitarles la Separadora de los amigos, la Inevitable, la Silenciosa, la Inexorable! ¡Y todos murieron!/ Bendito día, por Alá./ ¡Quien mida tu talle, oh doncella, y, por su esbeltez, lo compare con la delicadeza de una rama flexible, juzga con error a pesar de su talento! ¡Pues tu talle no tiene par ni tu cuerpo un hermano! ¡La rama sólo es hermosa cuando está en el árbol y, además, desnuda! ¡Pero tú, en cambio, eres bella de todos modos y las ropas que te cubren una simple delicia más! / Según advirtió el poeta, un acorde no es nunca armonioso a menos de que se reúnan cuatro instrumentos: el arpa, el laúd, la cítara y la flauta./ Desconfía de toda confidencia, pues secreto confiado es secreto revelado. / Sólo hablo de las cosas agradables, callándome las tristes./ ¡Únicamente el hombre bien dotado sabe callar el secreto! ¡Únicamente los mejores saben cumplir sus promesas! ¡Siempre encierro los secretos en una sólida mansión, cuya llave se ha perdido y cuya puerta está sellada! / Amor sin dinero no tiene contrapeso en el platillo de la balanza./ Entre ellas sentía vértigo pues imaginaba estar soñando./ ¡Bebe este vino! ¡Él es la causa de nuestra alegría! ¡Él da a quien bebe fuerza y salud! ¡Él es el único remedio que cura todos los males! ¡Nadie bebe el vino, origen de toda dicha, sin sentir las más gratas emociones! ¡La embriaguez es lo único que puede saturarnos de placer! / ¡Yo ofrezco a mi amada un vino tan resplandeciente como sus mejillas, tan luminosas que sólo el resplandor de una llama podría compararse con su espléndida vida! Muy risueña, se digna aceptarlo, pero advirtiéndome: "¿Cómo voy a beberme las mejillas?" Por lo que le digo: ¡Bebe, oh llama de mi alma, pues este licor son mis lágrimas, su rojo color es el de mi sangre, y su mezcla en la copa es todo mi corazón! / No hables nunca de lo que no te importe, de lo contrario oirás cosas que no te gusten. / ¡Por piedad, devuelve a mis párpados el sueño que ha huido! ¡Dime donde ha ido a parar mi razón! ¡Cuando permití que entrase en mi cama el amor, el sueño se enojó conmigo y me abandonó! ¡Yo sólo puedo decir que toda mi sangre le pertenece! ¡Y prefiero verterla por ella que conservarla en mí! ¡No es el pasado lo que me consume, sino el pasado de ella! ¡No son todas las cosas queridas de las que me separé las que así me han puesto, sino solamente el haberme separado de ella! ¿Podría volver mis miradas hacia otra, cuando toda mi alma se ha unido a su cuerpo perfumado, a sus aromas de ámbar y de almizcle? / Y tú, amado ausente, que te has alejado de las miradas de mis ojos, cortando los lazos que te unían a mis entrañas. Dime, ¿conservas algún recuerdo de nuestro pasado amor, una pequeña señal que perdure a pesar del tiempo? ¿O es que has olvidado, con la separación, el amor que agotó mi espíritu y me puso en tal estado de aniquilamiento y postración? / ¡Permite que se cumplan los destinos; no pretendas desviar el fallo de los jueces de la tierra! / ¡Ve! ¡Puedes encontrar tierras distintas a las tuyas, otros países distintos al tuyo, pero nunca encontrarás otra alma más que la tuya!/ Mi tío pronunció las palabras que quitan todo temor a quien las pronuncia y que son éstas: -¡No hay poder ni fuerza más que en Alá, el Altísimo, el Omnipotente! / La historia que voy a contaros es tan sorprendente que, si la escribiéramos con una aguja en el ángulo interior del ojo, iba a servir de lección a quien fuese capaz de entenderla./ ¿Conoces algún oficio para ganarte la vida? A lo que contesté: -Desde luego. Soy un gran juez, un reconocido maestro en ciencias y, además, sé leer y contar. Pero él me dijo: -Muchacho, nada de eso es un oficio. Bueno -agregó al ver que me afligía-, no digo que no sea un oficio, pero en esta ciudad no vas a encontrar parroquianos. Aquí nadie sabe estudiar, ni leer, ni escribir, ni contar. Sólo saben ganarse la vida./ ¡Si de tu llegada nos hubieran avisado anticipadamente, habríamos extendido, cual alfombra bajo tus pies, la sangre de nuestros corazones y el negro terciopelo de nuestros ojos! ¡Habríamos extendido la frescura de nuestras mejillas y la carne juvenil de nuestros muslos sedosos para que te sirvieran de lecho, oh viajero de la noche, pues tu sitio está sobre nuestros párpados! / ¡Oh tú, que pides un plazo antes de la separación y que encuentras dura la ausencia! ¿Ignoras que es el medio de no encadenarse? ¿Ignoras que es el medio de amor? ¿Ignoras que el cansancio es la regla de todas las relaciones y que la ruptura es la conclusión de todas las amistades? / Medité entonces sobre las injusticias de la suerte, habiendo aprendido que la suerte no depende de los hombres./ ¡Todos los escritores mueren, pero el tiempo eterniza lo que sus manos escribieron! ¡Por tanto, no dejes que tu pluma escriba más que aquello que en la Resurrección te enorgullecerá! ¡Si abres el tintero, utilízalo tan sólo para trazar renglones que beneficien a toda criatura generosa! ¡Pero si no vas a usarlo para crear dones, procura al menos que cree belleza! ¡Y de este modo serás uno de aquellos a quienes se cuenta entre los más grandes escritores! / Los designios de Alá son inapelables./ ¡Mi misteriosa amada sabe los secretos de mi lecho y ninguno puede ocultársele, aunque sea el secreto de los secretos! ¡Quien diga que en este mundo hay delicias, pronto conocerá días más amargos que el jugo de la mirra! / La levanté con la ayuda de Alá./ Nuestros anhelos no se satisfacen nunca ni para el bien ni para el mal./ ¡Has de saber, oh luz de nuestros ojos, que debemos abandonarte, como abandonamos a otros antes que a ti, pues te consta que no eres el primero y que otros muchos nos cabalgaron, haciéndonos lo mismo que tú! Pero tú has sido el jinete más rico en corvetas y en medida de largo y de grueso. Eres, verdaderamente, el más juguetón y agradable de todos. Por tal motivo, no vamos a poder vivir sin ti./ Pensé en las cuarenta jóvenes y me sentí sumido en la mayor felicidad con el recuerdo de sus dulces ademanes, de la frescura de sus carnes, de la dureza de sus muslos, de la estrechez de sus vulvas, de la redondez y volumen de sus nalgas y de sus gritos cuando me decían: -¡Ay, ojos míos! ¡Ay, llama mía! / Pero el Maligno me hacía pensar de continuo, tentándome sin cesar y la tentación pudo más que yo./ Bagdad, capital del Emir de los Creyentes, Bagdad, ciudad de la paz./ Es tan prodigiosa mi historia, que, si la escribiese con una aguja en el ojo, sería una lección para aquél que con discreción la leyese./ El Libro Noble, nuestro Corán bendito./ ¡Por la sagrada inscripción del sello de Soleimán!/ ¡Vieja de mal agüero, si Eblis la viese le enseñaría todos los engaños sin tener que hablar, sólo con su silencio! Podría desenredar a mil mulos testarudos que se hubiesen enredado en una tela de araña, sin necesidad de destrozar la tela. ¡Sabe repartir sortilegios y ha cometido toda clase de horrores! Le hizo cosquillas en el culo a una niña, cohabitó con un adolescente, fornicó con una mujer madura y excitó a una anciana! / ¡No alcanzará la dicha quien ponga su amor en un pecho enemigo! / El agua cuando se estanca, se corrompe. / ¿Mataría la flecha, si no escapara con fuerza del arco? ¿Y el oro y la plata? ¿No serían polvo vil de no haber salido de sus yacimientos? ¿Y el armonioso laúd? ¡Sólo sería un pedazo de leño, si el leñador no lo hubiese arrancado de la tierra para darle forma! ¡Aléjate y alcanza las cumbres! ¡Si continúas pegado a tu suelo, jamás podrás escalar las alturas! / Dos días más tarde, al mediodía, y gracias al buen paso de su mula, entró en Jerusalén, la ciudad santa./ Todo tiene un término./ Comprendiendo que Alá no tardaría en llamarle a Su Misericordia./ Este mundo es para nosotros una morada pasajera, pues sólo es eterno el futuro./ Hassan Badreddin dobló con cuidado el papel. Le echó arenilla, lo secó y lo selló con el sello de su padre, el visir, y lo colocó en el forro de su turbante donde lo cosió, bien envuelto en un pedazo de hule, para preservarlo de la humedad./ ¡Por Alá, que no he visto jamás cosa parecida! ¡Parece creado para hacer arder todas las vulvas!/ Al ver a Hassan Badreddin y advertir su hermosura, sus encantos y su luminoso rostro, las mujeres se emocionaron hasta casi perder el aliento y la razón. Cada una de ellas ardió en deseos de abrazar a aquel extraordinario joven y atraerlo a su regazo, para permanecer unidos un año, un mes, una hora, o, por lo menos, el tiempo preciso de que la asaltara una sola vez y sentirlo dentro de ella./ En una palabra, Sett-El-Hosn se mostraba tan hermosa como la lluna llena en la decimocuarta noche./ Cada vez que veía a una de las mujeres volverse hacia el hermoso joven y, con la mano extendida, bajándola bruscamente, ofrecerle la vulva por señas; o bien a otra agitar el dedo del corazón, guiñando un ojo; o a otra balancear las caderas retorciéndose y golpeando la mano derecha, abierta, con la izquierda, cerrada; o a otra, con ademán aún más lúbrico, azotarse las nalgas./ ¡Nada temas! ¡Clava tu lanza en el objeto de tu amor y no hagas caso de los consejos del envidioso, pues no será él quien sirva a tus amores! ¡Piensa que el Clemente no creó espectáculo más hermoso que el de dos amantes enlazados en el lecho! -¡Míralos! ¡Están ahí, pegados uno a otro, cubiertos por las bendiciones! ¡Sus manos y sus brazos les sirven de almohada! ¡Cuando el mundo ve dos corazones enlazados por la ardiente pasión, intenta herirlos con el frío acero! ¡No les hagas caso! ¡Cuando el Destino pone una beldad en tu camino, es solo para que la ames y vivas con ella! / Está borracho de hachís./ Por su gran hermosura le llamaron Agib./ -Puedes quedarte con nosotros y sentarte con nosotros, pues Alá nos lo tendrá en cuenta./ ¡Déjalo, Said, que el camino es libre para todos los musulmanes! / ¡Pero no es el amor a estos muros de la casa bienamada el que me ha herido en el corazón, sino el amor a aquélla que en ella vivía! / Hasta que les visitó la Separadora de los amigos, la Irreparable, la Inevitable./ ¡Goza la deliciosa compañía del hombre noble, de alma noble, hijo de noble, pues siempre observarás que el hombre noble ha nacido noble, de padre noble! ¡Pero aléjate del contacto del hombre vil, de alma vil, de extracción vil, porque siempre verás que el hombre vil ha nacido de padre vil! / Vio mas de mil muchachas, todas ellas capaces, por su belleza, de infundir virilidad en mil viejos impotentes./ Para describirla, sólo diré que era de una esbeltez deliciosa, de senos rectos y gloriosos, oscuros párpados, ojos de noche, redondas mejillas, barbilla fina, adornada con un hoyuelo, poderosas y sólidas caderas, cintura de avispa y nalgas soberanas. Iba ataviada con telas raras y a listas. Pero, oh rey, había olvidado decirte que su boca era cual una flor, sus labios cual la nuez moscada, y su cuerpo tierno y flexible cual una rama de sauce. Su voz semejaba el canto de la brisa y era más agradable que el céfiro que se perfuma al pasar entre las flores de los jardines. Merecía con razón los versos del poeta: ¡Su piel es más suave que la seda, su voz canta como el agua, junto a las ondulaciones del agua, y es también, como ella, reposada y pura! ¡Y a sus ojos, Alá les dijo: ¡Sed! y se hicieron! ¡Son obra de un Dios! ¡Y su mirada turba a los humanos más que el vino y su fermento! ¡Pensando en ella en las horas de la noche, mi alma se altera y arde mi cuerpo! ¡Y al pensar en su crencha, negra como la noche, y en su frente de aurora, me siento morir! / ¡El Tiempo y la Suerte me envejecieron; mi cabeza tiembla y mi cuerpo se viene abajo! ¿Quién es capaz de resistir a la violencia y a la fuerza de los años? ¡Hace años me tenía derecho y erguido y andaba bajo el sol! ¡Ahora, caído desde aquella altura, sólo me acompañan la enfermedad y la inmovilidad de mi amada! / Aún perfumada con todos los aromas del hammam, llena de frescor, con los poros abiertos a la vida, vio a Alí-Nur. Y le pareció la luna nueva./ Eres más hermosa que el oro fundido, tu cabellera más abundante que la de una leona del desierto y tus pechos más firmes y suaves que el musgo de los arroyos! / Se apoderó de sus piernas y penetró en la casa de la misericordia./ Imagina por un momento, que haya obrado muy mal y cometido todos los delitos; ¿ignoras que los seres nobles gozan perdonando y concediendo un indulto total? ¿Ignoras acaso que al proceder así te realzas, especialmente si el enemigo está entre tus manos o te implora desde el fondo de una sima abierta al pie de la montaña, en la cumbre de la cual te encuentras? / No hay felicidad que no termine, ni bien sin límite, ni plazo sin vencimiento, ni copa sin brebaje amargo. Hoy me toca a mi saborear la copa de la muerte./ ¡Podrá la muerte olvidarte un día, pero no el siguiente! ¡Todos caminamos hacia el abismo de la anulación! ¡Para los ojos del muy Altísimo no hay llanos ni cumbres! ¡Todas las alturas están niveladas: no hay enano ni gigante! ¡Y jamás ha habido rey, Imperio ni profeta que haya podido desafiar la ley de la muerte! / Sólo me queda encargarte que cifres tu fuerza en Alá, que no pierdas nunca de vista los fines primordiales del hombre./ Pronunció en voz alta los dos actos de nuestra religión: -¡Juro que no hay más Dios que Alá! ¡Juro que Mahoma es el profeta de Alá! Exhaló el último suspiro y quedó inscrito para siempre entre los bienaventurados./ ¡Aparta de él los bálsamos mortuorios y los aromas! ¡Sírvete más bien para embalsamarle de los perfumes de sus bondades y del suave olor de sus favores! ¡Es inútil cansar con el peso del ataúd los hombros de los portadores, pues los hombros de todos los seres humanos están rendidos por el peso de sus beneficios y por la carga del bien que les echó encima cuando vivía! / ¡Oh mi señor y dueño!: todo humano, aunque perezca vive en sus herederos, y tú debes ser el hijo ilustre de tu padre; por lo tanto, no sigas afligiéndote eternamente, no olvides las santas palabras del señor de los antiguos y de los modernos, nuestro profeta Mahoma, con él la plegaria y la paz de Alá, que dijo: "Cuida tu alma y no guardes más luto a la criatura."/ Su administrador, asustado, se le presentó cierto día para decirle: ¡Oh mi amo y señor! ¿Acaso no sabes lo perjudicial que resulta una excesiva generosidad y que los regales demasiado numerosos acaban con las riquezas? Recuerda que el que da sin contar, empobrece. Ya lo decía el poeta, que sólo expresó la verdad./ ¡Mi dinero! ¡Lo conservo con cuidad y, en lugar de derrocharlo, lo convierto en barras fundidas! ¡El dinero es mi espada y a la vez mi escudo! ¡Dárselo a mis enemigos sería una locura! ¡A esto equivale entre los hombres transformar la dicha en infortunio! ¡Pues mis enemigos se apresuran a comérselo y bebérselo alegremente, sin que piensen en dar una limosna al necesitado! ¡Por eso hago bien ocultando mi dinero al perverso, que no sabe compadecer los males de sus semejantes! ¡Conservaré mi dinero! ¡Desdichado del pobre que pide una limosna, lleno de sed, igual que el camello apartado del abrevadero durante cinco días! ¡Su alma llegará a ser más vil que la misma alma del perro! ¡Desgraciado del hombre sin dinero y sin recursos, aunque sea el más sabio de los sabios y su mérito resplandezca más que el sol! / Si algún día me viese abandonado por la fortuna y vendido a la pobreza, ¿qué haría yo? ¡Pues privarme de los placeres y no mover ni brazos ni piernas! ¡Desafío a todo el mundo a que me presente un avaro que haya merecido elogios por su avaricia y también lo reto a que me muestre un pródigo que haya muerto por su esplendidez! / ¡Cuando más bien se hace, más firme aparece la ventura de la vida, pero hay que temer los ciegos golpes de la Suerte! ¡La noche se hizo para el sueño y el descanso; la noche es la salvación del alma, pero tú derrochas locamente esas horas reparadoras y no debes sorprenderte que a una mañana encuentres desdicha! / ¡Si la Fortuna pasa un día ante tu puerta, cógela en seguida, y gózala a gusto, y haz que la gocen también tus amigos, pues podría escabullirse de entre tus manos! ¡Pero si se detuviese para siempre en tu casa, usa de ella ampliamente, pues la generosidad no la agota ni la retiene la avaricia! / ¡Apenas llegué frente a la casa, se apresuraron a dejarla vacía, y vi huir a todos sus moradores, temerosos de que pusiese a prueba su generosidad! / ¡El hombre próspero se asemeja a un árbol; la gente lo rodea mientras lo cubren los frutos! ¡Pero apenas esos frutos caen, se dispersa la gente para buscar otro árbol mejor! ¡Todos los hijos de este tiempo padecen la misma enfermedad y ni uno solo he encontrado que estuviese libre de ella! / La necesidad no tiene ley./ ¡No dudes en hacer aquello a que te obligue la necesidad! ¡No retrocedas ante nada, siempre que esté en los límites de la decencia! ¡No te preocupes sin motivo fundado, y considera que son muy escasas las aflicciones que tengan un verdadero motivo de constante preocupación! / Cada uno lleva pendiente del cuello su destino y nadie puede librarse de él!/ Antes que vendértela a ti se la cedería a un nazareno o a un judío, aunque me llenases de oro el velo que la cubre./ Quien no se haya despedido, que lo haga ahora; quien haya olvidado algo, que lo vaya a buscar, pues zarparemos en seguida./ Ahí tienes Bagdad, la famosa ciudad, la dulce morada. Es dichosa porque nunca ha sentido las escarchas del invierno. Vive a la sombra de sus rosales, en una eterna primavera, entre flores y jardines, al arrullo de las aguas murmurantes./ Ibrahim, ¿qué vas a hacer? Vas a golpear sin piedad a dos personas que no conoces, que quizá sean extranjeros o mendigos del camino de Alá, a quienes la suerte ha encaminado hacia aquí. Lo mejor será que primero les veamos la cara./ ¡Hijo mío, no soy de los que olvidan al Profeta, con él la plegaria y la paz de Alá, quien nos recomendó en varios pasajes de nuestro Noble Libro la hospitalidad para los forasteros y que se les reciba cordialmente y con agrado! / Me abstengo de esa funesta bebida, porque el Profeta, con él la plegaria y la paz, maldijo a cuantos bebieran bebida fermentada, así como a quienes la elaboraran y la vendieran! / Destino, que está en manos de Alá, el Todopoderoso, el Creador, el Sapientísimo./ ¿Cuando vas a convencerte de que la fortuna nunca viene cuando se la busca? / ¡No hagas como el pescador, viajero! ¡Contempla al hombre que conoce el valor de la vida y de la tierra, que sabe gozar de los días, de las noches, de la tierra y de sus bienes! ¡Es dichoso, su espíritu se siente tranquilo, y él vive de los frutos de la tierra! ¡Mira! ¡Fíjate cómo se despierta por la mañana, tras una noche de delicias! ¡Se despierta por la mañana, al amparo de la sonrisa de una joven gacela, bajo la mirada de los ojos de gacela, que le pertenecen y le sonríen! ¡Gloria a Alá! ¡Él da a unos y quita a los otros! ¡Unos pescan y otros comen el pescado! ¡Gloria a Alá! / ¡Dueño me has hecho de una riqueza sin límites y no se ha de contener mi gratitud! ¡Sin llevar la cuenta, me colmaste de todos los dones! ¡He de honrarte, pues, mientras esté entre los vivos, y aún después de muerto te honrarán mis huesos en tu sepulcro! / ¿Vas a huir, oh sangre pura de mi corazón, cuando tu puesto está en mi corazón herido, entre mi pecho y mis entrañas? ¡Alá, te suplico que tú, Clemente sin límites, reúnas a los que se separaron! ¡Que repartas, oh Generoso, los beneficios entre los hombres! / El modo de encontrar alivio e incluso socorro, ya que el consuelo de Alá está siempre cercano./ La prosa es un bordado de sedería y los versos un hilo de perlas./ Los mercaderes de los zocos. / ¡Cuando tuvieron que sentenciar, se extralimitaron en sus derechos y faltaron a la justicia! ¿Es que ignoran que su veredicto dejará pronto de serlo y se disolverá en la nada? / Alá es poderoso, que es el Único Realizador! / ¡Quien vive, aunque no sea más que un día, después de ver morir a su enemigo, logra el fin deseado! / ¡Todo hombre tiene que pasar su tiempo en la tierra y, después de ese tiempo, ha de morir! ¡Por eso, aunque los leones me arrastrasen a la selva, nada debería temer, a menos que hubiera llegado mi hora! / ¡He visto a mi enemigo y no he sabido vencerte, pues el hombre puro resulta siempre vencido por las palabras de bondad! / Entonces se abrió la tumba, se depositó el cadáver y se puso la losa. Luego los imanes y demás ministros del culto y los lectores del Corán comenzaron a leer los versículos del Libro Noble y los capítulos prescritos. Y los mercaderes y los parientes se sentaron en corro sobre las alfombras extendidas bajo el toldo y oyeron religiosamente las santas palabras./ Las ceremonias religiosas duraron hasta el anochecer. Entonces llegaron los esclavos con las bandejas llenas de manjares y de dulces, y los repartieron entre los asistentes, que comieron y bebieron hasta hartarse, según es habitual en los entierros. Al final les presentaron las jofainas y los jarros, y todos los comensales se lavaron las manos, y en seguida fueron a sentarse en corro, silenciosamente, según es costumbre./ Y para que los invitados creyeran en la virginidad de la novia, degolló un pichón, tiño con su sangre la camisa de la recién casada y, según costumbre, hizo que la pasearan por la sala de reuniones, por delante de todas las asistentes, que lloraban de emoción./ Tosió y con tantos movimientos, se le cayó de la boca un gran pedazo de banj, capaz de dormir a un elefante dos noches seguidas./ Alá, el Clemente sin límites. / Otra bandeja de halaua y almendras, alfóncigos y frutas de todas clases, así como cántaros de vino añejo, y por último, toda clase de flores./ ¡Oh soberana mía, permíteme que te bese la boca para que se calme el fuego de mis entrañas! / ¡Glorificado se Áquél que tiene motivos para herir con el dolor el corazón de los buenos y apartar la aflicción del de los viles! / ¡El corazón enamorado no disfrutará la alegría del descanso mientras lo domine el amor! ¡El enamorado no podrá tener segura la razón mientras en la mujer viva la belleza! Me han preguntado: <<¿Qué es el amor?