sábado, 8 de marzo de 2008

QUIJOTE DE LA MANCHA FROM PAGE 5

Capítulo XXIV - Donde se prosigue la aventura de la Sierra Morena. / Es consuelo en las desgracias hallar quien se duela dellas./ Que para remediar desdichas del cielo poco suelen valer los bienes de la fortuna./ Las plumas, las cuales, con más libertad que las lenguas, suelen dar a entender a quien quieren lo que en el alma está encerrado, que muchas veces la presencia de la cosa amada turba y enmudece la intención más determinada y la lengua más atrevida./ Como entre los amigos no hay cosa secreta que no se comunique./ Que venía a ver y a feriar unos muy buenos caballos que en mi ciudad había que es madre de los mejores del mundo./ La ausencia hacía su oficio, a pesar de los más firmes pensamientos./ Como el amor en los mozos por la mayor parte no lo es, sino apetito, el cual no tiene como último fin el deleite, en llegando a alcanzarle se acaba y ha de volver atrás aquello que parecía amor, porque no puede pasar adelante del término que le puso naturaleza, el cual término no le puso a lo que es verdadero amor... / Alabéle la hermosura, donaire y discreción de Luscinda, de tal manera, que mis alabanzas movieron en él los deseos de querer ver doncella de tan buenas partes adornada./ -Déjeme vuestra merced, señor caballero de la Triste Figura, que en éste, que es villano como yo y no está armado caballero, bien puedo a mi salvo satsifacerme del agravio que me ha hecho peleando con él mano a mano como hombre honrado./ Capítulo XXV - Que trata de las extrañas cosas que en Sierra Morena sucedieron al valiene caballero de la Mancha, y de la imitación que hizo a la penitencia de Beltenebros. / Aparece el jumento de Sancho, pero se lo habían robado!!! / Si ya quisiera la suerte que los animales hablaran, como hablaban en tiempo de Guisopete. / Esopo: celebérrimo fabulista griego. De su vida y de sus obras no se conoce nada. Herodoto dice que fue esclavo de Iadmón, Aristófanes le supone hijo de Atenas. Samos, Sardas, Mesembria, Cotaedum se disputan el honor de haberle visto nacer. (520-560) a. de C. El vulgo deformó su nombre llamándole Isopo y Guisopo; Sancho usa éste en diminutivo./ Que no se puede llevar en paciencia, andar buscando aventuras toda la vida, y no hallar sino coces y manteamientos, ladrillazos y puñadas./ Que no había para qué hacer cuenta de las palabras de un loco./ Contra cuerdos y contra locos está obligado cualquier caballero andante a volver por la honra de las mujeres, cualesquiera que sean./ -Ni yo lo digo ni lo pienso -respondió Sancho-, allá se lo hayan, con su pan se lo coman: si fueron amancebados o no, a Dios habrán dado la cuenta; de mis viñas vengo, no sé nada; no soy amigo de saber vidas ajenas, que el que compra y miente, en su bolsa lo siente. Cuanto más, que desnudo nací, desnudo me hallo, ni pierdo ni gano; mas que lo fuesen, ¿qué me va a mí? Y muchos piensan que hay tocinos y no hay estacas. ¿Más quién puede poner puertas al campo? Cuanto más, que de Dios dijeron.. (De mis viñas vengo: expresión que se suele usar para dar a entender uno que no ha tenido intervención en un hecho.) (A donde pensáis hallar tocinos, no hay estacas. Proverbio que significa que a veces cuando creemos a uno muy rico, el averiguarlo hallamos que es pobre. El sentido es que donde esperamos hallar una casa llena de embutidos, no encontramos siquiera los varales, o estacas, donde aquellos se cuelgan.) (El refrán es: Que digan, pues que de Dios dijeron, que Sancho estropea como acostumbra.) / Entremétete en espolear a tu asno, y deja de hacello en lo que no te importa. (Aquí Cervantes menciona al asno pero se lo habían robado a Sancho.) / Quiero, Sancho, que sepas que el famoso Amadís de Gaula fue uno de los más perfectos caballeros andantes./ Cuando algún pintor quiere salir famoso en su arte, procura imitar los originales de los más únicos pintores que sabe. Y esta mesma regla corre por todos los más oficios o ejercicios de cuenta, que sirven para adorno de las repúblicas. Y así lo ha de hacer y hace lo que quiere alcanzar nombre de prudente y sufrido, imitando a Ulises, en cuya persona y trabajos nos pinta Homero un retrato vivo de prudencia y de sufrimiento, como también nos mostró Virgilio en persona de Eneas el valor de un hijo piadoso y la sagacidad de un valiente entendido capitán, no pintándolos ni describiéndolos como ellos fueron, sino como habían de ser, para quedar ejemplo a los venideros hombres de sus virtudes./ Desta mesma suerte Amadís fue al