>> Y yo he respondido: <<¡El amor es un dulce y sabroso jugo, pero de amarga pasta!>> / ¡Soy hermosa y esbelta! ¿Por qué huyes de mi? ¡Nada falta a mi belleza, pues llena estoy de delicias! ¿Por qué huyes de mi? ¡He encendido todos los corazones y he quitado el sueño a todos los párpados! ¡Soy flor de fuego y nadie me ha tomado! ¡Soy una rama, y las ramas nacieron para que se las tomase! ¡Soy la rama más flexible y florida! ¿No quieres tú tomarme? ¡Soy la gacela, y las gacelas, finas y amorosas, nacieron para la caza! ¡Yo, cazador, soy la gacela más fina y amorosa! ¡Nací para tus redes! ¿Por qué no me coges en ellas? ¡Soy la flor, y las flores nacieron para ser aspiradas, las flores delicadas y olorosas! ¡Soy la flor delicada y olorosa! ¿Por qué huyes de mí? / Nada le ocurrió porque le protegía el Único que sabe defender a los hombres bien intencionados, librándoles de los peligros y de la mala suerte./ Escucho y obedezco. / Pon gran diligencia y celo en cumplir mis órdenes. Uassalam!/ -Tenemos este huésped que Alá nos envía. Asístele con mucho cuidado. A lo que ella respondió: -Lo pondré sobre mi cabeza y mi corazón./ Y se levantó para besar la tierra entre sus manos./ Jamás dejaba de servir toda clase de refrescos a los eunucos que acudían a su casa a hacerle los pedidos, ni olvidaba obsequiarles con un regalo, de acuerdo con la posición que ocupaban junto a sus amas. En consecuencia, al joven Abalhassan le adoraban todas las mujeres y todos los esclavos de palacio, hasta el punto que el propio califa acabó notándolo./ En el fondo de su hígado, se le encendió una inmensa pasión./ ¡Oh tú, que miras el sol! ¿No comprendes que se encuentra a unas alturas que ninguna mirada humana puede pedir? ¿Pretendes alcanzarlo sin alas o bien eres tan ingenuo que imaginas que bajará hacia ti? / Allí el príncipe se creyó transportado a la propia morada de los genios, donde todas las cosas son tan bellas que la lengua del hombre criaría pelos antes de poder describirlas./ ¡Azul, nos miras con sonrisas de dicha! ¡Y la luna alza sus lienzos de nube para revelarse confusa! ¡Y el sol, sol vencedor, también huye y no brilla más! / Y las negras lucían el pecho y las piernas desnudas, y la faja de seda y oro ajustada a la cintura hacía resaltar las opulentas nalgas./ ¡Las horas dichosas, oh jóvenes, corren como el agua, rápidas como el agua, rápidas como el agua! ¡Creedme, enamorados, no aguardéis más! ¡Aprovechad la dicha! ¡Sus promesas son fugaces! ¡Aprovechad la belleza de vuestros años y el momento que os une! / Las esclavas negras les ofrecieron copas de ágata de distintos colores, llenas de un exquisito vino que alegraba los ojos y ensanchaba el alma./ ¡Jazmines de su vientre bajo el ligerísimo vestido, jazmines de su piel suave y blanca como una piedra de luna! / ¿Con qué sonrisa voy a recibirle cuando eres sólo tú el que alivia mi alma? / ¿Qué iba a ocurrirte si tu amada no compartiese tu amor y fuese como la mayor parte de las mujeres que, más que nada, desean el engaño y la intriga? /Tranquilízate y ve tranquilo, que Alá, como dueño de todas las puertas, cuando le place sabe abrirnos todas las entradas./ Amín miró a la joven y le pareció que era muy agradable, en efecto, y que, además de ojos hermosísimos, tenía nalgas extraordinarias./ Las habitaciones resonaban a cosa vacía./ La misma voz, una y décuple, le preguntó: ¿Nos conoces? / "¡Oh mi señora, por Alá sobre ti! ¿Adónde iremos a parar de seguir así?" / -Debes saber, amigo mío, que en este mundo todas las cosas tienen un fin. ¡Desgraciado aquél que no alcanza su fin en el amor, pues sólo le queda la muerte! / Todo aquello que está escrito debe cumplirse: ¡el destino se realiza, bajo un cuelo u otro! / Entonces el monarca, que aquella noche se había dado prisa en hacer su cosa con Scherezada. / Eligió a la más joven de entre ellas, la que tenía las caderas más ampulosas, virgen de raza, y se introdujo en ella aquella misma noche./ Sus nalgas eran tan pesadas que podían tomarse por una montaña de arena en movimiento y los ruiseñores se ponían a cantar al verlas./ ¡Pero su fastuosa grupa que tiembla, los hoyuelos de sus nalgas y la flexibilidad de su cintura superan toda expresión! / Se presentó a su padre y, tras desearle la paz, besó respetuosamente la tierra entre sus manos, con la vista baja, en actitud modesta, como conviene a un hijo sumiso ante su padre./ ¡Desdichado aquél a quien el destino dota de una mujer! ¡Su pérdida es segura, aunque para encerrarse edifique fortalezas de piedra unidas con garfios de acero! ¡Como cañas las sacudirán los ardides de esas criaturas! ¡Ah, desgraciado de ese hombre, pues la perfidia posee ojos hermosos, alargados con color negro, bellas trenzas abundantes, pero tantos pesares deberá soportar que le cortarán la respiración! / ¿Me interrogáis acerca de esas criaturas que llamáis mujeres? ¡Sabéis que conozco bien sus fechorías por la experiencia que he adquirido! ¿Qué voy a deciros, jóvenes! ¡Huíd de ellas! ¡Ya véis mi cabeza encanecida! ¡Ya podéis suponer cuáles fueron los resultados del amor! / ¡Mañana pertenecerán a otro sus muslos y sus partes mejor guardadas! ¡Créeme, oh amigo mío, que no es más que una pasada abierta a todo el que llega! ¡Penetra en ella si así lo deseas, pero al día siguiente sal y vete sin volver la cabeza! ¡Deja a otros el sitio, que también deberán abandonar si es que conocen la cordura! / Cada vez los libros, tanto antiguos como modernos, me enseñan más a evitar las mujeres y a toda costa, pues son hipócritas, necias y repugnantes./ ¡Oh, mi visir, qué locos son los padres que desean tener hijos! ¡No dan más que penas y decepciones! / Y de este modo parecía más hermoso que la luna en la catorceava noche./ Databa de los tiempos de los infieles romanos./ Oyó un agitado batir de alas que la obligó a volverse. Y vio que el autor de aquel ruido era el efrit Dahnasch, genio de malos instintos, uno de los rebeldes que no acatan ni reconocer la supremacía de Soleimán-Ben-Daud. Y este Dahnasch es hijo de Schamhurasch, el más rápido de los genios en las carreras aéreas./ ¡Su cabellera, señora mía, es tan oscura que resulta más negra que la separación de dos amantes! ¡Y cuando la divide en trenzas, que descienden hasta sus pies, creo ver dos noches a un mismo tiempo!/ ¡Sus nalgas! ¡Oh sus nalgas! ¡Me estremezco al pensar en ellas! ¡Son una masa tan pesada que obligan a su ama a sentarse cuando se levanta y a levantarse cuando se tiende!/ ¡Tiene un trasero enorme y fastuoso, que requeriría una cintura menos frágil que aquélla de la que está suspendido! ¡Constituye, tanto para ella como para mí, el origen de incesantes torturas y conflictos, pues a ella la obliga a sentarse cuando se levanta y a mí, al penar en él, me pone el zib erguido! / ¡Así es su trasero De él parten dos muslos de glorioso mármol blanco, sólidos, unidos por una corona en lo alto. Luego vienen las piernas y los delicados pies./ Yo voy cada noche a contemplar la hermosura de la princesa y a ensancharme el corazón con sus perfecciones. Y puedes creerme que no me faltan tentaciones de montarla y deleitarme con su trasero, pero pienso que sería una lástima atacar, a disgusto de la propietaria, contra esa magnificencia tan bien guardada./ No te confiaría ni siquiera la custodia del culo de un santón./ Al oírlo, la efrita se lanzó sobre Dahnasch y le atizó un aletazo en la cabeza que le rompió un cuerno./ ¡Oh, acariciar tu cabellera y estremecerme con toda mi carne sobre tu carne y ver luego salir las estrellas de tus ojos! / Su zib, más gordo que el de un elefante, le daba la vuelta por la espalda y salía triunfador./ ¡Saborea el beso de azúcar de los labios virginales, pero, para que el porvenir sea propicio, no dejes que se enmohezca la puerta de salida! El sabor a sal es también delicioso en los labios menos fáciles./ De allí subió al ombligo, retrocediendo después cosa de cuatro dedos, se detuvo precisamente en la cumbre del montecillo que domina el valle de las rosas./ "¡Ahora no tengo más remedio que mentir, pues es el único medio de librarme de manos de ese loco!"/ Le besó en los ojos, llorando de alegría./ ¡Te lo juro por el santo nombre de Alá, dios de Muza y de Ibrahim, que envió a Mahoma entre las criaturas como ofrenda de paz y de salvación! ¡Amín! / ¡Oh guerrera, hábil en el combate de las rosas! ¡La sangre delicada de los trofeos que adornan tu frente triunfal tiñe de púrpura tu espesa cabellera, y el vergel de todas tus flores se inclina para besar tus pies infantiles! ¡Tan suave es, oh princesa, tu cuerpo sobrenatural, que el aire embrujado se perfuma al tocarlo, y si la curiosa brisa entrase bajo tu túnica, en ella iba a eternizarse! ¡Tan hermosa es tu cintura, oh hurí, que el collar de tu garganta desnuda se queja de no ser cinturón! ¡Pero tus esbeltas piernas, de pies cercados de cascabeles, hacen chirriar de envidia a las pulseras de tus muñecas! / ¡Por tanto, déjanos pasar, oh padre de la cortesía! Y el eunuco, tan halagado con estas palabras como por el regalo, respondió: ¡Entrad pronto, pero no os entretengáis!/ Dijeron: "¿Está loca? ¡Oh, juventud perdida!" Yo les digo: "¡Dichosos los locos! ¡Gozan de la vida y con eso se distinguen de las muchedumbres vulgares que se ríen de sus acciones!" / El hombre sagaz sólo necesita una seña para comprender./ "¿Cómo voy a alegrarme si amo? ¿Existe mayor alegría que la del amor y la de sufrir por amor?" "¡Amo tanto a mi amiga, que siento celos hasta de la camisa que toca sus caderas, cuando esa camisa se ciñe demasiado a sus hermosas, benditas y suaves caderas!" "¡Tanto amo a mi amiga, que siento celos de la copa que toca sus labios dulces, cuando la copa roza demasiado tiempo sus labios, creados para el beso!" "¡No me critiquéis por amarla con tal pasión; bastante sufro ya con mi propio amor!" "¡De conocer sus méritos, pues es tan seductora como José en casa del Faraón, tan melodiosa como David delante de Saúl, tan modesta como María, madre de Cristo!" "¡Y yo me siento tan triste como Jacob alejado de su hijo, tan desdichado como Jonás en la ballena, tan probado como Job entre la paja, tan decaído como Adán perseguido por el ángel!" "¡Nada, nada me va a curar, como no sea el regreso del ser que amo!" / ¡Soy el ilustre astrólogo, de digno recuerdo! ¡Soy la cuerda que alza los más tupidos velos y la llave que abre armarios y cofres! ¡Soy el cálamo que traza la escritura en los amuletos y en los libros de magia! ¡Soy la mano que extiende la arena adivinadora y que saca la curación del fondo de los tinteros! ¡Soy aquel que otorga sus virtudes a los talismanes y, con sus palabras, consigue todos los triunfos! ¡Puedo desviar las enfermedades, sin utilizar inflamatorios, ni vomitivos, ni estornutatorios, ni infusorios, ni vejigatorios! ¡No uso oraciones ni salmos, ni palabras mágicas, ni fórmulas salvadoras, por lo que consigo curas rápidas y de mérito! ¡Soy el notorio mago, digno de recuerdo; venid a mí todos! ¡Nada de donativos ni dádivas, pues sólo lo hago por la gloria! / ¡Están en ti reunidas las ocho cualidades que obligan a inclinar la frente al más sabio!: La ciencia, la fuerza, el poderío, la generosidad, la elocuencia, la sagacidad, la fortuna y la victoria./ Se sintió tan contento que besó a su hija entre los ojos./ ¡Por Alá!, esa historia es tan pasmosa y extraordinaria, que, si la escribieran con agujas en el ángulo interior del ojo, iba a ser motivo de asombro para quienes la leyesen con atención./ Si te duele el vientre te haré en seguida un cocimiento de anís e hinojo. Si te duele la cabeza te pondré en la frente paños de agua y vinagre. Si es que comiste demasiado por la noche, te pondré encima del estómago un panecillo caliente envuelto en una servilleta y te daré a beber un poco de agua de rosas con jugo de otras flores./ Hija mía, ¿cuánta pimienta has tragado para estar en movimiento a estas horas?/ ¡Cuando duermes en la púrpura, tu rostro claro es como la aurora, y tus ojos como los cielos marinos! ¡Cuando tu cuerpo cubierto de narcisos y rosas se alza o se extiende flexible, no iba a igualarlo la palmera que crece en Arabia! ¡Cuando tu fina cabellera, en la que arde la pedrería, cae espesa o se despliega leve, no hay seda que valga lo que su tejido natural! / ¡Durmiente! ¡Es magnífica aquella hora en que las abiertas palmeras beben la claridad! ¡Mediodía que carece de aliento! ¡Un zángano de oro aspira una desfallecida rosa! ¡Sueñas y sonríes! ¡No te muevas! ¡No te muevas! ¡Tu delicada piel de oro colorea con sus reflejos la diáfana gasa! ¡Los rayos de sol, triunfantes sobre las palmeras, te penetran, oh diamante, te atraviesan y te iluminan! ¡No te muevas! ¡No te muevas! ¡Permite que sigan respirando así tus senos que se alzan y descienden igual que las olas del mar! ¡Tus senos de nieve! ¡Deseo aspirarlos igual que la espuma marina o la blanca sal!¡Deja que respiren tus senos! ¡Deja que respiren tus senos! ¡El risueño arroyo reprime su risa, el zángano interrumpe su zumbido en la flor y mis ojos queman las dos uvas, granate de tus pechos! ¡Permite que ardan mis ojos! ¡Permite que mis ojos ardan! ¡Pero que se ensanche mi corazón bajo las afortunadas palmeras, con tu cuerpo macerado en rosas y sándalo, con todo el beneficio de la soledad y el frescor del silencio! / Sintió un ardiente deseo de poseer a su esposa dormida, de la cual nunca se cansaba, lo mismo que el sabor del agua pura nunca cansa el paladar del sediento./ Comenzó a andar por las calles sin que ninguno de los numerosos habitantes con quienes se cruzaba le mirase con cierto afecto, como suelen hacer los musulmanes con los forasteros./ ¡Bendito sea Alá, hijo mío, por haberte sacado sin daño de entre sus manos! Los habitantes de esta ciudad son invasores procedentes de los países negros de Occidente; cierto día llegaron por mar, desembarcaron de improviso, y mataron a todos los musulmanes que aquí vivían. Adoran cosas extrañas e incomprensibles, hablan un lenguaje oscuro y bárbaro y comen cosas que huelen mal, como queso corrompido y caza podrida. No se lavan nunca, pues al nacer, unos hombres muy feos y vestidos de negro les mojan el cráneo con agua, y esa ablución, que va acompañada de gestos muy extraños, les dispensa de hacerlo durante el resto de sus días. Estas gentes, para no sentir nunca la tentación de lavarse, empezaron por destruir el hammam y toda fuente pública, y en su lugar levantaron tiendas servidas por zorras, en las que venden como bebida un liquido amarillo con espuma, que deben ser orines fermentados o algo aún peor. En cuanto a sus mujeres, hijo mío, son la peor de las abominaciones. No se lavan, igual que los hombres, pero, en cambio, se blanquean la cara con cal apagada o con huevo pulverizado. No llevan paño ni pantalones, dejando libres sus partes bajas al polvo del camino, por lo que resultan pestilentes, y todo el fuego del infierno no bastaría para limpiarlas./ ¡Oh mi amado señor, mi padre pretende quitarte el reino que te ha dado y expulsarte de palacio, y aun no sé cuantas cosas más, sólo porque no me has arrebatado la virginidad, salvando de este modo su honor y el su casta! / Luego se dieron largos besos y jugaron a mil juegos y Hayat-Alfenus se sorprendía ante la belleza que iba descubriendo en Sett-Buddur. Le cogía los senos y le decía: ¡Mira! ¡Son mucho mayores que los míos! ¡Fíjate en lo pequeños que son los míos! ¿Tú crees que crecerán? Y la registraba por todas partes, haciéndole mil preguntas acerca de sus descubrimientos. Y Budur, entre mil besos, le respondió, instruyéndola con perfecta claridad./ Entonces entraron todas las mujeres y comenzaron a resonar los gritos de júbilo y de triunfo, mientras la madre, en el colmo del orgullo, colocó en un almohadón las toallas rojas y, seguida por toda la comitiva, dio la vuelta al harén./ Contemplando cómo jugaban los pájaros./ ¡La misma mano que el extranjero te extendía pidiendo que le ayudases en la adversidad, hace ahora que el oro llegue a tu casa! / ¡Hijo mío!, mi madre me parió aquí mismo hace noventa años y después murió; también murió mi padre. Y el ojo de Alá ha seguido mis pasos y he crecido a la sombra de este jardín, escuchando el rumor de este arroyo natal. Tengo gran amor a este jardín, a este arroyo, a la arboleda que murmura, a este sol, a esta tierra y a la luna que, por la noche me sonríe por encima de los árboles. Todo esto me habla, hijo mío. Te lo explico para que comprendas la razón que me sujeta aquí y me impide partir en tu compañía hacia los países musulmanes. Soy el único musulmán de este país donde vivieron mis antepasados. ¡Que en él blanqueen mis huesos y que el último musulmán muera con la cara vuelta hacia el sol, que ilumina una tierra ahora inmunda, hollada por los bárbaros hijos del oscuro Occidente! / Excitar la codicia de los hombres de alma negra que moran en esta ciudad. / Aceitunas rellenas, de esas a las que han quitado los huesos para sustituirlos con alcaparras ácidas./ ¡Rezad por el Profeta, oh buena gente! Entonces todos respondieron, según se acostumbra: ¡Con él sean la bendición y la paz! / Y es un plan que, de escribirse con una aguja en el ángulo interior de un ojo, serviría de lección a los que desean instruirse! / "Los honores que este joven monarca me dispensa y la amistad con la que me honra, tendrán, sin duda, algún origen. ¿Pero cuál será? / Mientras el niño me miraba, el zib se me movió. Entonces él exclamó: "¡Es grandísimo!" Y yo respondí: "¡Así lo afirman!" Ël replicó "¡Demuéstrame en seguida su heroísmo y resistencia!!" Yo le dije entonces: "Eso no es lícito." Él me replicó: "¡Para mí es muy lícito! ¡Apresúrate a manejarlo!" Así lo hice entonces, pero sólo por obediencia y cortesía./ ¡Aquí están los apetitosos puestos del zoco de los fruteros! A un lado, en la bandeja de gruesa palma, encuentras higos de culo gordo, oscuro y simpático. ¡Pero fíjate en la bandeja grande, que está en el sitio de honor! ¡Allí están las frutas del sicomoro, las frutas pequeñas, de culo sonrosado! / Pregúntale a la joven por qué, cuando se le endurecen los pechos y le madura el