norte, el lucero, el sol de los valientes y enamorados caballeros, a quien debemos de imitar todos aquellos que debajo de la bandera de amor y de la caballería militamos. Siendo, pues, esto así, como lo es, hallo yo, Sancho amigo, que el caballero andante que más le imitare, estará más cerca de alcanzar la perfección de la caballería. (Amadís de Gaula, lib. II, cap. XLVIII. Como se ve, don Quijote modifica las cosas a su gusto.) (Orlando, rendido de calor, entró en una gruta, cerca de la cabaña del pastor donde estuvieron Angélica y Medoro. En ella encontró un letrero en arábigo conmemorando los amores de ambos, y en consecuencia se volvió loco, recorrió España haciendo las insolencias enumeradas por don Quijote. (Orlando furioso, cap. 23, 24, 30, etc.) Cervantes incluye, con puntos de humor; arrastró yeguas, que ya quedaba incluido en: destruyó ganados.) / Quien se está ausente todos los males tiene y teme./ Vive Dios, señor caballero de la Triste Figura, que no puedo sufrir ni llevar en paciencia algunas cosas que vuestra merced dice, y que por ello vengo a imaginar que todo cuanto me dice de caballerías, y de alcanzar reinos e imperios, de dar ínsulas, y de hacer otras mercedes y grandezas, como es uso de caballeros andantes, que todo debe de ser cosa de viento y mentira, y todo pastraña o patraña, o como le llamáremos; porque quien oyere decir a vuestra merced, que una bacía de barbero es el yelmo de Mambrino, y que no salga deste error en más de cuatro días, ¿qué ha de pensar sino que quien tal dice y afirma, debe de tener güero el juicio? La bacía yo la llevo en el costal toda abollada, llévola para aderezarla en mi casa, y hacerme la barba en ella, si Dios me diere tanta gracia, que algún día me vea con mi mujer y hijos. (Sancho se rebela.) / ¿Es posible que en cuanto ha que andas conmigo, no has echado de ver que todas las cosas de los caballeros andantes parecen quimeras, necedades y desatinos, y que son todas hechas al revés? Y no porque sea ello así, sino porque andan entre nosotros siempre una caterva de encantadores, que todas nuestras cosas mudan y truecan, y las vuelven según su gusto, y según tienen la gana de favorecernos o destruirnos; y así, eso que a ti te parece bacía de barbero, me parece a mí el yelmo de Mambrino, y a otro le parecerá otra cosa./ Bella, término y fin de toda humana hermosura./ ¡Oh Dulcinea del Toboso, día de mi noche, gloria de mi pena, norte de mis caminos, estrella de mi ventura./ El hacer una cosa por otra lo mesmo es que mentir./ (Quia in inferno nulla est redemptio: (porque en el infierno no hay redención alguna que Sancho, que debió haberlo oído en la iglesia, deforma como de costumbre.) / -Bien la conozco -dijo Sancho-, y sé decir que tira tan bien una barra como el más forzudo zagal de todo el pueblo. Vive el Dador que es moza de chapa, hecha y derecha, y de pelo en pecho, y que puede sacar la barba del lodo a cualquier caballero andante o por andar, que la tuviere por señora. ¡Oh hideputa, qué rejo que tiene, y qué voz! Sé decir que se puso un día encima del campanario del aldea a llamar unos zagales suyos que andaban en un barbecho de su padre, y aunque estaban de allí más de media legua, así la oyeron como si estuvieran al pie de la torre: y lo mejor que tiene es que no es nada melindrosa, porque tiene mucho de cortesana, con todos se burla, y de todo hace mueca y donaire. Ahora digo, señor caballero de la Triste Figura, que no solamente puede y debe vuestra merced hacer locuras por ella, sino que con justo título puede desesperarse y ahorcase, que nadie habrá que lo sepa, que no diga que hizo demasiado de bien, puesto que le lleve el diablo; y querría ya verme en camino sólo por vella, que ha muchos días que no la veo, y debe de estar ya trocada, porque gasta mucho la faz de las mujeres andar siempre al campo, al sol y al aire. Y confieso a vuestra merced una verdad, señor don Quijote: que hasta aquí he estado en una grande ignorancia, que pensaba bien y fielmente que la señora Dulcinea debía ser alguna princesa de quien vuestra merced estaba enamorado, o alguna persona tal que mereciese los ricos presente que vuestra merced le ha enviado, así el del vizcaíno como el de los galeotes, y otros muchos que deben ser, según deben de ser muchas las victorias que vuestra merced ha ganado y ganó en el tiempo que yo aun no era su escudero; pero bien considerado, ¿qué se le ha de dar a la señora Aldonza Lorenzo, digo a la señora dulcinea del Toboso, de que se le vayan a hincar de rodillas delante della los vencidos que vuestra merced envía y ha de enviar? Porque podría ser que al tiempo que ellos llegasen, estuviese ella rastrillando lino o trillando en las eras, y ellos se corriesen de verla, y ella se riese y enfadase del presente./ "Maravillado estoy, señora, y no sin mucha causa, de que una mujer tan principal, tan hermosa y tan rica, como vuestra merced, se haya enamorado de un hombre tan soez, tan bajo y tan idiota como fulano habiendo en esta casa tantos maestros, tantos presentados y tantos teólogos en quien vuestra merced pudiera escoger como entre peras, y decir éste quiero, aqueste no quiero." / "Vuestra merced, señor mío, está muy engañado, y piensa muy a lo antiguo, si piensa que yo he escogido mal en fulano por idiota que le parece, pues para lo que yo le quiero, tanta filosofía sabe y más que Aristóteles." Así que, Sancho, por lo que yo quiero a Dulcinea del Toboso, tanto vale como la más alta princesa de la tierra. Sí que no todos los poetas que alaban damas debajo de un nombre que ellos a su albedrío les ponen, es verdad que las tienen./ Y diga cada uno lo que quisiere, que si por esto fuere reprendido de los ignorantes, no seré castigado de los rigurosos./ No se ha de mentar la soga en casa del ahorcado./ Digo de verdad, que es vuestra merced el mesmo diablo, y que no hay cosa que no sepa./ -Por amor de Dios, señor mío, que no vea yo en cueros a vuestra merced, que me dará mucha lástima, y no podré dejar de llorar, y tengo tal la cabeza del llanto que anoche hice por el rucio, que no estoy para meterme en nuevos lloros./ Mal me conoce, pues a fe que, si me conociese, que me ayunase./ -A fe Sancho -dijo don Quijote-, que a lo que parece, que no estás tu más cuerdo que yo./ Sancho deja a don Quijote en Sierra Morena para ir a entregar una carta a Aldonza Lorenzo./ Capítulo XXVI - Donde se prosiguen las finezas que de enamorado hizo don Quijote en Sierra Morena./ -No hay para qué conmigo amenazas que yo no soy hombre que robo ni mato a nadie; a cada uno mate su ventura o Dios que le hizo./ Cuando Sancho vio que no hallaba el libro (donde venía escrita la carta a Dulcinea del Toboso), fuésele parando mortal el rostro, y tornándose a tentar todo el cuerpo muy apriesa, tornó a echar de ver que no le hallaba, y sin más ni más se echó entrambos puños a las barbas, y se arrancó la mitad dellas, y luego apriesa y sin cesar se dio media docena de puñadas en el rostro y en las narices, que se las bañó todas en sangre. (Sancho tenía barbas)./ Capitulo XXVII - De cómo salieron con su intención el cura y el barbero, con otras cosas dignas de que se cuenten en esta grande historia./ Era costumbre de gente humilde tener el peine puesto (cogado) entre las cerdas de una cola de buey./ Acuchillado: aplícase al vestido con aberturas semejantes a cuchilladas, bajo las cuales se ve otra tela, distinta de la de aquél./ Que se debieron de hacer ellos y la saya en tiempo del rey Wamba. (Wamba: rey de los visigodos en España desde 572 hasta 680. Fue buen gobernante. En tiempo del rey Wamba: expresión para denotar una época muy antigua)./ Subió en su mula a mujeriegas. (A mujeriegas: cabalgando sentado en la silla, o albarda, y no a horcajadas)./ ¿Quién menoscaba mis bienes? Desdenes. ¿Y quién aumenta mis duelos? Los celos. ¿Y quién prueba mi paciencia? Ausencia. De ese modo en mi dolencia, Ningún remedio se alcanza, Pues me matan la esperanza, Desdenes, celos y ausencia. ¿Quién me causa este dolor? Amor. ¿Y quién mi gloria repugna? Fortuna. ¿Y quién consiente mi duelo? El cielo. De ese modo, yo recelo Morir deste mal extraño, Pues se aunan en mi daño Amor, fortuna y el cielo. ¿Quién mejorará mi suerte? La muerte. Y el bien de amor ¿quién le alcanza? Mudanza. Y sus males ¿quién los cura? Locura. De ese modo no es cordura Querer curar la pasión, Cuando los remedios son: Muerte, mudanza y locura. / ¿De qué me quejo, ¡desventurado de mí!, pues es cosa cierta que cuando traen las desgracias la corriente de las estrellas, como vienen de alto a bajo, despeñándose con furor y con violencia, no hay fuerza en la tierra que las detenga, ni industria humana que prevenirlas pueda? / Aún con relojes de sol y de agua, las gentes del pueblo dividían el día no en horas indicadas por números, sino en: aurora, mañana, mediodía, tarde, noche. En toda la Edad Media, la mayoría de europeos no tenían otro conocimiento de la marcha del tiempo que el aviso de las campanas de las iglesias tocando a oración por la mañana, mediodía y