fruto, prefiere el gusto ácido de los limones en vez de las dulces sandías y granadas. / ¡Oh Zeinab, de morenos pechos, y tú, Hind, de trenzas teñidas con arte! ¿Sabéis por qué hace tanto tiempo que desaparezco? He encontrado las rosas, que suelen verse en las mejillas de las jóvenes, no en las mejillas de alguna joven, oh Zeinab, sino en el aterciopelado culo de mi amigo. Por eso, oh Hind, ya nunca podrá atraerme tu rubia cabellera, ni tampoco, oh Zeinab, tu rasurado jardín al cual le falta el bozo, y ni siquiera el culo, demasiado liso, que carece de granulación. / Procura no hablar mal de ese gamo joven, comparándolo con una mujer, simplemente por ser imberbe. Es preciso tener malos sentimientos para decir algo parecido. ¡Aún hay diferencias! En efecto, cuando te acercas a una mujer es por delante y, por eso te besa en la cara. Pero el gamo joven, cuando a él te acercas, debe encorvarse y así, imagina, besa la tierra. ¡Hay diferencias! / ¡Oh niño hermoso, eras mi esclavo, y te liberté para utilizarte en infecundos ataques! ¡Pues tú, por lo menos no puedes criar huevos en tu seno! Iba a ser espantoso, en efecto, acercarme a una mujer virtuosa de anchas caderas. Nada más cabalgarla me daría tantos hijos que no podría contarlos toda la comarca. / Mi esposa me dirigió muchas miradas pícaras y comenzó a mover las caderas con tanta elasticidad que me dejé arrastra a nuestro lecho, que desde tanto tiempo evitaba. ¡Pero no consiguió que despertase el niño al que solicitaba! Entonces me gritó furiosa: "¡Si en seguida no le obligas a endurecerse para, cumpliendo tus deberes, penetrar, no te asombres si mañana despierta cornudo!" / Por lo general, se le piden a Alá, mercedes y beneficios alzando los brazos. Pero las mujeres obran de otro modo. ¡Para solicitar los favores del amante, alzan las piernas y los muslos! Este ademán es sin duda más meritorio, pues se dirige a las profundidades./ ¡Qué ingenuas resultan a veces las mujeres! Porque tienen trasero imaginan que, en caso de necesidad, pueden ofrecérnoslo por analogía. Le he demostrado a una de ellas cuánto se engañaba. Esta joven vino a mi encuentro con una vulva excelente entre todas. Pero yo le respondí: "Yo hago las cosas de esta manera." Ella me respondió: "Sí, ya lo sé, este siglo abandona la moda antigua. Pero no importa. Estoy al corriente." Y se volvió, presentando ante mi vista un orificio tan vasto como el abismo del mar. Y yo le dije: "De veras que te doy las gracias, señora, te doy mil gracias. Veo cuán amplia es tu hospitalidad. Pero temo perderme en un camino cuya brecha resulta mayor que la de una ciudad tomada por asalto." / La gente, oh amigo mío, nos acusa de algo que les es desconocido y de nosotros dice todo lo malo que se le ocurre. ¡Ven, amigo! ¡Seamos lo bastante generosos para darle la razón a nuestros enemigos, y, puesto que sospechan una cosa, hagámosla por lo menos una vez! Luego, si te parece, nos arrepentiremos. ¡Ven, amigo dócil, a esforzarte conmigo para que quede en paz la conciencia de nuestros agresores! / ¡En el semblante de mi amado vi bailar la aurora, oh hijas de Arabia! / ¡Luego me perfumaré los pechos, el vientre y todo mi cuerpo con incienso delicado, para que mi piel se derrita suavemente en tu boca, oh negrura de mis ojos! / Lo que está escrito en la frente del hombre por la mano de Alá, no puede borrarlo la mano del hombre, y aunque la criatura poseyera alas, no podría huir a su destino./ La vieja que le dirigió una atravesada mirada. El portero lo advirtió de modo instintivo y, para conjurar las maldiciones, se dijo para sí: "¡Mis cinco dedos de la mano izquierda en tu ojo derecho y los otros cinco en tu ojo izquierdo!" / Quien en este mundo no cansa el cuerpo, no puede aspirar al reposo que se reserva a los puros y elegidos en el otro./ ¿Cuál es la criatura que puede adivinar lo oculto y arrancar el velo del porvernir?/ ¡Jamás un vientre humano pudo modelar semejante belleza! / ¿Qué ibas a decir si oyeras el timbre de su voz, mucho más fresca que el rumor del agua bajo una bóveda sonora? ¿Qué harías si vieras sus ojos de antílope y sus modestas miradas? / La fecundidad aún no ha visitado tus caderas juveniles hija mía./ ¡Ya ves para qué nos sirve, madre mía, variar nuestras costumbres y conceder a nuestras mujeres libertades con las que no saben qué hacer, y que pueden serles tan funestas! / Y si no se la encontrase, pues todo puede ocurrir, yo mismo te daré en su lugar diez vírgenes de edad de las huríes de pechos turgentes y nalgas duras como cubos de granito. / Pero tranquilízate, pues debes saber que el Destino te otorgará siempre lo que te esté reservado y; por otra parte, jamás podrás conseguir lo que no te haya sido destinado por la suerte./ ¡Calmad vuestras almas y que vuestros párpados cubran ojos sin inquietud! / ¡Nadie es esclavo más que de Alá! / ¡Bendito sea Alá en sus obras! Ahora hijo mío, debes andar como las jóvenes aún vírgenes, a pasitos cortos, moviendo la cadera derecha y enarcando hacia atrás la izquierda, sin dejar de dar ligeras sacudidas a tus nalgas./ ¡Maschalah! ¡Qué magnífico movimiento de nalgas y qué meneo de riñones! No obstante para que la cosa resulte perfecta debes dar a tu cara una expresión más lánguida, inclinando más el cuello y mirando por el rabillo del ojo./ Esa famosa pastelería que es la delicia de los paladares más exigentes y que sólo Damasco, entre todas las ciudades de Oriente y del universo, sabe hacer./ Todo el zoco lo respetaba por su honradez, por sus maneras corteses y elegantes, por su mesurado lenguaj. / Las barbas canosas son un indicio de vejez, y la vejez es una advertencia de la muerte./ ¡Ya estás a las puertas de la tumba y aún no tienes hijos! ¡Desaparecerás como si nunca hubieras existido./ ¡Lo mismo voy a sacar si hundo la herramienta en el agujero de una peña, que intentado fecundar una tierra tan seca como la tuya! / ¡Desengáñate, viejo infeliz, y échale la culpa a tus fríos compañones! ¡Por Alá, que tus compañones están fritos y segregan un líquido demasiado claro y sin virtudes! ¡Ve a comprar algo que espese y caliente su jugo! ¡Y entonces te darás cuenta si mi fruta está llena de buena semilla o resulta estéril! / Entonces Sésamo, el fabuloso borracho, se mostró bastante superior en ciencia a los drogueros del zoco. En efecto, regresó a su casa luego de comprar en el zoco cuanto necesitaba y comenzó a preparar en seguida la siguiente mixtura: Tomó dos onzas de zumo de copaiba china, una onza de extracto graso de cáñamo jónico, una de cariofilina fresca, una de cinamomo rojo de Serendib, diez dracmas de cadamono blanco de Malabar, cinco de jengibre indio, cinco de pimienta blanca, cinco de pimentón de las islas, una onza de bayas estrelladas de badián de la India y media onza de tomillo de las montañas. Lo mezcló todo diestramente y, tras machacarlo y pasarlo por el tamiz, le hecho miel pura, formando así una pasta muy compacta, a la que añadió cinco gramos de almizcle y una onza de huevas de pescado machacadas. Le añadió también un poco de julepe ligero de agua de rosas y lo puso todo en el tazón de porcelana. Luego fue a llevarle el tazón al síndico Chamseddin diciéndole: -Ésta es la mezcla que fortifica los compañones del hombre y da espesor a los jugos demasiado ligeros. -Luego añadió- : Es preciso tomarse esta pasta dos horas antes de la consución sexual. Pero los tres días anteriores hay que limitarse a comer pichones asados, bien sazonados con especias, pescados machos y, por último, criadillas de cordero ligeramente asadas. Si con eso no consigues atravesar las paredes y fecundar un peñasco pelado, permito que me afeites la barba y el bigote y que me escupas la cara./ Notó entonces que la sangre se le calentaba mucho, como en los tiempos de su infancia, cuando apostaba con los chiquillos de su edad. Fue en busca de su esposa y la cabalgó, y ella le respondió; y los dos se maravillaron del resultado en cuanto a duración, repetición, calor, chorro, intensidad y consistencia. / ¡Dichoso el hombre que se alimenta con los frutos de su tierra, y encuentra en su mismo país las satisfacciones de la vida! / Los sucesos buenos o malos vienen de la mano de Alá y, haga lo que haga, me ocurrirá aquello que me esté deparado./ Poniendo a su hijo bajol protección de El-Sayed-Abd-El-Kader-El-Guilani, defensor de los viajeros./ ¡Oh, cómo me estremezco cuando las miradas de tus ojos me sacuden el alma! ¡Oh, delicias del primer beso que hincha sus infantiles compañones! ¡Mira, oh mis ojos, toma cuanto puedas tomar, alza lo que puedas alzar, toma un puñado, dos o tres y hazlo entrar, un palmo o más! ¡Pero importa que no haga daño! ¡Es preciso obrar con dulzura! / ¡Reina del Irak, deliciosamente hermosa, oh Bagdad, ciudad de los califas y poetas, cuánto tiempo, oh maravilla de las maravillas, soñé contigo! /¡Cuando la cabeza se salva, la fortuna perdida sólo es un recorte de uña arrebatado sin daño! /Era un gran salón, de mucha frescura y deliciosas sombras, alumbrado únicamente por los hermosos reflejos de esmaltes y porcelanas y por el centelleo que desde arriba provocaban las estrellas. Un olor a incienso arrebataba y transportaba el alma hacia soñados jardines de alcanfor y de cinamomo. En el centro cantaba el surtidor de una fuente. Allí era seguro el reposo y podía llegarse al éxtasis./ ¡Deseo, no pueden apaciguarte ni las caricias delicadas de los ojos ni el beso de los labios puros! ¡Oh deseo mío! ¡Sientes gravitar sobre ti el peso de una pasión que no ha de calmarse hasta que brote! / Tu no ignoras, hijo mío, que, según nuestra ley, cuando un musulmán ha repudiado por vez primera a su esposa, la puede recobrar sin formalidades a los tres meses y diez días, y si se divorcia por segunda vez, puede también recuperarla después del plazo legal; pero si la repudia por tercera vez, o si, aun no habiéndola repudiado nunca, se limita a decirle: "Quedas repudiada por tres veces" o "Ya nada eres para mí, lo juro por el tercer divorcio", en este caso, la ley determina que, si el esposo desea recobrar a su esposa, otro debe casarse legalmente con ella y ha de repudiarla a su vez, después de haberse acostado con ella por lo menos una noche. Y entonces es cuando el primer esposo la puede recuperar como esposa legítima./ Moviendo las caderas de tal modo que habría puesto en pie a un anciano impedido./ Sin avisar, se quitó la camisa y el calzón, que arrojó lejos, y se le presentó completamente desnuda, tan limpia como la plata virgen y tan firme y esbelta como el tronco de una palmera tierna./ Quedando en perfecta desnudez, tan limpio como el agua de la sierra y tan intacto como el ojo de un niño./ !Demuestra tus fuerzas, oh jeque Zacarías, potente padre de los nervios gordos! Ante aquel llamamiento tan formal, Grano de Belleza tomó a la joven de las caderas y enfiló el robusto y dulce nervio hacia la puerta de los triunfos. Empujó hacia el corredor de cristal, haciéndolo llegar con presteza a la puerta de las victorias. Luego lo desvió del camino real, para impulsarlo con brío por el atajo hacia la puerta del montador; sin embargo, como el nervio vacilaba ante lo angosto de aquella puerta amurallada, forzó el camino, desfondando la tapa del tarro, y se encontró al fin en su casa, igual que si el arquitecto hubiese tomado medidas por ambos lados a la vez. Después continuó lentamente su excursión visitando sin prisas el zoco del lunes, el mercado del martes, el bazar del miércoles y los puestos del jueves. Y, tras haber desatado todo cuanto había que desatar, descansó, como buen musulmán a la llegada del viernes. ¡Y éste fue el viaje de Grano de Belleza y de su niño por el jardín de la muchacha. Después, con el niño adormilado de dicha, se enlazó tiernamente a la joven de las platabandas devastadas, y los tres descansaron hasta la mañana./ La música, hijo mío, les sirve a unos de comida, a otros de consuelo y a otros de abanico, pero para nosotros, es las tres cosas a un tiempo./ Lo que gusta al amo, gusta al esclavo./ Se trataba de un muchacho tan feo, que hubiera hecho abortar a una parturienta./ El destino, que está en manos de Alá./ Tan diestro en el arte del robo, que para él no constituía problema alguno apoderarse de una puerta en las narices del portero y hacerla desaparecer al poco, igual que si se la tragase la tierra, perforar las paredes en presencia del casero, simulando orinar, arrancarle las pestañas a un individuo sin que lo notase y limpiar de kohl los ojos de una mujer sin que ésta se enterase./ Está encadenado y tiene una argolla en los pies grabada con estas palabras: "Cadena Perpetua"/ ¡Por Alá, oh Emir de los Creyentes, la vida de los malos tarda mucho en agotarse! / El ladrón debe ser alguien de palacio, pues el vino que se agria lleva en sí su propio fermento./ ¡Las acciones más raras sólo lo son porque no comprendemos sus causas! ¡Lo único que podemos saber es la consecuencia del acto! / ¡Sólo Alá conoce el misterio de las cosas! / ¡Bendito sea aquel que sabe crear objetos tan hermosos y les da alma y vida! / Ántigüedades muy estimadas por los capitanes de buque, que las compraban allí para revenderlas en Occidente, pues en eso países son tan aficionados a las cosas antiguas que son capaces de cambiar sus mujeres y sus hijas por un pedazo de madera podrida, una piedra mágica o un sable viejo y enmohecido./ Las tardes has de dedicarlas a obligar a los transeúntes a que, de buena o mala gana, entren en la iglesia y oigan el sermón. Para quienes se nieguen, ahí hay una maza coronada por una cruz de hierro, con la que les matarás por orden del rey. De este modo sólo van a quedar en la ciudad los cristianos fervientes, que vendrán aquí a que los monjes les bendigan./ ¡Loado sea el Inmutable en el que convergen todas las cosas creadas! / Si la rama se balancea, qué armonioso será el canto de los pájaros que en ella anidan./ De llama son mis ojos y rojo es mi traje; de llama son mis labios y rojo el vino que los colorea; ¡es rojo sobre rojo y rojo sobre rojo! / Al verle sentía cantar todos los pájaros de su alma que, con sus trinos, despertaban cuanto en él estaba dormido./ ¡El que hace fructificar una tierra muerta se convierte en su único propietario! / ¡La caza pertenece no al que la levanta, sino a quien le da alcance! / ¿Es que existe en el mundo algo más feo que un hombre lampiño y calvo? Debes saber que la barba y el bigote son al hombre lo que las trenzas a las mujeres. Y tan claro es esto, que Alá el Altísimo, glorificado sea su nombre ha creado un ángel cuya única misión consiste en cantar alabanzas al Creador por haber dado barba a los hombres y cabellos largos a las mujeres. / ¿A qué viene eso de un enamorado imberbe? ¿Crees que yo iba a consentir en tenderme debajo de un jovencito, que apenas se pone encima piensa en quitarse, apenas está en tensión piensa en aflojarse, apenas se une piensa en desatarse, apenas se halla en su sitio piensa abandonarlo, apenas adquiera consistencia piensa en derretirse, apenas erigido piensa en arriarse, apenas enlazado piensa en desligarse,, apenas pegado piensa en despegarse y apenas en funciones piensa en ceder? ¡Desengáñate, hermana mía! ¡Jamás abandonaré al hombre que no se separa de la que enlaza, que cuando entra permanece en su sitio, que cuando se vacía se llena otra vez, cuando concluye recomienza, cuando se mueve resulta excelente, cuando fusiona es superior, cuando da se muestra generoso y cuando empuja, perfora! / ¡Teñidos estuvieron antes, pero su color desapareció y les queda el del tiempo! ¿Para qué teñirlos ahora, si cuando lo deseo, puedo balancear mi grupa fastuosamente y conseguir lo que deseo por la puerta principal o una lateral? / Licor de hombre / ¿Puedes explicarme la presencia de ese líquido aún tibio en un lecho donde no me he acostado contigo desde hace más de una semana? ¡La fidelidad sobre mí y en torno a mí, oh Emir de los Creyentes! ¿Es que me acusas de fornicadora? / No es aconsejable ser pródigo hasta el punto de darle a un pescador cuatro mil dracmas por un solo pez. Deberías conseguir que te devolviesen esa suma, pues de otro modo cuantos, en lo sucesivo, te traigan un regalo se guiarán por ese precio y no habrá modo de satisfacerles./ ¡Alá arreglará la situación! / Los derechos de hospitalidad duran tres días y no estamos más que en el segundo./ Pero Alá es mucho más sabio./ Una hurí del paraíso./ El Corán afirma: "Los hombres superan en mucho a las mujeres, porqué Alá les ha dado la superioridad". También dice: "En cualquier herencia la parte que al hombre corresponde debe ser el doble de la que corresponde a la mujer; así es que el hermano heredará dos veces más que su hermana." Estas palabras santas prueban y establecen de un modo definitivo que a la mujer se le debe considerar sólo como a la mitad del hombre. El Sunna, por su parte, nos enseña que el Profeta, con la plegaria y la paz, consideraba que el sacrificio expiatorio de un hombre tenía dos veces más valor que el de la mujer./ "Quién tiene prioridad, el ser activo o el pasivo?", la respuesta ha de ser, sin duda alguna, a favor del activo. El hombre es el principio activo y la mujer el pasivo!¡El hombre está por encima de la mujer, y el adolescente es preferible a la muchacha!