al atardecer./ ¿Quién hay en el mundo que se pueda alabar que ha penetrado y sabido el confuso pensamiento y condición mudable de una mujer? Ninguno por cierto./ ¡Oh memoria, enemiga mortal de mi descanso! / Si entonces les diera muerte, pues la que se recibe repentina, presto acaba la pena; mas la que se dilata con tormentos, siempre mata sin acabar la vida./ y no os canséis en persuadirme ni aconsejarme lo que la razón os dijere que puede ser bueno para mi remedio, porque ha de aprovechar conmigo lo que aprovecha la medicina recetada de famoso médico al enfermo que recebir no la quiere./ Ella quiso, con su mudanza, hacer estable mi perdición; yo querré, con procurar perderme, hacer contenta su voluntad, y será ejemplo a los por venir de que a mí solo faltó lo que a todos los desdichados sobra, a los cuales suele ser consuelo la imposibilidad de tenerle, y en mí es causa de mayores sentimientos y males, porque aun pienso que no se han d acabar con la muerte./ Capítulo XXVIII - Que trata de la nueva y agradable aventura que al cura y barbero sucedió en la misma sierra./ Me darán lugar para que con quejas comunique mi desgracia al cielo, que no la de ningún hombre humano, pues no hay ninguno en la tierra de quien se pueda esperar consejo en las dudas, alivio en las quejas, ni remedio en los males./ Ningún mal puede fatigar tanto, ni llegar tan al extremo de serlo, mientras no acaba la vida, que rehuya d no escuchar siquiera el consejo que con buena intención se le da al que lo padece./ Estaba la disfrazada moza como embelesada, mirándolos a todos sin mover labio ni decir palabra alguna, bien así como rústico aldeano que de improviso se le muestran cosas raras y dél jamás vistas./ La música compone los ánimos descompuestos, y alivia los trabajos que nacen del espíritu./ Me daba un no sé qué de contento verme tan querida y estimada de un tan principal caballero, y no me pesaba ver en sus papeles mis alabanzas; que en esto por feas que seamos las mujeres, me parece a mí que siempre nos da gusto el oír que nos llaman hermosas./ No sé cómo es posible que tenga tanta habilidad la mentira, que las sepa componer de modo que parezcan tan verdaderas./ A lo igual de lo que mi calidad pedía, porque nunca los tan desiguales casamientos se gozan ni duran mucho en aquel gusto con que se comienzan./ Porque después de cumplido aquello que el apetito pide, el mayor gusto que puede venir es apartarse de donde le alcanzaron./ Un mal llama a otro. (Refrán equivalente a: bien vengas , mal, si vienes solo. El del texto es traducción del bíblico abyssus abyssum invocat (un abismo llama a otro abismo). (Salmo XLI, vers. 8) / Capítulo XXIX - Que trata del gracioso artificio y orden que se tuvo en sacar a nuestro enamorado caballero de la asperísima penitencia en que se había puesto./ Manos a la labor, que en la tardanza dicen que suele estar el peligro./ -Vamos de aquí en el nombre de Dios a favorecer esta gran señora. (Al acometer una empresa, caballeros y no caballeros solían invocar a Dios, diciendo: a la mano de Dios.) / Blancos o amarillos. (Volverlos blancos o amarillos: trocarlos en plata u oro.) / Que dijo eran cierto ensalmo apropiado para pegar barbas. (Ensalmo: modo supersticioso de curar con oraciones y aplicación empírica de medicinas. Los ensalmos obraban radical y brevemente de donde vino el decir; como por ensalmo, para encarecer la prontitud con que se hizo o sucedió algo.) (Ha habido ensalmos curiosísimos, para cosas ridículas, pero el de pegar barbas es quizás único en el mundo. Para burlarse de los libros de caballerías Cervantes derrochó humor.) / Peso ensayado, moneda imaginaria que se tomaba como unidad en las casas de moneda de América para apreciar las barras de plata y que excedía del peso fuerte con el importe de los gastos de braceaje y señoreaje./ Capítulo XXX - Que trata de la discreción de la hermosa Dorotea, con otras cosas de mucho gusto y pasatiempo./ Pedir cotufas al golfo, pedir cosas imposibles. La Cotufa es un tubérculo de la raíz de la aguaturma, de unos tres centímetros de largo, y que se come cocido./ Que los primeros movimientos no son en manos de los hombres./ La pragmática de 1539 de Carlos V ordenaba que loa gitanos vistieran de modo diferente; la de 1695 les prohibía hablar su lengua, que ellos llaman jerigonza./ -¿Cómo has estado, bien mío, rucio de mis ojos, compañero mío? Y con esto le besaba y acariciaba como si fuera una persona. El asno callaba, y se dejaba besar y acariciar de Sancho sin responder