/ Dice el Profeta: ¡No os excedáis mirando a los adolescentes sin barba pues tienen ojos más tentadores que las huríes! ¡Además, ya sabes que la mayor alabanza que se hace de la belleza de una muchacha es comparándola a un adolescente./ ¡Ella tiene las caderas de un mozo y las balancea al viento ligero como al soplo del Norte se balancea la rama del pan! / Sus nalgas son de buena ley, y cuando suben o bajan se las tomaría por las olas de un mar de cristal o una montaña de luz. / ¿Es que ignoras que los reyes y los califas más grandes de que nos habla la historia fueron obedientes esclavos de las mujeres y consideraron una gloria soportar su yugo? ¿No es acaso por ellas por las que se levantan los palacios, se borda la seda y los brocados y se tejen las telas más ricas? ¡No es para ellas para quienes se busca con tanto ahínco el agradable perfume del ámbar y del almizcle? ¿Olvidas que sus encantos han condenado a los habitantes del paraíso, han trastornado la tierra y el universo y han hecho brotar ríos de sangre? / ¿Porqué buscas el amor de los hombres? ¿Es que Alá no ha creado a las mujeres para satisfacción de vuestros deseos? ¡Pues gozad con ellas a vuestro sabo! / El jeque de los pederastas, Abu Novas, hablando de una doncella: ¡Lo mismo que un muchacho, no tiene caderas y se ha cortado los cabellos! ¡Y además, un tierno bozo sombrea su semblante y aumenta el valor de sus encantos! De este modo puede satisfacer al adulto y al pederasta. / ¿Pues cuando el carbón de la barba oscurece la barbilla, se esfuman los encantos del joven! Cuando la página en blanco del rostro se llena con lo negro de la escritura, ¿quién, que no sea un ignorante, deseará tomar aún la plana? / Entre trasero y trasero, hay diferencia. ¡Si a uno os acercáis, se os ensuciará el traje de amarillo, pero si os acercáis al otro, se os perfumará! ¿Cómo puede haber quien compare al mozo con la moza! ¿Se atrevió nunca nadie a preferir la olorosa madera del nadd los excrementos del cetáceo? / ¡El corazón de los hombres bien nacidos es una tumba para los secretos! / El mundo es como un herrero; si no te quema con el fuego de la fragua o te saca un ojo con las chispas, te ahogará con el humo. Ya ha dicho el poeta: ¡Ilusión! ¡No creas que cuando te traicione el destino hallarás amigos de fiel corazón en tu negro camino! ¡Oh soledad! ¡Cara soledad bendita, a aquél que te cultiva le enseñas la fuerza que no se desvía y el arte de confiar tan sólo en sí mismo! ¡Si lo examinas con atención, comprobarías que el mundo es nefasto por sus dos caras: Una la constituye la hipocresía y la otra la traición! / No derroches el dinero que te dejo; sólo van a considerarte según las riquezas de que dispongas. / ¡Cuando era pobre carecía de amigos, pero ahora pululan a mi puerta y me quitan el apetito! ¡A cuántos feroces enemigos les domó mi riqueza y cuántos adversarios tendría si ésta disminuyera! / No descuides los consejos de la gente de experiencia, ni creas inútil pedir consejo a quien te lo pueda dar, pues el poeta ya a dicho: ¡Une tu idea a la idea del consejero para obtener mejor resultado! ¡Cuando quieras mirarte el rostro, bastará con un espejo, pero si pretendes verte el trasero oscuro, necesitarás la combinación de dos espejos! / ¡Huye del vino! Es el origen de todos los males. Te expones a perder la razón y a ser objeto de burla y de desprecio. / ¡Nací del polvo, al polvo vuelvo y sólo polvo soy! ¡Es como si jamás hubiera vivido! / Como a la sazón no estaba sano de espíritu, se hacía este pobre razonamiento: "Puesto que mi padre me ha dejado tantas riquezas, me conviene utilizarlas para que no pasen a otros. Deseo aprovechar el momento y el placer que pasa, pues nadie vive dos veces." Siguió uniendo la noche y el día por sus extremos, sin ahorrarse ningún exceso hasta que al fin se vio obligado a vender la tienda, la casa, los muebles e incluso la ropa, sin que le quedara más que la que llevaba encima./ ¡Ha salido sin defecto alguno del molde de la belleza! ¡Son admirables sus proporciones; ni muy alta, ni muy baja; ni muy gruesa ni muy flaca; y con redondeces por todas partes! ¡De este modo la propia Belleza se enamoró de su imagen, realzada por el ligero velo que sombreaba sus facciones, a la vez modestas y altivas! ¡La luna es su rostro; su cintura es la flexible rama que ondula y su aliento el suave perfume del almizcle! ¡Parece formada de líquidas perlas, pues sus miembros son tan lisos, que reflejan la luna de su rostro y también parecen formados por lunas! Pero ¿dónde está la lengua que pudiera describir el milagro de claridad que constituye su hermoso trasero? / ¿Aceptas a éste? Zumurrud lo examinó y vio que era un hombre pequeñete, con una barba que le llegaba al ombligo, y dijo en seguida: !A ese barbudillo, mira cómo lo describe el poeta!: ¡Tiene una prodigiosa barba, que es planta inútil y molesta, triste como una noche de invierno, larga, fría y oscura! / ¡Oh señor mío, compréndelo! ¿Cómo no amarte? ¿No es tu cintura esbelta y tus riñones combados? ¡Compréndelo, oh señor mío! ¿No es acaso patrimonio de sabios, de gente exquisita y de delicados espíritus el amor a tales cosas? / ¡Sus mejillas aparecen llenas y lisas; su saliva es leche, dulce al beberla, y constituye un remedio para las enfermedades; su mirada hace soñar a los prosistas y a los poetas, y sus proporciones dejan perplejos a los arquitectos! / El Donador no ha escatimado sus dones con ella! / ¿No ves que a tu cabecera vela con los brazos extendidos, la Separadora, y que en la sombra te acecha, pérfido, el Destino? / El prudente con poco se contenta./ ¡Un pan seco basta para apagar el hambre que al sabio atormenta, cuando el mundo entero no bastaría para saciar el falso apetito del tragón! / Se tiró al suelo, dándose golpes en la cabeza y sollozando; luego se desgarró los vestidos y lloró las lágrimas de la desolación./ El cristiano que simulaba ser musulmán, el maldito a quien Alá confunda y envíe al infierrno a abrasarase en el fuego eterno hasta la consunción del tiempo./ ¡Gloria al único que jamás duerme! / ¡No hay más Dios que Alá! ¡En Él me refugio! ¡Cada cual lleva su destino atado al cuello y no se puede alejar de él! / Partió al galope en línea recta invocando la protección del Destino./ No dejaba de llorar ni de rezar ni de someterse a ayunos para atraerse la bendición de Alá./ ¿Ignoras que la educación nos enseña a no comer más que lo que tenemos delante? / Había jurado que la iba a encontrar, aunque se hubiera escondido detrás del monte Cáucaso o en una nuez./ ¡Oh tú que devolviste a Yusuf a su anciano padre Jacob, que curaste las incurables llagas del santo Ayub, abrígame en tu bondad para que vea nuevamente a mi amado Alischar! ¡Eres el Omnipotente, señor del Universo! ¡Tú que llevas a buen camino a quienes se descarrían, Tú que escuchas todas las voces y atiendes a todos los votos y haces que el día siga a la noche, devuélveme a tu esclavo Alischar!/ ¡En la desgracia, sólo queda el recurso de Alá Omnipotente! ¡Todo lo que ocurra es designio suyo! Le hacía respirar los perfumes vivificadores./ ¡Se acumulan las penas, se aparta el amor, corren las lágrimas y el corazón arde! / Como tenía mucha hambre, se arremangó hasta los codos, dijo la fórmula: "Bismilah" y se dispuso a comer./ Cuando vio que había concluido y pronunciaba la fórmula "¡Gracias a Alá!" / Tendida de espaldas, Zumurrud cogió la mano de Alischar, hijo de Gloria, y se la colocó suavemente sobre la redondez de su esencial. Alischar, al tocarlo, notó una exuberancia alta igual a un trono y gruesa como un pichón, así como más caliente que la garganta de una paloma y más abrasadora que un corazón al que enciende la pasión./ Alischar , por toda respuesta, se le echó encima igual que un león sobre la oveja y, reconociendo el camino introdujo el palo de pastor en el saco de provisiones, echando adelante sin importarle lo estrecho del sendero. Al llegar al término del camino, quedó largo tiempo tieso y rígido, cual portero de aquella puerta o imán de aquel mihrab. Ella, por su parte, no se separaba ni una pulgada de él y, al mismo tiempo que él, se alzaba y se arrodillaba y rodaba, se erguía y jadeaba, siguiendo el movimiento. Al amor respondía con el amor y a un arrebato con otro arrebato, con muchas caricias y diversos juegos./ Hasta que les visitó la Destructora de placeres, la Separadora de los enamorados! ¡Gloria a Aquél que permanece en su eternidad! ¡Y bendito sea Alá en todas las ocasiones! / Bajaremos y nos pasearemos entre los árboles y entre las flores, para contemplar las estrellas y sus magníficas incrustaciones./ Nada conviene tanto a la digestión como andar, tu digestión es muy pesada, engordas y te hinchas como una ostra./ ¡La voluptuosa Babilonia brilla en sus ojos que matan a través de sus pestañas, más curvadas aún que los alfanjes y que el templado hierro de las lanzas! ¡Cuando sus cabellos negros le caen sobre el cuello de jazmín, me pregunto si la noche viene a visitarla! ¿Son acaso dos breves esferas de marfil lo que hay en su pecho, o dos granadas o, quizá, sus senos? ¿Qué es lo que de ese modo ondula bajo su camisa? ¿Es su talle o son arenas movedizas? / Se diría, oh luna, que una gran tristeza contrae tus facciones./ ¿Cómo, es que puede suponerse que el lirio ame al barro porque la brisa lo incline hacia el suelo? / Otras muchas cosas admirables, había aves rellenas de alfónsigos./ ¡Oh Señor, dueño de los corazones, soberano de las almas, haz que en adelante me amen sin que yo ame jamás! ¡Haz que lo que aún queda de amor por Jobair en este corazón se deslice hacia el corazón de Jobair, para tormento suyo! ¡Haz que me suplique otra vez que le escuche, y dame fuerzas para hacerle sufrir! / El perdón de las faltas es patrimonio de las almas generosas./ Los celos, de la clase que sean, han de morir con la víctima de la Separadora./ Un mono enorme, de semblante totalmente humano, haciendo contorsiones y movimientos. Al poco rato la joven se separó de él, se puso en pie y se despojó de toda su ropa, para tenderse nuevamente en el diván, pero desnuda por completo. Al instante el mono saltó sobre ella y la cubrió, cogiéndola en sus brazos. Y cuando concluyó su acto con ella, se levantó, descansó un instante y después la poseyó de nuevo, cubriéndola. Volvió a levantarse, y descansó otra vez, para caer nuevamente sobre ella y poseerla, y así lo hizo diez veces seguidas, del mismo modo, mientras ella, por su parte, le otorgaba cuanto de más fino y delicado otorga la mujer al hombre. Luego los dos cayeron desvanecidos y casi aniquilados./ Debes saber que no hay como un negro para inflamarnos el interior a las mujeres, sobre todo cuando el terreno ha tenido la primera vez este abono negro. Por tanto, no te extrañe saber que mi terreno qued tan excitado desde entonces, que era preciso que el negro lo regase a todaas horas sin interrupción./ -La vieja tomó una olla en la que echó once gramos de altramuz de Egipto, una onza de vinagre virgen, dos onzas de lúpulo y algunas hojas de digital. Lo hizo ervir todo durante dos horas, escurrió cuidadosamente el líquido y me dijo: [ -Aqui tienes el remedio.] Le pedí entonces que me acompañase al subterráneo, pero ella me advirtió: [ -Conviene que la cabalgues hasta que quede extenuada.] Y se retiró al pasillo para esperar que se ejecutase la orden. Hice lo que me pedía y, con tanto acierto, que la joven perdió el sentido. Entonces entró la vieja en la sala y, tras recalentar el líquido en cuestión, lo echó en una vasija que colocó entre los muslos de la hija del visir. Le dio fumigaciones en las partes fundamentales, que le llegaron muy adentro, y debieron producir un efecto radical, pues pronto vi caer entre sus separados muslos dos objetos que comenzaron a agitarse. Los examiné de cerca y vi que eran dos anguilas, una amarilla y otra negra. Al verlas, la vieja llegó al límite del júbilo y dijo: [ -Dále las gracias a Alá, hijo mío! ¡El remedio produjo efecto! Pues has de saber que estas dos anguilas eran la causa del deseo insaciable del que viniste a quejarte. Una de las anguilas ha nacido de la cópula con el negro y la otra de la cópula con el mono. ¡Ahora que han sido desalojadas, la joven gozará de un temperamento moderado y no volverá a mostrarse fatigos y desordenada en sus deseos! / No sólo te gratificará Alá con una encantadora joven, sino con otras tres cosas muy deseables que comienzan con C, es decir, capital, comodidad y culo./ Cada uno de ellos hacía por agarrar los compañones del otro, para desmenuzarlos entre los dedos./ Por lujurioso perdió todo./ Soy como el haba en una vaina, invulnerable al fuego y al agua./ Mientras el otro volvía grupas para regresar a Bagdad./ ¡No hay mayor protector que Alá! / ¡Las candorosas jóvenes creen iguales a todos los hombres, sin saber que sólo nos parecemos en los turbantes! ¡Entre los hombres unos son sabios y otros imbéciles! ¿Acaso en el cielo no hay estrellas con fulgor y otras sin él? ¡Ni las águilas ni los halcones comen carne muerta, mientras que los buitres se lanzan sobre los cadáveres! / Pues mientras queden embarazadas las mujeres y paran hijos, siempre habrá en la tierra hombres de corazón generoso./ El pobre nunca estpa satisfecho y el día en que por pura casualidad así se siente, ese día muere./ Por muy bien que se esté en tierra extraña, en ninguna parte se está como en la patria./ ¡Tienes deudas y debes pagarlas! / Las noticias de la gente se consiguen a través de sus hijos./ ¡Ya Alí, qué imprudencia la que estás cometiendo al ser un extranjero recién llegado! ¡Quizá vayas a exponerte al resentimiento del marido, quien caerá sobre ti mientras duermes y te cortará el gally y los huevos de incubación! Además, el sabio ha dicho: "Quien fornique en país extraño, del que es huésped será castigado por el gran Hospitalario." / Ya sabes que el borracho nada oculta de lo que jamás contaría fuera de ese estado./ "¡A ver si ese maldito le ha roto el candado!" Se inclinó con viveza sobre su hija y pudo comprobar que el candado continuaba intacto./ En vez de sangrar tu pájaro, se ha limitado a llevarse las palomas del califa./ Para darte una idea, ya Alí, de la sutileza de ese bandido, the contaré el ardid que ha encontrado y que emplea para atraer a los suyos a la tienda y deshacerse de su pescado: En la entrada de su establecimiento ha colgado de un cordón de seda una bolsa con mil dinares. Ésa es toda su fortuna, y ha hecho que el pregonero anuncie en todos los zocos: "¡Oh vosotros, ladrones de Irak, bribones y pillos de Bagdad, salteadores del desierto, estafadores de Egipto, sabed la noticia! ¡Todos vosotros, duendes y efrits del aire y del interior de la tierra, sabed la noticia! ¡Aquel que consiga apoderarse de la bolsa suspendida en la tienda de Zoraik, vendedor de pescado frito, será su legítimo propietario!" Como comprenderás, con un anuncio de esta clase los parroquianos han acudido casi en bloque para quedarse con la bolsa, aunque con la excusa de ir a comprar pescado. Pero ni siquiera los más hábiles entre ellos lo han conseguido, pues Zoraik ha montado un mecanismo que, mediante un bramante, enlaza con la bolsa. Apenas tocan ésta, por muy levemente que sea, se pone en movimiento un mecanismo de campanillas y cascabeles, formando tal estruendo que Zoraik, aunque esté en la trastienda o despachando a un cliente, oye el ruido y tiene tiempo de impedir el robo de la bolsa. Para conseguir esto, no tiene más que tomar un trozo de plomo, de un gran montón que tiene a sus pies, y lanzarlo con todas sus fuerzas al ladrón, rompiéndole el brazo, la pierna e, incluso, el cráneo./ El olvido es el comienzo de la dicha, ya que quien olvida algo puede muy bien vivir sin ello./ ¡Carne de los pájaros de agua! (®pescado)/ Luego un cabezazo que la tiró con las ropas desordenadas encima del abrevadero, la cubrió, mientras le acariciaba la cara con sus gruesos labios, y puso de manifiesto su mercancía de burro, considerable herencia de muchos antepasados. La mujer, asustada, lanzó unos gritos tan desaforados que al punto acudieron a la cuadra las vecinas y, ante el espectáculo, hicieron bajar al asno de encima de la mujer derribada. -¡Me ha derribado, montándose encima, y de no ser por las vecinas me hubiese penetrado espantosamente! / ¡Eres semejante a la nuez, que de nada sirve si no se le rompe la cáscara! / Pronunció el acto de fe-: !No hay más Dios que Alá y Mahoma es el enviado de Alá! / Se arrojó en brazos de su hermana mayor, que la besó en los ojos./ No es reprensible hablar de las cosas situadas debajo de la cintura, ya que todo es limpio y puro para las almas puras y limpias. / La perfección del hombre y sus delicias residen en su virilidad, y que el hombre no puede ser perfecto cuando es casto, eunuco o impotente./ Conviene contentarse con lo que ya se tiene./ Lo más prudente es no fiarse de las apariencias./ Según la ley religiosa islámica, hombres y mujeres deben ir a bañarse tantas veces como realicen la copulación./ Hay líquidos y líquidos y que conviene saber la diferencia entre todas las cosas./ Abandonó la casa del valí, al que dejó sumido en un agitado mar./ ¡Oh hijo de alcahuete, no me poseerás hasta que las ranas críen pelo! / Nada más llegar a Damasco, se sintió embriagado por el encanto de su clima, de sus jardines, de sus aguas y de su lujo./ Como va a comer en nuestra casa, estaremos unidos por el pan y la sal, de manera que no deberás inquietarte por mí en el futuro./ ¡Mi único propósito al traerte aquí es iniciarte en la soledad y en los misterios de la ciencia! ¡Contempla ese alto pico que domina el mar! / Internándose por la llanura, en la que no había más presencia que la de Alá./ ¡Oh rey nuestro, estamos seguros de que las mujeres y las jóvenes sólo fueron creadas por el Bienhechor para que se unieran a los hombres por los órganos delicados! / Su ombligo tenía suficiente capacidad para albergar una onza de almizcle. Sus muslos eran pesados y, a la vez, firmes y elásticos, como los almohadones de plumas de avestruz, y sobre ellos, en su cálido y encantador nido, igual a un conejo sin orejas, aparecía una historia llena de gloria, con su terraza, su territorio y sus cañadas en declive, para dejarse caer allí y olvidar las penas más negras./ Oh muchacha, ¿quién logrará envanecerse de olerte o de tocarte? / ¡Oh admirable mezcla que constituye tu hermosura! Al ver tu glorioso rostro, bañado en el abua de la belleza, ¿quién podría olvidar su ardiente esplendor? / Gloria a Alá que usa a los creyentes para la delicia y no les escatima sus dichosos dones. ¡Tú eres, oh señor, aquél a quien adoramos, tú eres aquél al que imploramos socorro! ¡Llévanos por el sendero recto, por el sendero de aquéllos a los que colmaste con tus beneficios, y no por el de aquéllos que incurrieron en tu cólera, ni por el de los extraviados! / El hombre nunca está satisfecho./ No sabía cuántas amarguras guarda la copa de la separación./ Los hombres, oh mi madre, imaginan que todas las mujeres son iguales y que es preciso tomar contra ellas mil precauciones, a cuál más tiránica, para impedir que hagan cosas ilícitas. ¡Tú, sin embargo, debes saber muy bien que, cuando una mujer ha decidido hacer una cosa, encuentra siempre modo de lograr su propósito, pese a todos los obstáculos, y que nada puede detenerla en sus deseos, por irrealizabels que resulten o desastres que provoquen! / ¿Quién es capaz de leer en el libro de los destinos, excepto el único Vidente? ¿Quién puede decir lo que va a hacer cuando llegue a un cruce de caminos? / ¡Oh arpa de Daúd, el rey que supo encantar al león Saúl y tú, hija del desierto amante de Antara, el guerrero de los crespos cabellos! ¡Oh Abla, la doncella de hermosas caderas, que sublevaste a las tribus de Arabia, enfrentándolas unas a otras! Y tú Sett-Budur, hija del rey Ghayur, señor de El-Buhur y de El-Kussur, tú, cuyos ojos incendiarios turbaron en extremo a los genn y a los efrits, tú, música de los manantiales, tú, canto primaveral de los pájaros, ¿a qué quedáis reducidas ante la desnudez espléndida de esa gacela? Gloria a Alá, que supo crearte, oh Esplendor, y mezcló en tu cuerpo único los rubíes, el almizcle, el ámbar puro y las perlas, ¡oh tú, toda de oro! / ¡Esa joven que no tiene igual en ninguna tierra y ningún clima, lo mismo entre árabes que entre turcos o persas! / Comenzó por tocarle la orla del velo, llevándose luego a los labios y a la frente los dedos que tocaron el cendal./ El agua riente / ¡Todos llevamos pendiente del cuello nuestro destino! / Alza la mano hacia la bóveda celeste, Hassán, e intenta alcanzarla o tocarla./ "La paciencia es la llave del consuelo y el consuelo nos hace llegar hasta el fin." / Tú sabes muy bien, hermano mío, que todo destino se debe cumplir y que aquél que debe vivir diez años, no muere en el noveno./ ¡Lo que está escrito, escrito está! / ¡Quien deba vivir diez años no morirá el noveno! / Tiene, oh mi señora, el rostro tan blanco como un día de bendición; una estatura tan fina que el son no sabría alargar su sombra en el suelo, una cabellera negra sobre la espalda igual a la noche sobre el día, dos senos que perforan las telas más fuertes, una lengua como la de las abejas, una saliva como el agua de la fuente de Salsabil, ojos como el manantial de Kausar, una flexibilidad de rama de jazmín, dientes iguales al pedrisco, un grano de belleza sobre la mejilla derecha y un deseo bajo el ombligo, una boca cerrada como una cornalina, que sipensa de la copa y de la jarra, mejillas como anémonas de Nemán, un vientre elástico y deslumbrante, tan ampli y tan blanco como una cubeta de mármol, la grupa más sólida y mejor formada que la cúpula del templo del Irán, muslos fundidos en el molde de la perfección, tan dulces como el regreso al hogar después de una larga ausencia, entre los cuales se asienta el trono del califa, santuario del reposo y de la embriaguez y cuyo logogrifo ha sido descrito por el poeta: ¡Mi amado, objeto de tantas emociones, está formado por dos famosas letras! ¡Multiplicad cuatro por cinco y seis por diez y vais a obtenerlo! / Traéme aquí a ese temerario adanita. / ¿Por qué no le obligaría a abandonar esta isla y a dejarnos ver la anchura de su espalda? / Si de veras te hubiese querido, no te habría abandonado. / ¡En sus labios trae un panal de miel, en sus mejillas un pensil de rosas y en su cuerpo corolas de jazmín! ¡Al ver su recto talle tan fino, y su monumental grupa, se la tomaría por una caña hundida en un montículo de movible arena! / ¡Cuando sólo eras un germen en el seno de tu madre, formé tu destino según mi Justicia, y lo orienté en el sentido de mi Visión!. Deja pues, oh criatura, que sigan su curso los acontecimientos: no debes oponerte a ellos. ¡Si la adversidad se cierne sobre tu cabeza, deja al destino que cuide de desviarla! / Se puso a bailar de alegría pensando: "¡Alá me lo envía!" / Todos juntos glorificaron a Alá, que les permitió reunirse./ ¡Al cabo de muchos años fue a visitarles la inexorable Destructora de alegrías y de placeres! ¡Gloria a quien domina el imperio de lo visible y de lo invisible, al Viviente, al Eterno, que no conoce la muerte! / Le gustaba cuanto hay de agradable en la tierra - las mujeres, los amigos, la buena comida, la poesía, la música, los perfumes, los jardines, los baños, los paseos y todos los placeres./¡Oh casa, que la tristeza no cruce nunca tu umbral, ni jamás pese el tiempo sobre la cabeza de tus habitantes! / La muchacha indicó por señas a una de las jóvenes que trajese un tablero de ébano y marfil con cantoneras de oro. Los peones de ajedrez eran rojos y blancos. Los rojos estaban tallados en marfil y los blancos en cristal de roca./ ¡Alá proveerá! / Éxtasis de mi alma, ¡oh su cintura desceñida, oh su camisa descubierta, oh su carne al desnudo, oh diamantes! ¡Plena satisfacción de mis deseos! ¡Aroma suyo que era como un perfume al besarme! ¡Olor de piel tersa, calor de regazo, oh frescura, mil besos! / El marido de Zein-Al-Mawassif, que tenía el alma endurecida de los judíos./ Como era judío y los judíos no tienen vergüenza, por lo que no ocultan a sus mujeres a las miradas de los extraños, quiso hacerle conocer a su esposa./ ¡Por Muza y por Harún! / ¡Por el Pentateuco, que esto me demuestra que todas las mujeres son iguales y que, cuando una de ellas es virtuosa, casta y continente como la mía, tiene que satisfacer sus malos deseos aunque sea en sueño! / ¡Qué calamidad son estas criaturas formadas con la llama del infierno! / ¡Los sueños son la única dicha que les queda a los desgraciados! ¡Pero tanto más amargos son los sollozos al despertar, cuando la dulce ilusión se ha desvanecido! ¡ Me habla, me sonríe, me hace mil tiernas caricias, tengo en mis manos toda la diña de la tierra, pero me despierto bañado en lágrimas! / Los guardias ejecutaron al instante la orden, arrastrando al judío hasta la cárcel, donde sin duda debió morir en su descreimiento y en su fealdad. ¡Que Alá no se apiade nunca de él! ¡Y que precipite su alma judía en el fuego del último piso del infierno! / Recordó aquel proverbio que dice: "Lo mejor es rascarse con las propias uñas y marchar con los propios pies." / La amplitud de sus caderas alaba a su creador./ ¡Sus ropas ligeras dibujan los contornos de sus graciosas nalgas, cual las nubes transparentes dejan divisar la dulce imagen de la luna! Gloria a esas tres perfecciones: ¡sus ropas ligeras, sus nalgas y mi amor! / Las Granadas: ¡Oh granadas de piel fina, senos de adolescentes erguidas que adelantaran el pecho en presencia de los machos! / Las Peras: ¡Vosotras, que balanceándoos sobre vuestras espléndidas caderas y colgadas de un tallo tan fino, esperáis a los amantes que os comerán sin duda! / Las Almendras: ¡Hasta la infidelidad en vosotras se torna cualidad, porque vuestro corazón, tan a menudo doble y compartido, permanece blanco pese a todo, al igual que la engastada perla en un trozo de jade! / Las Naranjas: Si contemplo vuestra luciente piel, ¿me es posible no pensar en mi amig, la joven de lindas mejillas, cuya grupa de oro está también granulada? / Los Limones: ¡Oh limones, bolas de crisólito, senos de vírgenes, alcanfor puro, oh limones, oh limones! / Los Plátanos: ¡Plátanos de atrevidas formas, carne mantecosa como la de un pastel! ¡Plátanos de piel lisa y dulce, que agrandáis los ojos de las jóvenes! ¡Complacéis siempre nuestros sentidos! ¡Y, entre todas las frutas, sólo vosotros estáis dotados de un corazón compasivo, oh consoladores de viudas y de divorciadas! / Vamos, ofreced una ronda de vino en la copa pequeña y en la grande. ¡Y tú amigo mío, toma el licor de manos de una belleza semejante a la luna! ¡Pero para vaciar tu vaso espera a que toque la música: siempre vi beber con gusto al caballo cuando silban a su lado! / El laúd se expresó en un lenguaje sólo comprensible a las almas./ ¡Te convertiste en tiránico pensamiento de mi alma! ¡A la vista de tus encantos, el amor entró en mi corazón con toda profundidad y lo tiñó con el oscuro color de la cochinilla, que es el que no se borra! ¡Y su fuego me consumió el hígado hasta la locura! / Senos erectos y amenazadores, ondulantes caderas, muslos parecidos a los rabos de los rollizos carneros de Siria y que guardaban en su cumbre de nieve un incomparable tesoro y que sostenían una grupa formada por una pasta de perlas, de rosas y de jazmines. ¡Gloria a su creador! / La inteligencia y la razón van a la inversa de la longitud de la barba! / Con rápido ademán retiró sus velos y se desnudó totalmente para mostrarse en su deliciosa desnudez. ¡Bendito sea el vientre que la llevó! / Se endulzaba en sus labios y le daba palmadas en las temblorosas nalgas./ Las maravillosas aptitudes que en ella había, pues, a la voluptuosidad de las griegas unía las facultades amatorias de las egipcias; los lascivos movimientos de las muchachas árabes a la fogosidad de las etíopes; a la ingenuidad y la timidez de las francas la consumada ciencia de las indias; a la experiencia de las circasianas los apasionados anhelos de las nubias; a la coquetería de las hijas del Yemen la fuerza muscular de las muchachas del Alto Egipto; a la estrechez de órganos de las chinas el ardor de las hijas del Hedjaz, y el vigor de las mujeres del Irak a la delicadeza de las persas./ Mi alma no ha quedado entre los francos, cuya virtud estriba en la horrible continencia y nada estiman tanto como al sacerdote eunuco./ ¡Oh señora, nuestra religión es muy sencilla y no conoce complicaciones exteriores! Tarde o temprano todos los percversos reconocerán la superioridad de nuestras creencias y vendrán por si mismos a nosotros, igual que se va de las tinieblas a la luz, de lo incomprensible a lo claro, de lo imposible a lo natural./ Para librarte de la costra nazarena, sólo tienes que pronunciar estas palabras: "¡No hay más Dios que Alá y Mahoma es el enviado de Alá!" Y al instante te convertirás en creyente musulmana./ Y en ese mismo momento se ennobleció en el Islam. ¡Gloria a aquél que con sencillos medios abre los ojos a los ciegos, sensibiliza a los sordos, desata la lengua de los mudos y ennoblece el corazón de los pervertidos, el señor de las virtudes, el distribuidor de las gracias, el bueno para sus creyentes! ¡Amén! / Un verdadero demonio como espía. Era capaz de desenredar, sin romperlos, los embrollados hilos de una tela de araña, de arrancarle los dientes a un dormilón sin despertarlo, de quitarle de la boca los alimentos a un beduino hambriento y de horadar tres veces seguidas a un negro, sin que éste se pudiera volver./ ¡Ninguna mujer envejecerá virgen en el Islam! / Es nuestro parecer que, para purificar a la princesa de la mancha que le han impuesto los musulmanes, hay que lavarla con sangre. ¡Es preciso sacar de la cárcel a cien musulmanes y cortarles la cabeza! Se recogerá la sangre de sus cuellos y con ella bañaremos a la princesa como en un nuevo bautismo./ Hubiese prdido acabar, uno tras otro, con mil sacerdotes y sus respectivos patriarcas. ¡Que Alá extermine a los impíos y dé la fuerza y el valor a sus verdaderos creyentes! / ¡Que los musulmanes sean siempre preservados de esta impura continencia y sólo tengan que arrepentirse del daño hecho al prójimo! ¡Amén! / ¡Eres joven y en vez de llorar y desesperarte por una mujer, debes aprovecharte cuanto antes de tu juventud y de tu vigor! / El hombre jamás escapa a su destino y a aquello que la suerte tiene reservado para que sirve de escarnio a las generaciones./ ¡Qué dulce es combatir en el día de la batalla! ¡Ven a mí si te atreves, vil baraúnda! ¡Venid, cristianos, a enfrentaros con mis golpes que aplastan! ¡Hundiré en el polvo vuestras cabezas cortadas y heriré en el corazón vuestro poderío! ¡Y los cuervos graznarán sobre vuestras moradas y anunciarán vuestra destrucción! ¡En el filo de mi alfanje vais a beber tragos tan amargos como el jugo de la colonquíntida! ¡Y a vuestro rey le serviré la copa de las calamidades, para quitarle para siempre el sabor del agua clara! ¡Venid de una vez si entre vosotros hay un valiente de verdad! ¡Venid a aliviar mi pena y a curar mi dolor con vuestra sangre! ¡Adelantaos, si es que vuestra alma no fue forjada con cobardía, y veréis cómo la punta de mi alfanje os lanza al polvo! / Pero su muerte no tuvo agonía pues Azrael, el ángel de la muerte, se le acercó en la hora final, le arrancó el alma y fue a dar cuenta de sus errores y de su perversidad a Aquél que conoce todos los secretos y penetra en todos los sentidos./ Les hería con su alfanje, haciéndoles beber un trago de muerte que los sumergía en el océano de los destinos./ ¡Esa hija de zorra es un tizón inflamado del infierno! / El día del juicio, en que de nada valdrán las grandezas y sólo se mirará los corazones./ Jamás se prmitirá a los infieles estar encima de los creyentes./ Vivieron largos años en la dicha y el desahogo, sin privaciones de ninguna clase comiendo bien, bebiendo bien y copulando mucho, a su antojo y durante mucho tiempo, en medio de los honores y de la prosperidad, llevando una vida muy tranquila y deliciosa, hasta que fue a visitarles la Destructora de la felicidad, la Separadora de amigos y sociedades, la que derriba casas y palacios y llena las tumbas./ La impotencia y la deformidad, que son dones de Satán y no de Alá el Generoso./ ¡Allí donde la flauta y el céfiro se hablan por medio de melodías a través de los agujeros de la tienda, melodías más dulces para mí que la música de laúdes y tambores! / Es preferible ser un mendigo en el camino de Alá que un rey sin riquezas y sin prestigio, pues ya dice el proverbio: "¡Más vale estar en la tumba que en la pobreza!" / ¿Es que no sabes que lo que pasó, pasado está y que lo escrito, escrito está y sucederá? /¡Pues ahora la bendición del Donador ha descendido sobre tu cabeza porque no dudaste de su generosidad./ Y sumergió el cuerpo en aquellos montones de oro, mientras que, al resplandor de la antorcha, la sala blanca y azul adquiría unos reflejos casi milagrosos, por sus fulgurantes chispas y por las gloriosas llamaradas que se escapaban de aquel frío incendio./ ¡No muere quien engendra! / ¡No hay recurso ni poder más que en Alá el Omnipotente! / ¡Me guardaré la lengua entre los dientes y las reflexiones en el espíritu! / Ignoras que las mujeres disponen de mil medios para hacer creer en su virginidad y logran engañar a los hombres más experimentados en asaltos./ Bagdad, la ciudad de la paz./ La miseria endurece el corazón del hombre dotado de alma baja, mientras que ennoblece el de aquel que posee alma elevada./ ¡Toda ella era redonda y finísima al mismo tiempo! / Pudo ver, acurrucada en lo alto de las columnas, semejante a una pequeñísima palomita blanca, una maravillosa delicia sellada con el sello intacto de Soleimán, ¡con Él la paz y la plegaria! La examinó atentamente y comprobó que la delicia de Latifah era, en todo punto, igual a una almendra mondada. ¡Gloria a Alá, que reserva estos tesoros para los creyentes! / ¡Pues la virginidad, unida a la belleza del cuerpo y a la delicadeza de alma, es la tríaca que procura todos los remedios y vale por todas las riquezas! / ¡Gloria al Único Viviente que no conoce la muerte! / Nadie escapa a su destino./ Sujetándose el vientre con las manos decía: ¡Libradnos del maligno, del malintencionado! ¡Oh esposa mía, dame al instante una infusión de anís y de hinojo! ¡Se me va el vientre pues he tenido que pasar largo rato junto al sultán! ¡Dáme la infusión de anís y de hinojo! / Haciendo girar la rueda en el agua, metiendo el dedo en el anillo y permitiendo que el niño descansara en su cuna; remachando el clavo en el torno, alargando el cuello del camello, picoteando el gorrión a la hembra y piando el bellísimo pájaro dentro del nido, al sentirse satisfecho, y juntando la piel hasta que el padre de los abrazos cesaba en sus diálogos./ A cada criatura le espera de ordinario su destino en cualquier recodo del camino./ No tuvo dudas de que su engaño se había descubierto y, como era muy lista, se dio cuenta de que esta vez sería inútil buscar un pretexto para ocultar la verdad, por lo que se dijo: "El más duro corazón de hombre no puede resistir las lágrimas de la mujer que ama." En consecuencia se arrojó a los pies de sus maridos, prorrumpiendo en sollozos./ Los dos vivís de vuestra destreza y, por tanto, vuestra conciencia puede estar tranquila, ya que Alá, que juzga las acciones de sus criaturas según las aptitudes que él ha puesto en su corazón, no os rechazará del seno de su bondad. Tú Akil, desvalijas durante el día y tú, Haram, robas por la noche./ ¡Siempre he creído que robar a un judío era superior a las fuerzas de un creyente! / ¡La habilidad es un don de Alá! / En su corazón bendijo a Alá que crea la carne sonrosada./ ¿Es preciso, siguiendo la costumbre, ponerse en cuclillas, alzando cuidadosamente la ropa, o es preferible de pie, como los sucios infieles? / Una vieja negra con la piel ruda y grosera como la de un búfalo del Nilo./ Si bien contribuye a la dicha, el dinero por sí solo no es la felicidad./ Ni los regalos ni los caprichos satisfechos valen lo que el amor joven, y que no apaciguan los deseos./ Observa a las mujeres que allí encontrarás. Elige una que vaya acompañada por un niño, que tenga bonita figura, ojos bellos que brillen bajo el velo y, una vez hayas escogido, compra dátiles y garbancillos con azúcar para dárselos al niño. Procura jugar con él, guardándote mucho de mirar a la madre. Le acaricias, le abrazas y, cuando el niño se haya encariñado contigo, entonces, pero sólo entonces, solicitas de la madre, aún sin mirarla, el favor de permitirte ir con el niño hasta su casa. Por el camino, espanta las moscas que rodean en torno a su cabeza, háblale en su lenguaje para contarle mil tonterías, y estate sólo atento a él. La madre acabará por dirigirte la palabra y, si lo hace, ten la seguridad de que harás de gallo./ ¡Pero Alá es más generoso, más sabio, más magnánimo y más bienhechor! / Su trasero, bien torneado, tiembla y se balancea como la leche cuajada en la escudilla de un beduino. / ¡Me refugio en Alá; él es la misericordia! / Ignoraba, pese a toda su experiencia, que la mujer es sutil por naturaleza y que, cuando desea algo, nada es capaz de detenerla./ Es cosa bien sabida que, cuando Alá distribuyó las cualidades entre los hombres, puso en cada país las virtudes y defectos que luego debían transmitirse de generación en generación. De este modo otorgó el ingenio y la finura a los habitantes de El Cairo, la potencia para coppular a los del Alto Egipto, el amor y la poesía a nuestros padres los árabes, la bravura a los caballeros del desierto, las maneras corteses a los habitantes del Irak, el don de la hospitalidad a los beduinos, y otros muchos a distintos países. Pero a los sirios no les concedió más que el amor al lucro y el instinto comercial, olvidándose de ellos totalmente a la hora de distribuir las bellas cualidades. Por este motivo, un sirio, sea quien sea, del país que se extiende desde el mar hasta los confines del desierto de Damasco, será siempre un zafio de sangre espesa, cuyo espíritu sólo estará abierto a las groseras incitaciones de la ganancia y del tráfico./ Todo lo que nace muere, pues de Alá venimos y a él regresaremos./ Se alzó el vestido, dejando al descubierto el conejito sin orejas./ ¡Que Alá le haya acogido en su misericordia y que su memoria no desaparezca hasta el día de la retribución./ Nada me asombra viniendo de las mujeres. Sé que son como una torcedura de costilla, que si la quieres enderezar se tuerce aún más y, de insistir, acabamos rompiéndola./ Sabe que las mujeres son iguales a las piedras preciosas: unas con manchas, taras y defectos y otras puras, transparentes y sin ningún defecto./ Bajo el cielo azul, nada quedó de las fortalezas de los francos y de los nazarenos, cuyos reyes se habían convertido en tapiz bajo sus pies. Sobre las verdes llanuras, sobre los desiertos y sobre las aguas, no se oía una voz que no fuese la de un creyente, u no sonaba una pisada que no fuese la de un caminante del camino recto./ Yo tenía buena fama y todos los hijos de entrometido, de perro o de ahorcado, lo mismo que los de puta, me temían como se teme una desgracia./ ¡La inteligencia es un don del Retribuidor! / Fingí sentirme apenado por mi arbitrario proceder, me excusé por mi falta de delicadeza, humillándome ante el cadí, pero con el único propósito de no delatar el golpe preparado./ ¡Ualahi! / ¡No hay recurso ni fuerza más que en Alá el Omnisciente! / ¡Alá el Generoso proveerá! / ¡Pronuncia sobre él la fórmula contra el mal de ojo! Y el pescador, obediente, pronunció el bismilah, mientras decía: ¡Bismilah errahmán errahim! / ¿Es que no te da vergüenza ante el rostro de Alá, que nos ve, desear, siendo rico y sultán, lo que no te pertenece y robar, a un prójimo menos rico y menos poderoso que tú? / El remedio está siempre entre las manos de Alá. / Balanceando las caderas de un modo que arrebataba la razón./ ¡Gloria a Alá, dueño de la prosperidad, del contento, de la dicha y de la armonía! / Entre otras muchas aflicciones que sufrió aquel Job de la paciencia. / ¡Alá es Clemente y Generoso, y Él es el único recurso! / Me pagarás cuando descienda sobre ti la generosidad del Retribuidor! / ¡Inschalah! / Confió su destino al Dueño de los destinos./ Hombre lleno de prudencia y de sagacidad./ Cada uno lleva su destino colgado del cuello./ ¡El nombre de Alá sobre ti y en torno a ti./ Maruf se desnudó a toda prisa, avanzó, apuntando a la princesa por debajo del mosquitero. Se tendió junto a aquella tierna adolescente, pensando "Soy el mismo Maruf, el mismo remendón de babuchas! ¿Dónde estaba y dónde estoy?" A continuación tuvo lugar la refriega de piernas y de brazos, de muslos y de manos. Y el combate se inflamó. Maruf puso la mano en las rodillas de la princesa, que al punto se irguió y fue a refugiarse en su regazo. Y el labio habló a su hermano en su lengua y llegó el momento en que el niño olvida a su padre y a su madre. Él la estrechó con gran fuerza para exprimir toda la miel y para que las libaciones fuesen directas. Y le pasó la mano por la axila izquierda y, al momento, a él se le enderezaron los músculos vitales y ella ofreció sus partes vitales. Y Maruf apoyó la mano izquierda en la ingle derecha de ella y, al momento, gimieron las cuerdas de los dos arcos. Entonces la golpeó entre los dos senos y súbitamente, el golpe repercutió entre los muslos. Al instante, se ciñó a la cintura las dos piernas de la joven y apuntó el atrevido en la dirección precisa. Rellenó lo que tenía que rellenar, encendió la mecha, ennebró la aguja, haciendo deslizarse la anguila en el fuego que chisporroteaba, utilizando todas las artimañas, mientras sus ojos decían: "¡Brilla!" su lengua decía: "¡Grita!", sus dientes decían: "¡Roe!", la mano decía: "¡Haz cosquillas!", y el barreno ordenaba: "¡Balancéate, embarcación, perla de los mares!" De este modo, la ciudadela quedó perforada por sus cuatro lados y se desarrolló la aventura, sin víctimas pero con desgarraduras, sin amargura pero con mordiscos, sin heridas pero con rompeduras, ensanchamientos y algunos roces, sin miedo ni movimientos dolorosos, pero con rechinar de las coyunturas del jinete y de la montura y todo se realizó con desenvoltura y pasión. ¡Gloria al Dueño de las criaturas, que prepara a la muchacha para toda clase de posturas y otorga al joven el empuje necesario para la futura progenie! / ¡Alá nos guarde del Maligno, del Lejano, del Maldito, del Lapidado! / Nadie está tan cerca del secreto del marido como la esposa./ No hay en toda la tierra nervio de confitura que se pueda comparar al suyo, en cuanto a dulzura, sabor y gusto./ Alá es generoso y no abandona a sus fieles./ Los hijos deben respeto y obediencia a sus padres./ Todas las mujeres que tienen algo que pedir./ ¡Alá es quien dispensa los destinos y tú estabas escrita en mi frente, dueña mía!