palabra alguna./ -Echemos, Panza amigo, pelillos a la mar. (Pelillos a la mar: olvido de agravios. Debe su origen a la fórmula andaluza de hacer las paces los niños cuando riñen: Se arrancan dos pelos, los soplan diciendo que van al má y que la guerra está acabá./ Durmiendo en el suelo, sin comer pan a manteles./ Que ya tengo edad para dar consejos./ El refrán dice: Quien bien tiene y mal escoge, por que le venga no se enoje./ -Con esta manera de amor -dijo Sancho- he oído yo predicar que se ha de amar a nuestro Señor por sí solo, sin que nos mueva esperanza de gloria o temor de pena. Aunque yo le querría amar y servir por lo que pudiese./ No hay villano que guarde palabra que diere, si él ve que no le está bien guardalla./ Sacó de su repuesto Sancho un pedazo de pan y otro de queso, y dándoselo al mozo, le dijo: -Toma, hermano Andrés, que a todos nos alcanza parte de vuestra desgracia. -¿Pues qué parte os alcanza a vos?- preguntó Andrés. -Esta parte de queso y pan que os doy -respondió Sancho-, que Dios sabe si me ha de hacer falta o no; porque os hago saber, amigó, que los escuderos de los caballeros andantes estamos sujetos a mucha hambre y a mala ventura, y aun a otras cosas que se sienten mejor que se dicen./ Capítulo XXXII - Que trata de lo que sucedió en toda la venta a toda la cuadrilla de don Quijote./ -Para mi santiguada, que no se ha aun de aprovechar más de mi rabo para su barba, y que me ha de volver mi cola; que anda lo de mi marido por esos suelos, que es vergüenza; digo el peine, que solía yo colgar de mi buena cola./ Estámosle escuchando con tanto gusto, que nos quita mil canas./ Digo que todo esto es cosa de mieles./ Yo no sé para qué es tanto melindre; si lo hacen de honradas, cásense con ellos, que ellos no desean otra cosa./ Como buen psicólogo, Cervantes pone en boca de cada personaje -ventero, Maritornes, hija del ventero- las alabanzas correspondientes a su propia idiosincracia -escenas de fuerza, lascivas y románticas./ Pusieran en olvido las de Héctores, Aquiles y Roldanes./ Él tiene por cierto que todo lo que estos libros cuentan pasó ni más ni menos que lo escriben, y no le harán creer otra cosa frailes descalzos./ Bueno es que quiera darme vuestra merced a entender que todo aquello que estos buenos libros dicen sea disparates y mentiras, estando impreso con licencia de los señores del Consejo Real como si ellos fueran gente que habían de dejar imprimir tanta mentira junta, y tantas batallas y tantos encantamientos, que quitan el juicio. (Este argumento, esgrimido por muchos lectores de libros de esta clase, fue usado por un sacerdote conocido por Melchor Cano, dominico del siglo XVI, que tenía por verdaderas las historias de Amadís y de Don Clarón. Don Quijote lo emplea en el cap. L.) Así como se consiente en las repúblicas bien concertadas que haya juegos de ajedrez, de pelota y de trucos, para entretener a algunos que ni quieren, ni deben, ni pueden trabajar, así se consiente imprimir y que haya tales libros, creyendo, como es verdad, que no ha de haber alguno tan ignorante que tenga por historia verdadera ninguno destos libros./ Capítulo XXXIII - Donde se cuenta la novela del Curioso impertinente. / No se han de visitar ni continuar las casas de los amigos casados de la misma manera que cuando eran solteros; porque aunque la buena y verdadera amistad no puede ni debe de ser sospechosa en nada, con todo esto, es tan delicada la honra del casado, que parece que se puede ofender aun de los mismos hermanos, cuanto más de los amigos./ Suyo propio. Decía él, y decía bien, que el casado a quien el cielo había concedido mujer hermosa, tanto cuidado había de tener qué amigos llevaba a su casa, como en mirar con qué amigas su mujer conversaba, porque lo que no hace ni concierta en las plazas, ni en los templos, ni en las fiestas públicas, ni estaciones (cosas que no todas veces las han de negar los maridos a sus mujeres), se concierta y facilita en casa de la amiga o de la parienta de quien más satisfación se tiene./ Tenían necesidad los casados de tener cada uno algún amigo que le advirtiese de los descuidos que en su proceder hiciese, porque suele acontecer, que con el mucho amor que el marido a la mujer tiene, o no le advierte o no le dice por no enojalla, que haga o deje de hacer algunas cosas, que el hacellas o no, le sería de honra o de vituperio, de lo cual siendo del amigo advertido, fácilmente pondría remedio en todo./ ¿qué hay de agradecer -decía él-, que una mujer sea buena, si nade le