/ Eres ducho en astucia y nadie puede compararse a ti en listeza, en sabiduría, en sagacidad ni en buen humor./ Soy jefe supremo de setenta y dos tribus de genn, efrits, chietanes, rumas y mareds. Cada una de estas tribus se compone de doce mil valientes irresistibles, más fuertes que elefantes y más sutiles que el mercurio./ Vivió la edad de siete águilas./ Cuando concluyeron la comida, dieron gracias al Retribuidor por sus beneficios./ Maruf cabalgaba a la cabeza, más brillante que el rey y tan magnífico, que hacía estallar de envida la bolsa de hiel de los cochinos./ El único medio para saber a qué atenerte con respecto al misterioso poder de tu yerno el emir Maruf es beber con él hasta que se emborrache. Cuando el vino haya hecho bailar su razón, interrógale con prudencia acerca de su situación y entonces te responderá sin falsedades./ Se dejó llevar por la embriaguez, igual que todos los borrachos a quienes agrada que se les alabe./ ¿Hasta cuándo seguirás rechazando la dicha? ¡Despierta que la vida es un préstamo a corto plazo! / Os ruego que habléis con entera confianza. Vuestros deseos serán ejecutados por encima de mi cabeza y de mis ojos./ ¡Cuántas noches vi a la luna desaparecer por Occidente, con la forma de un alfanje de plata, en las aguas purpúreas! / Precisamente era viernes y todos los habitantes vestían traje de fiesta./ ¡Oh suaves perfumes de las tierras donde se eleva la ciudad de Babilonia, llevad, con la brisa, este mensaje a mi amado! / Ella era verdaderamente como la luna llena en su decimocuarto día./ ¡En verdad que era toda ella hermosa, graciosa y simétrica por todos lados! / ¡Si sobre el mar se mostrase desnuda, sobre ese mar de olas amargas y saladas, se endulzaría con la miel de su boca! ¡Si se presentara ella, desde Oriente, a un monje cristiano de Occidente, es seguro que el monje iba a dejar el Occidente por el Oriente! Pero yo, que la vi en una oscuridad iluminada por sus ojos, me grité a mi mismo: -¡Oh noche!, ¿qué veo? "¿Es una ligera y engañosa aparición o es una virgen intacta que está buscando un copulador?" Y vi que, al oír esas palabras, apretaba con la mano la flor que tiene en medio y me decía, suspirando con tristeza y con dolor: "¡Los dientes más hermosos, para que reluzca su belleza, necesitan que se les frote con el aromático tallo! ¡El zib es a las hermosas vulvas lo que los dientes jóvenes al tallo aromático!" ¡Ayudadme, musulmanes! ¿Es que no hay entre vosotros un zib que sepa mantenerse erecto?" ¡Entonces sentí que me crujía el zib en sus coyunturas y me alaba la túnica para adquirir un triunfante impulso! ¡Y, en su idioma, le dijo a la bella: "¡Aquí está! ¡Aquí está!" Rasgué sus velos, pero ella, asustada, me preguntó: "¿Quién eres?" A lo que respondí: " ¡Un valiente cuyo zib responde a tu llamada!" ¡La asalté sin más tardanza y mi zib, grueso como un brazo le apuntaba decidido entre los muslos! ¡Así que cuando hube puesto el tercer clavo, ella me rogó: "Más adentro, valiente, más profundo!" Y yo respondí: "Más adentro, dueña mía, más adentro! ¡Ya llegó!" / ¡La miseria nos hace extranjeros en nuestras propias moradas y el dinero, en cambio, nos da una patria en el extranjero! / "¿Es posible que yo, que vine aquí cruzando los mares con treinta mil dinares de oro, además del importe de mis treinta navíos, haya podido gastar esa fortuna en casa de ese maldito viejo de betún, para salir de ella completamente desnudo, con el corazón roto y el alma humillada? ¡Sólo hay recurso en Alá, el Glorioso, el Altísimo!"/ ¡Ualah! Esos actos no son de hombre sensato, pero puesto que lo pasado ya ha pasado, ¿qué piensas hacer? / ¡No hay otro Dios que Alá! ¡Gloria a quien puede producir cambio sobre cambio y es el ünico que permanece Inmutable! / ¡Con frecuencia recorro embriagado los hechizos de mi amada y acaricio con mis manos su tersa piel desnuda! ¡Tan pronto oprimo las granadas de su pecho de marfil, como muerdo, cual una caricia, las manzanas jóvenes de sus mejillas! ¡Y vuelvo a comenzar! / ¡Oh alma mía!, ¿por qué te atormentas hasta caer enferma? ¿Por qué te preocupas con lo que ha de acarrearte la pena y la zozobra? ¿No temes aproximarte al fuego? ¿No sabes que quien a él se acerca, se expone a abrasarse? / ¡Y son ahora tan hermosos que cautivan el alma! ¡Gloria a Alá, que hace tales prodigios y forma las criaturas a su deseo! / ¡No indagues acerca de los sufrimientos de mi alma! ¡Conocerías mi enfermedad! ¡Y no indagues, sobre todo, si soy feliz! ¡Antes lo fui! ¡Pero de eso hace ya mucho tiempo! ¡Desde entonces, todo ha cambiado! ¡Y contra lo inevitable no hay más que invocar la cordura! / Como Alá había escrito que debía llegar sano y salvo al término de mi viaje./ ¡El que es ciego de nacimiento, sabe a veces sortear la fosa donde cae quien tiene ojos! ¡A veces el insensato sabe callar las palabras que, dichas por el sabio, son la perdición del sabio! ¡Y otras, el hombre piadoso y creyente padece desventuras, al tiempo que el loco y el impío alcanzan la dicha! ¡Que conozca el hombre su impotencia! ¡La fatalidad es la única reina del mundo! / Yo sé el medio que has de usar para ganar algo. Haz, sencillamente, lo que hacen todos los mercaderes. Vende añ por menor a los comerciantes con tienda abierta, por tiempo determinado, ante testigos y por escrito. Firmaréis ambos, con la intervención de un cambiate y, así todos los lunes y todos los jueves cobrarás el dinero que te corresponde. De este modo, cada dracma te producirá dos e incluso más./ ¡Si la suerte abandonase al rico, lo veríais empobrecerse y extinguirse sin gloria, igual que el sol que amarillea en el ocaso! ¡Al desaparecer, su recuerdo se esfuma para siempre de todos los cerebros! ¡Y si algún día vuelve, la suerte no le sonreirá jamás! ¡Le dará vergüenza presentarse en las calles y, a solas, consigo mismo, derramará todas las lágrimas de sus ojos! ¡Oh Alá, el hombre nada puede esperar de sus amigos, pues si cae en la miseria, hasta sus parientes se olvidarán de él. / Hasta que me invadipo la embriaquez, madre del olvido./ Entre todos los platos, había uno de arroz preparado con ajos, que se llama rozbaja, y que es delicioso si el arroz está en su punto y se han dosificado bien los ajos y las especias que lo sazonan./ ¡Si no deseas tratar a quien fue tu amigo y quieres evitar su saludo, no pierdas el tiempo en inventar estratagemas: huye de él! / En el centro se encontraba Sett-Zobeida que no podía moverse de tantas joyas como llevaba en el ombligo./ Había incluso un plato de rozbaja capaz de volver loco a cualquiera./ Pero se encendieron las antorchas y llegaron las cantantes y las bailarinas, mientras se procedía a vestir a la novia. La vistieron siete veces, con trajes distintos, en medio de los cantos y del tañer de los instrumentos. El palacio estaba lleno de una muchedumbre de invitados./ Al cabo de un año, por voluntad de Alá, mi mujer murió./ ¡Oh mi señor, dame la mano! Y él me tendió la izquierda, cosa que me sorprendió mucho y que me hizo pensar: "Por Alá, que sorprendente!" Es un joven de buena presencia y de elevada cuna y, sin embargo, está muy mal educado!" / Vimos que Damasco era una hermosa ciudad, entre jardines y arroyos, árboles, frutas y pájaros./ El astuto corredor se fue con el collar, pero después de haberme mirado con el ojo izquierdo./ Tú que estuviste en Egipto sabes cuán expertas son en eso aquellas mujeres. Como no les basta con los hombres, se aman unas a otras, se embiragan y se pierden./ ¡Que Alá atienda tus buenos deseos! / El-Samed, o el silencioso./ ¡Bendito sea el nombre de Aquél que se transforma y no se transforma! / El hombre que pide consejo se resguarda./ ¡Oh joven dueño mío, los arrebatos son tentaciones de Cheitán! / ¡Oh sabio, tómate el tiempo preciso para meditar tus acciones y no adoptes resoluciones precipitadas, sobre todo cuando te nombren juez de la tierra! ¡Oh juez, no juzgues nunca con dureza y así encontrarás la misericordia cuando te llegue el momento fatal! ¡Y no olvides nunca que en la tierra no hay una mano tan poderosa que no pueda ser humillada por la dominadora mano de Alá! ¡Y tampoco olvides que el tirano acaba siempre por encontrar otro tirano que a él le oprima! / El apresuramiento es una mala sugestión del tentador, y sólo trae el arrepentimiento y el fracaso./ Lo más hermoso del mundo es lo que se hace con lentitud y madurez./ ¡Me quiere tanto que si me alejo un momento acude en seguida y se echa en mi cama! / ¡Amigo, no rechaces jamás los goces que te ofrecen! ¡No dejes para otro día la voluptuosidad que pasa ante ti! ¡Pues la voluptuosidad no pasa todos los días, ni el placer ofrece a cada instante sus labios a tus labios! ¡Debes saber, amigo, que la fortuna es inconstante como las mujeres! / Oí la voz de los almuecines llamando a la oración, porque aquel día era viernes: ¡Te adoramos e imploramos tu ayuda! ¡Dirígenos por el recto camino! Por el camino de aquellos a los que diste abundantes beneficios. Apártanos del camino de los que provocaron tu cólera y se extraviaron. / Ignoraba totalmente todas las astucias y todos los engaños de que son capaces las mujeres./ ¡Cristal, gotas de sol, senos adolescentes, ojos de mi nodriza, endurecido soplo de las vírgenes, cristal, cristal! / Mi mujer se pasea por el salón con todas sus galas, más resplandeciente que la luna del mes del Ramadán./ Yo no diré nada, haciendo desear mi respuesta./ No le dirigiré ni una sola palabra, mostrándole así cómo pienso conducirme en lo sucesivo, pues es el único medio de conseguir que las mujeres sean dóciles, dulces y tiernas./ ¡Gotas de sol, senos de adolescente, ojos de nodriza, soplo endurecido de las vírgenes! ¡Cristal, ombligo de niño! ¡Cristal, miel coloreada! ¡Cristal! / ¿Cómo te atreviste a llegar hasta aquí, tú, el producto mixto de todos los corrompidos compañones de todos los criminales? / Cuando la joven lo vio, empapado en sangre, dio un grito de terror y se arrojó a sus pies, implorándole que le perdonase la vida./ En compañía de la gentuza más deplorable del barrio izquierdo de Bagdad./ ¡Y contigo la paz y la misericordia de Alá con sus bendiciones! / Los pobres deben respetar los caprichos de los ricos, guardándose mucho de demostrar impaciencia./ Están más sabrosas que el pezón de mi nodriza y acarician mi paladar mucho más suavemente que los dedos de una virgen./ ¡Quitad este mantel y poned el de los postres! ¡Que traigan todos los dulces, la repostería y las frutas escogidas! / Ese dulce de dátiles rellenos de clavo y almendra./ Cada vez que el beduino del desierto se alejaba de la tienda, aquiella mujer iba en busca de mi hermano para ofrecerle su cuerpo. La ardorosa beduina, que se insinuaba y ponía en juego todos sus recursos, jugando con las caderas, los pechos y el ombligo./ ¡No sé si elegir la copa transparente y coloreada o el vino sutil y purpúreo! ¡Pues la copa es como el vino sutil y purpúreo y el vino es como la copa coloreada y transparente! / ¡Cuando vean tus ojos a una persona con un apodo, al final, si indagas bien, encontrarás el motivo de ese apodo! / Y todos continuaron viviendo la existencia más próspera y dichosa, hasta que puso término a su felicidad la Arrebatadora, la Separadora de los amidos, la Sepultadora, la Invencible, la Inevitable./ Ella recibía sus homenajes como una reina, con dulzura y amabilidad, de manera que conquistó los corazones./ En su precipitación, dejó caer una de las ajorcas de diamantes del tobillo en la pila, a ras de tierr, que servía de abrevadero a los caballos del rey. No lo advirtió y siguió corriendo hasta llegar a casa antes que sus hermanas. (¿Cenicienta?)/ Ambos vivieron entre delicias, contentos y prosperando. Las dos malas hermanas murieron de envidia y de un recalentón de sangre./ Parió con toda dicha un niño varón, tan hermoso que parecía un trozo de luna./ Se aproxima mi fin y sólo me resta prepararme para presentarme ante el Dueño Soberano./ Era una adolescente derecha como la letra alef, de proporcionada estatura, tan esbelta y delicada, que podía desafiar al sol a que prolongase su sombra en el suelo./ Su ombligo era lo bastante ancho y profundo como para contener una onza de manteca. En cuanto a su monumental grupa, remontaba dignamente la esbeltez de su talle y dejaba profundamente impreso en divanes y colchones el hueco creado por la importancia de su peso./ ¡Es solar, es lunar, es vegetal igual que el tallo de rosa! ¡Está tan lejos del calor de la tristeza como el sol, la luna y el tallo del rosal! ¡Cuando aparece, conmueve profundamente los corazones, y cuando se aleja, los deja aniquilados! ¡El cielo está en su rostro! ¡Sobre su túnica se extienden la grandeza del Edén, entre las cuales corre el arroyo de la vida, y la luna brilla bajo su manto! ¡En su cuerpo encantador se armonizan todos los colores: el rojo de las rosas, la blancura respandeciente de la plata, el negro de la baya madura y el color del sándalo! ¡Y tan grande es su belleza que incluse el deseo la defiende! ¡Bendito sea quien desplegó sobre ella la hermosura! ¡Feliz el amante que pueda saborear las delicias de sus palabras! / Cuando canto y bailo, se condenan quienes me ven y me oyen; cuando camino, ondulando las caderas, ataviada y perfumada, los mato; si muevo la grupa, los derribo; si guiño el ojo, los traspaso; si agito mis brazaletes, los ciego; si toco, doy vida y si me alejo, hago morir! / Mi Señor es Alá, mi Profeta Mahoma, con él la paz y la oración, mi ley y, por tanto, mi imán, el Corán, mi orientación la Kaaba, la casa de Alá que Abraham levantó en la Meca, mi norma de vida es el ejemplo de nuestro santo Profeta, mi guía en los caminos es la Sunna, recopilación de tradiciones, y mis hermanos todos los creyentes./ ¿Puedes, ahora, decirme cuáles son los indispensables deberes de nuestra religión? En nuestra religión hay cinco deberes indispensables: la profesión de fe, ¡no hay más dios que Alá y Mahoma es el enviado de Alá!, la plegaria, la limosna, el ayuno del mes del Ramadán y la peregrinación a la Meca cuando puede hacerse./ ¿Qué acciones pías son las más meritorias? Seis: la plegaria, la limosna, el ayuno, la peregrinación, la lucha contra los malos instintos y las cosas ilícitas y, por último, la guerra santa./ ¿No requere la oración unos preparativos indispensables? Ciertamente. Es preciso purificarse por completo el cuerpo con las abluciones rituales, vestir trajes sin mácula, elegir un sitio limpio y claro, preservar la parte del cuerpo comprendida entre el ombligo y las rodillas, abrigar intenciones puras y volverse hacia la Kaaba, en dirección a la santa Meca./ ¿Cuál es la llave de la plegaria? ¿Y cuál la llave de esa llave? La llave de la plegaria es la ablución y la llave de la ablución la fórmula inicial: ¡En el nombre de Alá el Clemente sin límites, el Misericordioso! / ¿Qué prescripciones han se seguirse para la ablución? Seis, según el rito ortodoxo del imán El-Sdafiy-Ben-Idris: la intención de purificarse sin otro propósito que serle agradable a Alá, la ablución del rostro, la de las manos hasta el codo, frotarse la cabeza, la ablución de los pies, incluso los talones, hasta los tobillos, y un orden estricto en el cumplimiento de estos actos. Y ese orden implica observar las doce condiciones precisas: Primero, pronunciar la fórmula inicial: "¡En el nombre de Alá!" Lavarse las narices, tomando agua en el hueco de la mano y sorbiendo; frotarse toda la cabeza y frotarse las orejas al exterior y al interior con otra agua, peinarse la barba con los dedos; torcerse los dedos de los pies y de las manos, hasta que rechinen; utilizar el pie derecho antes que el izquierdo; repetir tres veces cada ablución; pronunciar el acto de fe tras cada ablución y, por último, una vez concluisas las abluciones, recitar, además, esta fórmula piadosa: "¡Oh Señor, cuéntame entre el número de los arrepentidos, de los puros y fieles servidores! ¡Gloria a mi Señor! ¡Reconozco que no hay más Dios que Tú! ¡Tú eres mi refugio, a Ti imploro perdón por mis culpas, lleno de arrepentimiento! ¡Amén!" Esta fórmula, en efecto, es la que el Profeta, ¡con el la plegaria y la paz! nos ha recomendado que recitemos cuando dijo: ¡Al que la recite le abriré de par en par las ocho puertas del Edén y podrá entrar por la puerta que le plazca!" / Ciertamente que respondiste de un modo excelente. Pero, ¿qué hacen los ángeles y los demonios junto al que practica las abluciones? -Cuando el hombre se prepara a realizar sus abluciones, los ángeles se colocan a su derecha y los diablos a su izquierda, pero en cuanto pronuncia la fórmula inicial: "¡En el nombre de Alá!", los diablos huyen y los ángeles se aproximan a él, desplegando sobre su cabeza un luminoso dosel de forma cuadrada, que sostienen por las cuatro puntas, y cantan alabanzas a Alá, implorando el perdón de los pecados de aquel hombre. Pero cuando olvida invocar el nombre de Alá o deja de pronunciarlo, los diablos regresan y hacen cuanto está en su mano para que lo domine la duda o para que se enfríe el espíritu o el fervor. Cuando el hombre hace sus abluciones, es obligatorio que corra el agua por todo su cuerpo, por todos sus pelos visibles o secretos, y por sus miembros sexuales, debiendo también frotarse por todas las partes y no lavars los pies hasta lo último./ El sabio reconoció: ¡Bien contestado! ¿Puedes decirme cómo se debe proceder en la ablución llamada tayamum? Ella replicó: La ablución llamada tayamum es la purificación con arena y polvo. Se debe realizar en los siete casos que ahora expondré, establecidos según usos conforme a la práctica del Profeta, y se efectúan siguiendo las cuatro indicaciones previstas por la enseñanza directa del Libro. Los siente casos en que se permite esa ablución son: la falta de agua, el miedo a agotar la provisión de agua, la necesidad de esa agua para beber, el miedo a perder una parte al transportarla, las enfermedades que producen aversión al agua, las fracturas que precisan reposo para soldarse y las heridas que no se deben tocar. Las otras cuatro condiciones necesarias para cumplir esta ablución con arena y polvo son primero, obrar de buena fe, luego tomar arena o polvo con las manos y hacer ademán de frotarse el rostro y hacer ademán de frotarse los brazos hasta los codos y secarse las manos. Hay otras dos prácticas igualmente recomendables por ser conformes al Sunna: comenzar la ablución con la fórmula invocadora: "¡En el nombre de Alá!" y efectuar la ablución de todo el lado derecho del cuerpo antes que del izquierdo./ El sabio dijo: ¡Muy bien! Pero, volviendo a la plegaria, ¿puedes decirme cómo debe verificarse y en que acciones se basa? Ella explicó: -Los actos requeridos para hacer la plegaria constituyen otras tantas columnas que la sostienen. Esas columnas de la plegaria son: primera, la buena intención; segunda, la fórmula de Takbir consistente en pronunciar estas palabras: "¡Alá es el más grande!"; tercera, recitar la Fatiha, que es el capítulo que abre el Corán; cuarta posternarse con la cara en tierra; quinta, levantarse; sexta, hacer la profesión de fe; séptima, sentarse sobre los talones; octava, hacer votos por el Profeta, diciendo: "¿Con él sean la plegaria y la paz de Alá?"; novena, mantenerse siempre en la misma intención pura. Hay otras dos condiciones de una buena plegaria, tomadas tan sólo del Sunna: levantar ambos brazos, con las palmas vueltas hacia arriba, en dirección a la Meca, recitar una vez más la Fatiha, recitar otro capítulo del Corán, por ejemplo la Surata de la Vaca, pronunciar otras diversas fórmulas piadosas, y terminar con votos por nuestro Profeta, ¡con él la plegaria y la paz! / El diezmo de la limosna se puede pagar de catorce maneras, en oro, en plata, en camellos, en vacas, en carneros, en trigo, en cebada, en mijo, en maíz, en habas, en garbanzos, en arroz, en pasas y en dátiles. En cuanto al oro, si sólo se posee una suma inferior a veinte dracmas de oro de la Meca, no debe pagarse ningún diezmo. Pasada esa suma, el tres por ciento. Lo mismo ocurre con la plata en la proporción debida. En cuanto al ganado, el que tiene cinco camellos, paga