dice que sea mala? / Ansí que, la que es buena por temor o por falta de lugar, yo no la quiero tener en aquella estima en que tendré a la solicitada y perseguida, que salió con la corona del vencimiento./ de quien el Sabio dice que ¿quién la hallará? / Porque los buenos amigos han de probar a sus amigos y valerse de ellos, como dijo un poeta, usque ad aras, que quiso decir, que no se habían de valer de su amistad en cosas que fuesen contra Dios. Pues si esto sintió un gentil de la amistad, ¿cuánto mejor es que lo sienta el cristiano, que sabe que por ninguna humana ha de perder la amistad divina? Y cuando el amigo tirase tanto la barra, que pusiese aparte los respetos del cielo por acudir a los de su amigo, no ha de ser por cosas ligeras y de poco momento, sino por aquellas en que vaya la honra y la vida de su amigo. (Amicus usque ad arras: amigos hasta el altar, respuesta de Pericles a un amigo suyo que le pidió que en cierta causa judicial jurase en falso a su favor. La explicó Plutarco en su obra De la Mala Vergüenza. Cervantes la atribuyó a un poeta, ya por hallarla en un libro de métrica, ya por su inexactitud en citas./ porque si yo he de procurar quitarte la honra, claro está que te quito la vida, pues el hombre sin honra peor es que un muerto; y siendo yo el instrumento, como tú quieres que lo sea de tanto mal tuyo, ¿no vengo a quedar deshonrado, y por el mismo consiguiente, sin vida./ Paréceme que tienes tú ahora el ingenio como el que siempre tienen los moros, a los cuales no se les puede dar a entender el error de sus sectas con las acotaciones de la Santa Escritura, ni con razones que consistan en especulación del entendimiento ni que vayan fundadas en artículos de fe, sino que se les han de traer ejemplos palpables, fáciles, inteligibles, demostrativos, indubitables, con demostracionés matemáticas que no se pueden negar como cuando dicen: "Si de dos partes iguales, quitamos partes iguales, las que quedan también son iguales"; y cuando esto no lo entienden, háseles de mostrar con las manos y ponerlo delante de los ojos, y aun con todo esto no basta nadie con ellos a persuadirles las verdades de nuestra sacra religión. Y este mismo término y modo me convendrá usar contigo, porque el deseo que en ti ha nacido va tan descaminado y tan fuera de todo aquello que tenga sombra de razonable, que me parece que ha de ser tiempo mal gastado el que ocupare en darte a entender tu simplicidad, que por ahora no le quiero dar otro nombre, y aun estoy por dejarte en tu desatino en pena de tu mal deseo; mas no me deja usar deste rigor la amistad que te tengo, la cual no consiente que te deje puesto en tan manifiesto peligro de perderte./ Las cosas dificultosas se intentan por Dios, o por el mundo, o por entrambos a dos: las que se acometen por Dios son las que acometieron los santos, acometiendo a vivir vida de ángeles en cuerpos humanos; las que se acometen por respeto del mundo son las de aquellos que pasan tanta infinidad de agua, tanta diversidad de climas, tanta estrañeza de gentes, por adquirir estos que llaman bienes de fortuna. Y las que se intentan por Dios y por el mundo juntamente son aquellas de los valerosos soldados, que apenas veen en el contrario muro abierto tanto espacio cuanto es el que pudo hacer una redonda bala de artillería, cuando, puesto aparte todo temor, sin hacer discurso ni advertir al manifiesto peligro que les amenaza, llevados en vuelo de las alas del deseo de volver por su fe, por su nación y por su rey, se arrojan intrépidamente por la mitad de mil contrapuestas muertes que los esperan. Estas cosas son las que suelen intentarse, y es honra, gloria y provecho intentarlas, aunque tan llenas de inconvenientes y peligros. Pero la que tú dices que quieres intentar y poner por obra, ni te ha de alcanzar gloria de Dios, bienes de la fortuna, ni fama con los hombres; porque, puesto que salgas con ella como deseas, no has de quedar ni más ufano, ni más rico, ni más honrado que estás ahora; y si no sales, te has de ver en la mayor miseria que imaginarse pueda, porque no te ha de aprovechar pensar entonces que no sabe nadie la desgracia que te ha sucedido, porque bastará para afligirte y deshacerte que la sepas tú mesmo. Y, para confirmación desta verdad, te quiero decir una estancia que hizo el famoso poeta Luis Tansilo, en el fin de su primera parte de Las lágrimas de San Pedro, que dice así: Crece el dolor y crece la vergüenza en Pedro, cuando el día se ha mostrado; y, aunque allí no ve a nadie, se avergüenza de sí mesmo, por ver que había pecado: que a un magnánimo pecho a haber vergüenza no sólo ha de moverle el ser mirado; que de sí se avergüenza cuando yerra, si bien otro no vee que cielo y tierra. Así que, no escusarás con el secreto tu dolor; antes, tendrás que llorar contino, si no lágrimas de los ojos, lágrimas de sangre del corazón/ La moraleja de los daños de la codicia femenina y de la curiosidad de los hombres. La leyenda del vaso -un cuerno encantado- es muy antigua, siendo recogida en el siglo XII por el rey bretón Roberto Biket, y aparece en el libro I de Tristán, en que la hada Morgana, hermana del rey Artís, lo empleó para informar a éste los tratos de su mujer Ginebra con Lanzarote./ Dime, si el cielo, o la suerte buena, te hubiera hecho señor y legítimo posesor de un finísimo diamante, de cuya bondad y quilates estuviesen satisfechos cuantos lapidarios le viesen, y que todos a una voz y de común parecer dijesen que llegaba en quilates, bondad y fineza a cuanto se podía estender la naturaleza de tal piedra, y tú mesmo lo creyeses así, sin saber otra cosa en contrario, ¿sería justo que te viniese en deseo de tomar aquel diamante, y ponerle entre un ayunque y un martillo, y allí, a pura fuerza de golpes y brazos, probar si es tan duro y tan fino como dicen? Y más, si lo pusieses por obra; que, puesto caso que la piedra hiciese resistencia a tan necia prueba, no por eso se le añadiría más valor ni más fama; y si se rompiese, cosa que podría ser, ¿no se perdería todo? Sí, por cierto, dejando a su dueño en estimación de que todos le tengan por simple. Pues haz cuenta, Anselmo amigo, que Camila es fínisimo diamante, así en tu estimación como en la ajena, y que no es razón ponerla en contingencia de que se quiebre, pues, aunque se quede con su entereza, no puede subir a más valor del que ahora tiene; y si faltase y no resistiese, considera desde ahora cuál quedarías sin ella, y con cuánta razón te podrías quejar de ti mesmo, por haber sido causa de su perdición y la tuya. Mira que no hay joya en el mundo que tanto valga como la mujer casta y honrada, y que todo el honor de las mujeres consiste en la opinión buena que dellas se tiene; y, pues la de tu esposa es tal que llega al estremo de bondad que sabes, ¿para qué quieres poner esta verdad en duda? Mira, amigo, que la mujer es animal imperfecto, y que no se le han de poner embarazos donde tropiece y caiga, sino quitárselos y despejalle el camino de cualquier inconveniente, para que sin pesadumbre corra ligera a alcanzar la perfeción que le falta, que consiste en el ser virtuosa. Cuentan los naturales que el arminio es un animalejo que tiene una piel blanquísima, y que cuando quieren cazarle, los cazadores usan deste artificio: que, sabiendo las partes por donde suele pasar y acudir, las atajan con lodo, y después, ojeándole, le encaminan hacia aquel lugar, y así como el arminio llega al lodo, se está quedo y se deja prender y cautivar, a trueco de no pasar por el cieno y perder y ensuciar su blancura, que la estima en más que la libertad y la vida. La honesta y casta mujer es arminio, y es más que nieve blanca y limpia la virtud de la honestidad; y el que quisiere que no la pierda, antes la guarde y conserve, ha de usar de otro estilo diferente que con el arminio se tiene, porque no le han de poner delante el cieno de los regalos y servicios de los importunos amantes, porque quizá, y aun sin quizá, no tiene tanta virtud y fuerza natural que pueda por sí mesma atropellar y pasar por aquellos embarazos, y es necesario quitárselos y ponerle delante la limpieza de la virtud y la belleza que encierra en sí la buena fama. Es asi mesmo la buena mujer como espejo de cristal luciente y claro; pero está sujeto a empañarse y escurecerse con cualquiera aliento que le toque. Hase de usar con la honesta mujer el estilo que con las reliquias: adorarlas y no tocarlas. Hase de guardar y estimar la mujer buena como se guarda y estima un hermoso jardín que está lleno de flores y rosas, cuyo dueño no consiente que nadie le pasee ni manosee; basta que desde lejos, y por entre las verjas de hierro, gocen de su fragrancia y hermosura. (De esta leyenda proviene el emblema heráldico prius mori quam foedari (antes morir que mancharse)) Finalmente, quiero decirte unos versos que se me han venido a la memoria, que los oí en una comedia moderna, que me parece que hacen al propósito de lo que vamos tratando. Aconsejaba un prudente viejo a otro, padre de una doncella, que la recogiese, guardase