un carnero, el que tiene veinticinco camellos, da uno como diezmo y así sucesivamente, en la misma proporción. Por lo que se refiere a carneros y borregos, de cada cuarenta se da uno. Y lo mismo con todo lo demás./ Háblame del ayuno: -El ayuno consiste en abstenerse de comer, de beber y de mantener relaciones sexuales durante el día, hasta la puesta del sol, durante el mes del Ramadán. Es recomendable abstenerse también, durante la comida de todo discurso vano y de cualquier lectura que no sea el Corán./ El sabio preguntó: ¿No hay ciertas cosas que, a primera vista, parece que hacen ineficaz el ayuno aunque, según nos indica el Libro, no aminoran el valor? Ella le respondió: Efectivamente, hay cosas que no hacen ineficaz el ayuno, como son las pomadas, los bálsamos y los ungüentos, el color para los ojos y los colirios, el polvo del camino, la acción de tragar saliva, las eyaculaciones nocturnas o diurnas del licor viril, cuando son involuntarias, las miradas dirigidas a una extranjera que no sea musulmana, la sangría o las ventosas simples escarificadas. Todas esas cosas no quitan ninguna eficacia al ayuno./ El sabio asintió: -Muy bien. ¿Qué piensas del retiro espiritual? Ella explicó: -El retiro espiritual es una estancia muy larga en una mezquinta sin salir más que para satisfacer una necesidad y renunciando al comercio con las mujeres y al uso de la palabra. Lo recomienda la Sunna, pero no es una obligación docmática./ Él asintió y exclamó: ¡Admirable! Ahora quiero que me hables de peregrinaciones. Ella le respondió: La peregrinación a la Meca o hadj es un deber de todo buen musulmán y que debe cumplir por lo menos una vez en su vida, cuando tiene uso de razón. Para cumplirla, hay que observar diversas condiciones. Deben revestirse con la capa de peregrino o ihram, guardarse de tener comercio con mujeres, afeitarse el pelo, cortarse las uñas y taparse la cabeza y el rostro. La Sunna hace también otras prescripciones./ El sabio dijo: -Perfectamente. Pasemos ahora a la guerra santa: Ell dijo: -La guerra sante es la que se lleva a cabo contra los infieles cuando el Islam está en peligro. Se debe hacer tan sólo para defenderse y nunca hay que tomar la iniciativa. Pero cuando el creyente se ha puesto sobre las armas, debe ir contra el infiel sin volver nunca atrás./ A continuación el sabio preguntó: ¿Puedes darme algunos detalles sobre la compra y venta? Ella le respondió: -La compra y la venta deben hacerse con entera libertad por ambas partes y, en los casos importantes, patentizando el consentimiento y la aceptación. Sin embargo, hay algunas cosas prohibidas por la Sunna en la compra y en la venta. Así, por ejemplo, está prohibido expresamente cambiar dátiles secos por dátiles frescos, higos secos por higos frescos, carne curada y salada por carne fresca, manteca salada por manteca fresca y, en general, todas las provisiones frescas por otras añejas y secas de la misma especie./ ¿Qué significa, lingüísticamente, la palabra ablución? Ella respondió: -Eliminar, por medio del lavado, todas las impuresas internas o externas./ Después preguntó: ¿Qué significa la palabra dar? Ella dijo: -Enriquecerse./ El indagó: ¿E ir de peregrinación? Ella dijo: -Alcanzar la meta./ Él continúo: -¿Y hacer la guerra? Ella dijo: -Defenderse./ ¿Cuáles son las ramas del Islam? Las ramas del Islam son veinte: la observancia estricta de lo que enseña el Libro, someterse a las tradiciones y a la enseñanza oral de nuestro santo Profeta, no cometer injusticias, comer los alimentos permitidos, no comer nunca los alimentos prohibidos, castigar a los malhechores para que no aumente la malicia de los malos a causa de la indulgencia de los buenos arrepentirse de las propias faltas, profundizar en el estudio de la religión, hacer el bien a los enemigos, llevar una vida modesta, socorrer a los servidores de Alá, huir de toda innovación y de todo cambio, desplegar valor en la adversidad y fortaleza en las pruebas a las que nos someten, perdonar cuando se es fuerte y poderoso, ser paciente en la desgraica, conocer a Alá, el Altísimo, conocer al Profeta, ¡con él la oración y la paz!, resistir las tentaciones del Maligno, vencer nuestras pasiones y los malos instintos de nuestra alma, proclamarse en absoluto al servicio de Alá con entera confianza y toda sumisión./ ¿Puedes decirme qué deberes deben observarse durante la comida? Para empezar, lavarse las manos, invocando el nombre de Alá en acción de gracias. Luego se sienta uno con la nalga izquierda. Hay que servirse, para comer, del pulgar y de los dos primeros dedos; se toman tan sólo bocados pequeños, se masca bien la comida y no se debe mirar al vecino, para no azorarle o cortarle el apetito./ ¿A qué se llama cualquier cosa, la mitad de cualquier cosa y menos que cualquier cosa? El creyente es cualquier cosa, el hipócrita la mitad de cualquier cosa y el infiel menos que cualquier cosa. / ¿Dónde está la fe? La fe habita en cuatro lugares: en el corazón, en la cabeza, en la lengua y en los miembros. Por eso la fuerza del corazón reside en la alegría, la fuerza de la cabeza es el conocimiento de la verdad, la fuerza de la lengua en la sinceridad y la fuerza de los demás miembros en la sumisión./ ¿Cuántas clases de corazones hay? Varias: el del creyente, que es puro y sano, el del infiel, que es completamente opuesto, el tocado de las cosas terrenas y el tocado de las cosas espirituales. Hay corazones dominados por las pasiones, por el odio o por la avaricia; corazones cobardes, abrasados de amor, henchidos de orgullo y también iluminados, como los compañeros de nuestro Profeta, ¡el corazón del Elegido!/ ¿Puedes decirme, oh jeque venerable, qué deber ha de cumplirse primero, aunque no sea el más importante? ¡El deber de la ablución, porque está formalmente prescrito que hemos de purificarnos antes de cumplir el menor deber religioso y antes de cualquier acto previsto por el Libro Santo! / ¡Oh esclava, llena de espiritualidad y de encantadores aromas! Puesto que conoces el Libro de Alá ¿podrías darnos una prueba de la exactitud de tu sabiduría? El Corán se compone de cientro catorce suratas o capítulos, de los cuales setenta se dictaron en la Meca y cuatro en Medina. Se divide en seiscientas veintiún divisiones, llamadas aschar, y en seis mil doscientos treinta y seis versículos. Comprende setenta y nueve mil cuatrocientas treinta y nueve palabras y trescientas veintitrés mil seiscientas setenta letras, cada una de las cuales tiene diez virtudes especiales. En él se cita el nombre de veinticinco profetas: Adán, Nouh, Ibrahím, Ismail, Isaac, Yacub, Yussef, El Yosh, Yúnés, Loth, Saleh, Hud, Schoaib, Daúd, Soleimán, Zu-Kefel, Edris, Elías, Yahía, Zacharía, Ayub, Mussa, Harún, Issa (Jesús) y Mahoma. ¡Con todos ellos la plegaria y la paz! También se encuentran en él los nombres de nueve págaros o animales alados: el mosquito, la abeja, la mosca, la abubilla, el cuervo, el saltamontes, la hormiga, el pájaro ababil y el pájaro Issa, ¡con él la plegaria y la paz! que no es otro que el murciélago./ Desearía saber cuál es el versículo en que nuestro Profeta juzga a los infieles: -Es el versículo en que se encuentran estas palabras: Los judíos afirman que los cristianos están equivocados y los cristianos aseguran que los judíos ignoran la verdad. Pues bien, los dos tienen razón./ ¿Cómo vino el Corán desde el cielo a la tierra? ¿Bajó íntegro, copiado de las tablas que se guardan en el cielo o bajó en varias veces? Por orden del Señor de la Creación, el ángel Gabriel se lo dio a nuestro profeta Mahomam príncipe de los enviados por Alá, y lo hizo por versículos, según las circunstancias, en el espacio de veinte años./ ¿Cuántos compañeros del Profeta se cuidaron de ordenar los versículos dispersos del Corán? Cuatro: Abí-Ben-Kaab, Zeid-Ben-Tabet, Abu-Obeida-Ben-Al-Djerrah y Othmán-Ben-Affán. ¡Que Alá tenga a los cuatro en su gracia! / ¿Cuántos son los que nos transmitieron y enseñaron la verdadera manera de leer el Corán? Cuatro: Abdalah-Ben-Massud, Alei-Ben-Kaab, Moaz-Ben-Djabal y Salem-Ben-Abdalah./ ¿fEn qué ocasión descendió del cielo el siguiente versículo: "¡Oh creyentes, no os privéis de los goces terrenos en toda su plenitud!" ? Cuando algunos, ansiando llevar más allá de lo preciso la espiritualidad, resolvieron disciplinarse y gastar cilicios de crin./ ¿Puedes decirme qué versículo del Corán comprende veintitrés veces la palabra kaf, cuál comprende dieciséis veces la letra mim y cuál comprende ciento cuarenta veces la letra ain? El sabio quedó estupefacto, sin saber qué responder. Tras quitarle el manto, Simpatía se apresuró a indicar por si misma, entre el asobro de los presentes, los versículos pedidos./ Explícanos, oh bella esclava, la formación del cuerpo del hombre, sus nervios, sus huesos y sus vértebras, así como también el motivo de que a Adán se le llamase Adán. Ella respondió: El nombre de Adán viene de la palabra árabe adim, que significa piel, superficie de la tierra, y así llamaron al primero hombre porque estaba creado con un amasijo de tierra de todas partes del mundo. En efecto, la cabeza de Adán se formó con tierra de Oriente, su pecho con tierra de la Kaaba y sus pies con tierras de Occidente. En su cuerpo Alá dispuso siete puertas de entrada y dos de salida; los dos ojos, las dos orejas, los dos orificios de la nariz y la boca, de entrada, y una delantera y el ano, de salida. Para dar un temperamento a Adán, el Creador reunió en él los cuatro elementos: agua, tierra, fuego y aire. Por ese motivo, el temperamento bilioso tiene la naturaleza del fuego, que es ardiente y seco; el temperamento nervioso tiene la naturaleza de la tierra, que es seca; el linfático tiene la naturaleza del agua, que es fría y húmeda; el sanguíneo, la naturaleza del aire, que es cálido y seco. Luego Alá acabó de construir el cuerpo humano. Puso en él trescientos sesenta conductos y doscientos cuarenta huesos. Le dio tres instintos: el de la vida, el de la reproducción y el del apetito. También le puso un bazo, un corazón, unos pulmones, seis tripas, un hígado, dos riñones, un cerebro, dos compañones, nervio y piel. Le dotó de cinco sentidos guiados por siete espíritus vitales. Con respecto al orden de los órganos, Alá puso el corazón en el lado izquierdo del pecho, extendiéndolo debajo el estómago. Le proporcionó los pulmones para que sirvieran de abanicos al corazón; situó el hígado a la derecha para que fuese como la guarda del corazón y, por último, dispuso el enlazamiento de los intestinos y la articulación de las costillas. Con respecto a la cabeza, se compone de cuarenta y ocho huesos. El pecho contiene veinticuatro costillas en el hombre y veinticinco en la mujer. Esa costilla suplementaria se encuentra a la derecha y sirve para guardar al niño en el vientre de la madre, rodeándolo y sosteniéndolo./ ¿Puedes ahora hablarnos de los síntomas de las enfermedades? Ella respondió: Los síntomas de las enfermedades son externos e internos. Sirven para indicar la clase de dolencia y su grado de gravedad. En efecto, el hombre hábil en este arte sabe adivinar el mal con sólo tomar el pulso al enfermo. De este modo averigua el grado de sequedad, de calor, de dureza, de frío y de humedad. Asimismo sabe que si a un hombre se le ponen amarillos los ojos es porque tinen malo el hígado, y que si a otro se le encorva la espalda, es porque tiene gravemente atacados los pulmones. Los síntomas internos que guían la observación médica son: los vómitos, los dolores, los edemas, los excrementos y la orina./ ¿A qué se deben los dolores de cabeza? Ella respondió: El dolor de cabeza se debe, ante todo, a la nutrición, cuando se carga el estómago antes de que los anteriores alimentos se hayan digerido. También se debe a comidas hechas sin tener apetito. La gula es causa de todas las enfermedades que asolan la tierra. El que desee prolongar su vida, debe, por tanto, practicar la sobriedad y, además, levantarse temprano, evitar las vigilias, no hacer excesos con la mujer, no abusar de las sangrías y, por último, vigilarse el vientre. Por eso conviene que divida el vientre en tres partes, de las cuales llenará una con alimetos, otra con agua y dejará vacía la tercera, para que respire y pueda allí alojarse el alma. Lo mismo podría decirse del intestino cuya longitud es de dieciocho palmos./ La ictericia o amarillez febril se caracteriza por el tinte amarillo que adquiere la piel, por el mal sabor de boca, los vértigos, la frecuencia del pulso, los vómitos y la aversión a las mujeres. El que padece tal dolencia está expuesto a graves accidentes, como las úlceras intestinales, la peuresía, la hidropesía y los edemas, así como la melancolía de carácter grave, que, al debilitar el cuerpo, puede provocar el cáncer o la lepra./ ¿En cuántas partes se divide la medicina? En dos, estudio de las enfermedades y estudio de los remedios./ ¿Puedes decirme cuál es la mejor agua? -El agua pura y fresca, contenida en un recipiente poroso, frotado con cualquier perfume excelente o perfumado tan sólo con vapores de incienso. Sólo debe beberse después de la comida. Así se evita toda clase de enfermedades y se pone en práctica la frase del Profeta, ¡con él la plegaria y la paz!, que dijo: "El estómago es el receptáculo de todas las enfermedades, el estreñimiento la causa de todas las enfermedades, y la higiene el prinicpio de todos los remedios." / ¿Qué comida es la mejor entre todas? -La que prepara una mano de mujer, sin que haya costado demasiados preparativos y cuando la comemos con el corazón alegre. El plato llamado tharid es, ciertamente, el más delicioso de los platos, pues el Profeta, ¡con él la plegaria y la paz!, ha dicho: "El tharid es, con mucho, el mejor de los platos, lo mismo que Aischa es la más virtuosa de las mujeres." / ¿Qué opinas de las frutas? -Son el alimento más sano, junto con la carne del carnero. Pero no deben comerse demasiadas cuando ha avanzado mucho la estación./ ¿Y del vino? -¿Cómo me interrogas acerca del vino, cuando el Libro es muy explícito sobre ese particular? No obstante sus numerosas virtudes, está prohibido, porque turba la razón y enardece los humores. El vino y los juegos de azar son dos cosas que debe evitar el creyente, bajo pena de las mayores calamidades./ ¿Puedes hablarnos ahora de la sangría? -La sangría es necesaria a cuantas personas tienen demasiada sangre. Debe practicarse en ayunas, en un día de primavera, sin nubes, ni viento ni lluvia. La sangría produce sus mejores efectos cuando ese día cae en martes, en especial si es el decimoséptimo del mes. En verdad, nada hay tan bueno para los ojos, la cabeza y la sangre como la sangría. Pero nada tan malo si se practica durante los grandes calores o los grandes fríos, si al mismo tiempo se comen cosas saladas o ácidas, o si se realiza el miércoles o el sábado./ -La copulación es el acto que une sexualmente al hombre y a la mujer. Se trata de una cosa excelente y son numerosos sus beneficios y virtudes. La copulación aligera el cuerpo y alivia el espíritu, aleja la melancolía, atempera el calor de la pasión, atrae el amor, alegra el corazón, consuela de la ausencia y hace recobrar el sueño perdido. Se trata, naturalmente, de la copulación de un hombre con una mujer joven, pero si la mujer es vieja, sucede todo lo contrario, pues no hay desgracia que este acto no pueda engendrar. Copular con una vieja es exponerse a males sin cuenta, como afecciones a la vista, dolor de riñones, dolor de piernas y dolor de espalda. ¡En una palabra, es muy peligroso! Conviene huir de eso como de un veneno sin piedad. Para ese acto se debe escoger a una mujer experta, que comprenda al primer golpe de vista, que hable con las caderas y que dispense al propietario de los huevos de tener un gallinero. A toda copulación bien completa, sigue la humedad. Esta humedad se produce en la mujer a causa de la emoción que experimenta en sus partes honorables y en el hombre al jugo que segregan sus dos compañones. Este jugo sigue un camino muy complicado. El hombre posee una vena gruesa de la que nacen todas las demás. La sangre que riega todas ellas, cuyo número es de trescientas sesenta, acaba canalizándose en un tubo que concluye en el compañón izquierdo. En ese compañón izquierdo, la sangre, a causa de la agitación, acaba por clarificarse y se transforma en un líquido blanco, que se hace espeso a merced del calor del compañón y cuyo olor recuerda el de la leche de palmera./ ¿Puedes decirme qué ser viviente vive tan sólo cuando está aprisionado y muere al respirar aire libre? Y ¿qué frutas son las mejores? -¡El primero es el pez y las segundas la cidra y la granada! / ¿Puedes decirme, oh sabio, qué cosa hay redonda en la tierra, que se aloja en un ojo, ausentándose de él a veces y penetrando otras, que copula sin órgano masculino, que se separa de su compañero durante la noche, para enlazarse con él durante el día, y que elige su domicilio en las extremidades? -¡Es el botón en el ojal! / ¿De dónde sale el sol y adónde va cuando desaparece? Ella respondió: -El sol sale de los manantiales de Oriente y desaparece en los manantiales de Occidente. Esos manantiales son ciento ochenta. El sol es el sultán del día, como la luna lo es de la noche. Y, en el Libro, dijo Alá: "Soy yo quien otorga su luz al sol y su resplandor a la luna, y quien les asignó sus lugares matemáticos, que permitiesen conocer el cálculo de los días y de los años. ¡Yo soy quien fijó un límite a la carrera de los astros y prohibió a la luna que esperase al sol, así como a la noche que se adelantara al día! Por eso el día y la noche, las tinieblas y la luz, sin mezclar jamás su esencia, se identifican continuamente." / ¿Puedes hablarnos de los astros y decirnos sus influencias buenas y malas? Ella respondió: -Si tuviese que hablar de todos los astros, necesitaría más de una sesión. Por tanto, sólo diré lo justo. Además del sol y de la luna existen otros cinco planetas, que son Utared (Mercurio), El-Zohrat (Venus), El-Merrikh (Marte), El-Muschtari (Júpiter) y Zohal (Saturno). La luna, fría y húmeda, tiene buena influencia cuando está en Cáncer, su apogeo es Tauro, tiene a Scorpio por inclinación y por perigeo a Capricornio. El planeta Zohal, frío y seco, de influencia maligna, está en Capricornio y Acuario, su apogeo es Libra, su inclinación Aries y su perigeo Capricornio y Leo. El-Muschtari, de influencia benigna, está en Tauro, tiene a Piscis por apogeo, por inclinación a Libra y por perigeo a Aries y a Scorpio. Utared, de influencia a veces benigna y otras maligna, está en Géminis, tiene por apogeo Virgo, por inclinación a Piscis y por perigeo a Tauro. Por último, El-Merrikh, cálido y húmedo, de influencia maligna, está en Aries, tiene por apogeo a Capricornio, por inclinación a Cáncer y por perigeo a Libra./ ¡Oh esclava!, ¿crees que tendremos lluvias este mes? Ante esta pregunta, la bella Simpatía bajó la cabeza para reflexionar durante unbuen rato, lo que hizo creer al califa que se reconocía incapaz de responder. Pero no tardó la muchacha en erguir la cabeza, para decirle al califa: -¡Oh Emir de los Creyentes, no hablaré hasta que no me des permiso para desarrollar totalmente mi pensamiento! El califa, sorprendido, dijo: -¡Ya tienes el permiso! Simpatía exclamó: "-Entonces, oh Emir de los Creyentes, dejáme tu alfanje un instante para que le corte la cabeza a este astrónomo, que es un impío y un descreído." A estas palabras, estallaron en carcajadas el califa y todos los sabios de la asamblea. Pero Simpatía continuó: "-Debes saber, oh astrónomo, que hay cinco cosas que sólo conoce Alá: la hora de la muerte, cuando va a llover, el sexo de un niño en el seno de la madre, los sucesos futuros y el sitio donde cada uno morirá!" El astrónomo sonrió y dijo: "-No te hice esa pregunta más que como prueba. ¿Puedes decirnos, y con eso no nos alejaremos del asunto, la influencia ejercida por los astros sobre los días de la semana?" Ella respondió: "-El domingo es el día consagrado al sol. Cuando el año comienza en domingo, es señal de que los pueblos tendrán que sufrir muchas tiranías y vejaciones de sus sultanes, reyes y gobernantes. Habrá sequía, no crecerán las lentejas, se agriarán las uvas y se librarán feroces combates entre los reyes. ¡Pero Alá es mucho más sabio! El lunes es el día consagrado a la luna. Cuando el año comienza en lunes, constituye un buen augurio. Habrá lluvias en abundancia, muchas uvas y cereales, pero estallará la peste, no prosperará el lino, será malo el algodón y además la mitad del ganado morirá de epidemia. ¡Pero Alá es más sabio! El año puede comenzar en martes, día consagrado a El-Merrikh. Entonces caerán heridos de muerte los grandes y los poderosos, subirá el precio de los cereales, lloverá poco, habrá escasez de pescado la miel estará muy barata, las lentejas se venderán casi por nada, los granos de lino estarán muy caros y habrá una excelente cosecha de cebada. Pero se verterá mucha sangre y una epidemia diezmará los asnos, cuyo precio subirá muchísimo. ¡Pero Alá es más sabio! El miércoles es el día de Utared. Cuando un año comienza en miércoels, es señar de grandes catástrofes marítimas de muchos días de tempestad y de relámpagos, de carestía de cereales y de que van a subir de precio las cebollas, sin contar una epidemía que se cebará en los niños. ¡Pero Alá es mucho más sabio! El jueves es el día consagrado a El-Muschtari y si es el primero de año, constituye un indicio de concordia enttre los pueblos, de justicia en gobernantes y visires, de integridad en los cadíes y de grandes beneficios para la humanidad, como lluvias abundantes, frutas, granos, algodón, lino, miel, uvas y pescado. ¡Pero Alá es más sabio! El viernes es el día consagrado a El-Zhorat. Si abre el año es señal de que el rocío será abundante y la primavera muy hermosa. Nacerán muchos niños de ambos sexos, habrá muchos cohombros, sandías, calabazas, berenenas, tomates y también cotufas. ¡Pero Alá es más sabio! El sábado es, por útlimo, el día de Zohal. ¡Maldito el año que comienza en ese día! ¡Maldito ese año! ¡Habrá una gran avaricia en el cielo y la tierra, el hambre sucederá a la guerra, las enfermedades al hambre y los habitantes de Egipto y de Siria se lamentarán bajo la opresión que han de sufrir y bajo la tiranía de los gobernantes! ¡Pero Alá es mucho más sabio! / ¿Puedes decirme de qué punto o piso del cielo están colgados los siete planetas? ~ Desde luego. El planeta Zohal está colgado del séptimo cielo exactamente, El-Muschtari del sexto, El-Merrikh del quinto, el Sol del cuart, El-Zohrat del tercero, Utared del segundo y la Luna del primero./ Ahora te voy a interrogar yo. ¿Cuáles son las tres clases de estrellas? ~Las estrellas se dividen en tres clases, según la misión a que están dedicadas: unas cuelgan de la bóveda celeste, igual que antorchas, y sirven para iluminar la tierra; otras están suspendidas de manera invisible en el aire y sirven para iluminar los mares. Las estrellas de tercera categoría se mueven a voluntad entre los dedos de Alá. Se las ve desfilar en la noche y sirven para lapidar y castigar a los demonios que osan infringir las órdenes del Altísimo./ "La infidelidad circula entre los hijos de Adán como circula la sangre por las venas, en cuanto se dejan arrastrar por la blasfemia contra la tierra, los frutos de la tierra y las horas de la tierra. ¡El mayor crimen es blasfemar del tiempo y del mundo, pues el tiempo es Dios mismo y el mundo es hechura de Dios!" / Dime ahora quiénes son las cinco criaturas de Alá que bebieron y comieron sin expulsar del cuerpo nada por delante ni por detrás. ~ Son Adán, Simeón, el dromedario de Saleh, el carnero de Ismael y el pájaro que vio el santo Abubekr en la caverna./ ¡Dime qué cinco criaturas del paraíso no son hombres, ni genios ni ángeles! ~ El lobo de Jacob, el perro de los siete durmientes, el asno de El-Azir, el dromedario de Saleh y la mula Daldal de nuestro Santo Profeta, ¡con él la plegaria y la paz! / El filósofo preguntó: ¿Puedes decirme cuál fue el hombre que, al ponerse el sol, no oraba ni en el cielo ni en la tierra? ~ Soleimán, que oraba en una alfombra suspendida en el aire, entre el cielo y la tierra. / Debes, ahora, explicarme el sigi¿uiente caso: un hombre mira por la mañana a una esclava y comete un acto ilícito, mira a esa misma esclava al mediodía y es perfectamente lícito, la mira durante la siesta y resulta otra vez ilícito. A la puesta del sol le está permitido hacerlo, se le prohíbe durante la noche y a la mañana del siguiente día puede acercarse a ella con entera libertad. ¿Puedes explicarme que diferentes circunstancias logran sucederse con tanta rapidez en el espacio de un día y una noche? ~ La explicación es sencilla. Por la mañana un hombre mira a una esclava que no es suya, cosa ilícita según el Libro. Al mediodía la compra, y entonces la puede mirar y gozar de ella tanto como quiera. A la hora de la siesta, por alguna razón, le devuelve la libertad y, en vista de ello, ya no tiene derecho a dirigirle sus miradas. Pero al ponerse el sol se casa con ella y todo se hace lícito. Por la noche cree oportuno divorciarse y no se puede acercar a ella, pero a la mañana la toma de nuevo por esposa, tras las ceremonias de costumbre y entonces puede reanudar sus relaciones con aquella mujer. En este momento del relato Scherezada advirtió que se aproximaba el nuevo día y calló discretamente./ ¿Puedes decirme qué mujer fue engendrada por un hombre sin que una madre le llevase en el seno? ~ Eva, que nació de Adán./ Háblame de las diversas clases de fuego. ~ Hay un fuego que come u no bebe: el fuego del mundo. Un fuego que come y bebe: el fuego del infierno. Un fuego que bebe y no come: el fuego del sol. Por último, un fuego que no come ni bebe, el de la luna./ El sabio inquirió entonces: Dime la clave de este enigma:Cuando bebo, mana de mis labios la elocuencia y cuando caino hablo sin hacer ruido. No obstante, pese a todas estas cualidades, no tengo honres en mi vida y, después de mi muerte, no me llora nadie. Ella respondió: ~ La pluma./ Él insistió: Ahora este otro enigma: Soy pájaro, pero no tengo cane, ni sangre, ni plumas, ni pulmón. Me comen asado, cocido o al natural y es muy difícil saber si estoy vivo o muerto. Mi color es el de la plata y oro. Ella, sonriendo, contestó: ~ En verdad que tienes ganas de emplear palabras excesivas para hacerme saber que se trata del huevo./ Dime la clave de este otro engima: Como sin tener boca ni vientre, me nutro de árboles y animales. Los alimentos solos prolongan mi vida, mientras que cualquier bebida me mata. ~El fuego./ Aún otro enigma: Son dos amigos que jamás gozaron, aunque pasan todas las noches uno en brazos del otro. Son los guardianes de la casa y sólo se separan al llegar la mañana. Ella respondió: ~ Las dos hojas de la puerta./ ¿Cuáles son la longitud y la anchura del puente de Sirat? ~ La longitud del puente de Sirat, por el que deben pasar los hombres el día de la Resurección, es de tres mil años de camino, mil para subir a él, mil para atravesar su parte plana y mil para bajar de él. ¡Es más escarpado que un corte de sierra y más estrecho que un cabello! / ¿Quién abrazó primero el Islám? ~ Abubekr./ Tengo aún algunas preguntas que hacert y lo haré muyr rápido: ¿Puedes deirme, en pocas palabras, que hay más dulce que la miel? ¿Qué es más cortante que un hacha? ¿Qué hay más rápido que el veneno? ¿Cuál es el goce de un instatne? ¿Cuál es la felicidad que dura tres días? ¿Cual es el día más dichoso? ¿Cuál es el regocijo de una semana? ¿Cuál es la deuda que ni el malo deja de pagar? ¿Cuál es el suplicio que nos persigue hasta la tumba? ¿Cuál es la alegría del corazón? ¿Cuál es el sufrimiento del espíritu? ¿Cuál es la desolación de la vida? ¿Cuál es el mal que no tiene remedio? ¿Cuál es la vergüenza que no puede borrarse? ¿Cuál es el animal que vive en los lugares desiertos y habita lejos de las ciudades, huyendo del hombre, y que reúne la naturaleza de otros siete animales? Ella respondió: ~ El amor de los niños es más dulce que la miel. La lengua es más cortante que el hacha. El mal de ojo es más rápido que el veneno. El goce del amor sólo dura un instante. La felicidad que dura tres días es la que experimenta el marido en las épocas menstruosas de su esposa, porque entonces descansa. El día más dichoso es el de la ganancia en un negocio. El regocijo que dura una semana es el de la boda. La deuda que ha de pagar toda persona es la muerte. La mala conducta de los hijos es la pena que nos persigue hasta la tumba. La alegría del corazón es la mujer sumisa para el esposo. El sufrimiento del espíritu es un sirviente malo. La pobreza es la desolación de la vida. El mal carácter es el mal sin remedio. La vergüenza imborrable es el deshonor de una hija. En cuanto al animal que vive en los lugares desiertos y detesta al hombre es el saltamontes, que reúne la naturaleza de otros siete animales: tiene cabeza de caballo, cuello de toro, alas de águila, pies de camello, cola de serpiente, vientre de escorpión y cuernos de gacela./ Se cuenta, pero Alá es más sabio./ ¡Pero por Alá y su gracia nos ha venido toda ciencia; todo conocimeinto es un préstamo de su generosidad y el mejor de sus dones la virtud de la humildad! / El orígen directo de los hombres, cosa que apenas puede conccer la madre y que el padre generalmente ignora./ ¡Pon distancia entre tu cuello y la cólera del sultán y haz que te ejecuten por contumacia! / ¡Por mi cabeza que te concedo la seguridad y que, digas lo que digas, quedas absuelto de antemano! Y le tiró el pañuelo de la salvaguardia./ Alá Todopoderoso posee entre sus benditos nombres el de Velador, pues le agrada velar con los velos del misterio las cosas cuya divulgación resultaría perjudicial./ Pues los reyes, hijos de reyes, no tienen costumbre de corresponder al mérito con distribuciones de carne u otra cosa análoga, sino que recompensan los méritos con magníficos presentes, ropones de honor y riquezas sin cuento./ ¡Gloria a Alá el Retribuidor! Da a unos el poder, con los agobios y las preocupaciones, y a otros la pobreza, con la despreocupación y el alivio de corazón. ¡Y estos últimos son los más favorecidos! ¡Bendito sea! / Ante el Altísimo, que ve y juzga los actos de los reyes. Y se alegraba mucho de haber tenido la idea de liberarse de una vida tan pesada y tan complicada, y de haberla cambiado, por una existencia de aire libre e independencia donde sus únicas propiedades consistían en su camisa, su capote de lana y su báculo./ Sentía una gran serenidad que le refrescaba el alma y le hacía olvidar sus pasadas emociones./ Sólo Alá es noble, mi señor. Yo no soy más que un pobre hombre, un mendigo./ ¡Gloria al que derriba y eleva, al que humilla y honra con las decisiones de su sabiduría y su poder! / El dolor, hermano mío, es un fuego que purifica, y los reveses del tiempo curan los ojos ciegos de nacimiento./ No me rechaces que la negativa es una de las formas de la mezquindad./ Más hermosa que la luna de Ramadán./ ¡Los reyes no se deben quedar nunca atrás en cuanto a liberalidad y a atenciones! / ¡Qué desgracia para todos! ¿Por qué, nos trata tu marido de este modo tan humillante y persiste en absternerse de la penetración? ¿Qué pensarán nuestros parientes y nuestros esclavos de esa injuriosa conducta? ¿No será lógico que piensen que esa absitnencia se debe a algún motivo inconfesable o a alguna razón parecida? / Entonces llegué a una llanura desierta, en la que no había más presencia que el ojo de Alá y la hierba salvaje./ ¡Pero Alá es más grande, y de Él procedemos y a Él volveremos! / No te extrañe nada, hermano mío, pues todo lo que está escrito debe ocurrir y nada es imposible para Aquél que todo lo ha creado./ Considero que los locos son personas con un entendimiento distinto al nuestro, que hallan entre las cosas relaciones que no están al alcance de los cuerdos./ Lo increíble tiene la ventaja de no provocar ideas torturadoras. No intentes entenderlo y deja que las cosas sigan en su curso normal./ ¡Cuando la chapa está al rojo, está a punto para el martillo! / Al momento ella vino a mi encuentro, echándose sobre mí y restregándose conmigo con un asombroso ardor. Yo, señor, sentí que mi alma se albergaba totalmente donde tú ya sabes./ El padre con turbante./ El carnero aquella noche no dio menos de treinta topetazos a aquella batalladora oveja, sin dejar la lucha hasta que el contrincante hubo pedido gracia y solicitado cuartel./ Alá es el más grande, visir./ ¡Los designios del Retribuidor están siempre justificados, pero ignoramos los motivos a que obedece! / Alá me libre de hacerte reproches por tu conducta, pues el pasado pertenece al Dueño de todo y sólo el presente nos incumbe! / Las dos piedras preciosas de sus ojos babilónicos y sus mejillas de anémona, su boquita cual estuche de coral que encerraba un brazalete de perlas./ No había recogido más que lo que sembré./ Dije palabras tan dulces y tan enternecedoras cual las gotas de la lluvia en un ardoroso desierto./ Del jeque Al-Islam, jefe supremo de los cadíes, que se sienta en la alfombra de la ley, que es un saíd cuya familia se remonta a los padres del apóstol de Alá./ No puedes seguir en la casa y en la familia del jeque Al-Islam, pues temo que te escupan al rostro y te traten con más desprecio que a un perro nazareno o a un puerco judío. (!)/ Totalmente desnuda, blanca y fina, con tal riqueza y gordura en sus partes delicadas, con su trasero rollizo y la excelente calidad de sus diversos atributos./ Sé rápdo en el asalto y pesado en el descenso, ligero en el peso y fuerte en el abrazo, nadador de fondo, tapón hermético y agresor sin descanso. Pues aquél que resulta detestable es el que se levanta una o dos veces, para sentarse en seguida, el que alza la cabeza para bajarla y el que se pone en pie para caer. Por tanto, ¡brío, valiente! / No olvides a ese buen conejo sin orejas y sácalo de su sueño, oh tú, ejemplar./ Hacer la digestión, para evitar todo peligro de dolor del vientre, para recomenzar nuestros escarceos y diversiones./ Mi espíritu se alimentó con el pan de la sabiduría./ Pero, oh mi señor, toda la sabiduría es vana si no se siembra en un terreno cuyo fondo sea propicio, pues se borra al primer roce del rastrillo de la sabiduría, que rae la capa fértil. Debajo sólo quedan la sequía y la esterilidad./ Piensa también en la distancia que hay entre los solitarios de la sabiduría y los reyes de la tierra./ ¿Olvidas lo incompatible que es la sabiduría con el trato de las hijas de Adán, en especial si son hijas de reyes? / ¡Oh hijo mío, nada hay tan lleno de riqueza como la renunciación y nada tan satisfactorio como la soledad! / ¡Oh niño que llevas en ti la vida y olvidas cuán turbadora y corruptora es la mujer! / ¡En Alá me refugio del Cheitán lapidado! / Debes saber también que, según los anales de los hombres justos, el santo Nuh se durmió cierto día, mientras sus hijos Sam y Ham estaban a su lado. De improviso se levantó una brisa que le arremangó la ropa y le dejó las interioridades al descubierto. Al verlo, Ham se echó a reír y, como le divertía el espectáculo, ya que Nuh, segundo padre de los hombres, era rico en suntuosidades rígidas, no quiso cubrir sus desnudeces. Entonces Sam se levantó para taparlo, bajando la ropa. En aquel momento se despertó el venerable Nuh y, al ver reír a Ham, le maldijo, y al ver el serio rostro de Sam, le bendijo. En ese instante a Sam se le puso la cara blanca y a Ham negra. Sam fue el tronco del que nacieron los profetas, los pastores de los pueblos, los sabios y los reyes. Ham, que había huído de la presencia de su padre, fue el tronco del que nacieron los negros, los sudaneses. ¡Y ya sabes, oh negra, que todos los sabios y los hombres en general sustentan la opinión de que no puede haber un sabio en la raza negra ni en los países negros! / ¡Por naturaleza he preferido siempre, como cabalgadua para el torneo de lanza, un garañón negro, de finos corvejones, dejando que los otros monten elefantes! / ¡Palabras claras y cortas valen más que discursos largos! / La alegría de la vida y la voluptuosidad consiste en tres cosas: ¡comer carne, montar carne y meter carne en carne! / ¡Todo es posible con la voluntad de Alá! / El Altísimo, que no tiene portero en la puerta de su generosidad, escuchó el ruego./ Quien desee llegar a ser soberano de los hombres, de los genios, de las aves y de los animales, no tendrá más que encontrar el anillo que el profeta Soleimán lleva al dedo, en la Isla de los Siete Mares, que le sirve de sepultura. Este anillo mágico es el que Adán padre de los hombres, llevaba en el paraíso antes de un pecado y que le quitó el ángel, para dárselo luego al sabio Soleimán. (Señor de los anillos?) / -¡Oh jefe de los gigantes, vamos a morir de hambre y no sabemos por qué nos prohibes tocar esas manzanas! El gigante respondió: ¿Cómo pretendes desconocer el motivo de la prohibición? ¿Habéis olvidado, oh hijos de los hombres, que Adán, padre de vuestra raza, desobedeció las órdenes de Alá, comiendo de estas frutas prohibidas? (Manzana de Adán?) / En el principio de los tiempos Alá el Altísimo creó el fuego y lo guardó en el globo en siete regiones diferentes, situadas unas debajo de otras, cada una de las cuales estaba a una distancia de mil años, según la medida humana./ A la primera región la llamó Lazy, por haberla construido en forma de sima, y la destinó a todos aquellos que después de la venida futura del profeta Mahoma, ¡con él la oración y la paz!, persistiesen en sus errores y sus tinieblas, rehusando hacerse creyentes. Luego construyó la tercera región y, después de darle la forma de una caldera hirviente, la llamó El-Jahim, donde encerró a los demonios Gog y Magig. Formó una cuarta región, que llamó Sair, que destinó como vivienda de Eblis, jefe de los ángeles rebeldes que no quisieron reconocer a Adán y saludarle según las órdenes formales del altísimo. A la quinta región le dio el nombre de Saqhar, reservándola para los impíos, los embusteros y los orgullosos. Hecho esto, abrió una inmensa caverna, que llenó de aire abrasado y pestilente, la llamó Hitmar y la destinó a torturar a judíos y cristianos. La séptima, llamada Hawya, la reservó para meter allí a los judíos y cristianos que no cupiesen en la anterior y a los que sólo fuesen creyentes en apariencia./ Los genn somos hijos del fuego./ Debes saber que la tierra que habitamos se ve siempre refrescada por las nieves del Cáucaso, que la rodea como un cinturón. Sin esto no podríamos habitarla por causa del fuego subterráneo. Está también formada por siete pisos, que descansan sobre los hombros de un genn dotado de maravillosa fuerza. Este genn se encuectra de pie sobre una roca que, a su vez, descansa sobre las costillas de un toro. Al toro lo arrastra un enorme pez y éste nada en la superficie del mar de la Eternidad./ El mar de la Eternidad tiene por lecho el piso superior del infierno, el cual, con sus siete regiones, está contenido en la garganta de una monstruosa serpiente, que permanecerá inmóvil hasta el día del juicio./ Entonces vomitará de su garganta el infierno con todo su contenido en presencia del Todopoderoso, que pronunciará su definitiva sentencia./ Nuestra edad es siempre la misma. Nosotros no envejecemos jamás, mientras que, en torno nuestro, la Naturaleza, los hombres y todos los seres creados se encaminan inevitablemente a la decrepitud. Pero nosotros no envejecemos nunca./ Me lanzó una mirada que se me clavó en el hígado./ ¡Sus cabellos se balancean por encima de su hermosa y redonda grupa! / Esos son hombres del desierto, valoran el agua, no el oro./ ¡Loor y gloria hasta el fin del tiempo al que permanece intangible en su eternidad, cambia a su antojo los acontecimientos y no experimenta cambio alguno: Señor de lo Visible y de lo Invisible, el Único! ¡Y la plegaria y la paz y las más selectas bendiciones para el elegido del Supremo Poder de ambos mundos, para nuestro señor Mahoma, Príncipe de los Enviados, Joya del Mundo! Pidámosle un dichoso y feliz./ FIN
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