y encerrase, y entre otras razones, le dijo éstas: Es de vidrio la mujer; pero no se ha de probar si se puede o no quebrar, porque todo podría ser. Y es más fácil el quebrarse, Y no es cordura ponerse A peligro de romperse lo que no puede soldarse. Y en esta opinión estén todos, y en razón la fundo: que si hay Dánaes en el mundo, hay pluvias de oro también./ Teniéndose por deshonrada, te toca a ti, como a cosa suya, su mesma deshonra. Y de aquí nace lo que comúnmente se platica: que el marido de la mujer adúltera, puesto que él no lo sepa ni haya dado ocasión para que su mujer no sea la que debe, ni haya sido en su mano, ni en su descuido y poco recato estorbar su desgracia, con todo, le llaman y le nombran con nombre de vituperio y bajo; y en cierta manera le miran, los que la maldad de su mujer saben, con ojos de menosprecio, en cambio de mirarle con los de lástima, viendo que no por su culpa, sino por el gusto de su mala compañera, está en aquella desventura. Pero quiérote decir la causa por que con justa razón es deshonrado el marido de la mujer mala, aunque él no sepa que lo es, ni tenga culpa, ni haya sido parte, ni dado ocasión, para que ella lo sea./ Porque, así como el dolor del pie o de cualquier miembro del cuerpo humano le siente todo el cuerpo, por ser todo de una carne mesma, y la cabeza siente el daño del tobillo, sin que ella se le haya causado, así el marido es participante de la deshonra de la mujer, por ser una mesma cosa con ella. Y como las honras y deshonras del mundo sean todas y nazcan de carne y sangre, y las de la mujer mala sean deste género, es forzoso que al marido le quepa parte dellas, y sea tenido por deshonrado sin que él lo sepa. / Pero si todo cuanto he dicho no basta a moverte de tu mal propósito, bien puedes buscar otro instrumento de tu deshonra y desventura, que yo no pienso serlo, aunque por ello pierda tu amistad, que es la mayor pérdida que imaginar puedo./ Y, pues tan poco aventuras y tanto contento me puedes dar aventurándote, no lo dejes de hacer, aunque más inconvenientes se te pongan delante./ Para que compréis joyas con que cebarla; que las mujeres suelen ser aficionadas, y más si son hermosas, por más castas que sean, a esto de traerse bien y andar galanas./ Otro día recibió los cuatro mil escudos, y con ellos cuatro mil confusiones, porque no sabía qué decirse para mentir de nuevo./ »¡Desdichado y mal advertido de ti, Anselmo! ¿Qué es lo que haces? ¿Qué es lo que trazas? ¿Qué es lo que ordenas? Mira que haces contra ti mismo, trazando tu deshonra y ordenando tu perdición. Buena es tu esposa Camila, quieta y sosegadamente la posees, nadie sobresalta tu gusto, sus pensamientos no salen de las paredes de su casa, tú eres su cielo en la tierra, el blanco de sus deseos, el cumplimiento de sus gustos y la medida por donde mide su voluntad, ajustándola en todo con la tuya y con la del cielo. Pues si la mina de su honor, hermosura, honestidad y recogimiento te da sin ningún trabajo toda la riqueza que tiene y tú puedes desear, ¿para qué quieres ahondar la tierra y buscar nuevas vetas de nuevo y nunca visto tesoro, poniéndote a peligro que toda venga abajo, pues, en fin, se sustenta sobre los débiles arrimos de su flaca naturaleza? Mira que el que busca lo imposible es justo que lo posible se le niegue, como lo dijo mejor un poeta, diciendo: Busco en la muerte la vida, salud en la enfermedad, en la prisión libertad, en lo cerrado salida y en el traidor lealtad. Pero mi suerte, de quien jamás espero algún bien, con el cielo ha estatuido que, pues lo imposible pido, lo posible aun no me den. / La esperanza, que siempre nace juntamente con el amor./ Capítulo XXXIV - Donde se prosigue la novela del Curioso impertinente: Así como suele decirse que parece mal el ejército sin su general y el castillo sin su castellano, digo yo que parece muy peor la mujer casada y moza sin su marido, cuando justísimas ocasiones no lo impiden./ A él le pareció que era menester, en el espacio y lugar que daba la ausencia de Anselmo, apretar el cerco a aquella fortaleza. Y así, acometió a su presunción con las alabanzas de su hermosura, porque no hay cosa que más presto rinda y allane las encastilladas torres de la vanidad de las hermosas que la mesma vanidad, puesta en las lenguas de la adulación./ Ejemplo claro que nos muestra que sólo se vence la pasión amorosa con huilla, y que nadie se ha de poner a brazos con tan poderoso enemigo, porque es menester fuerzas divinas para vencer las suyas humanas./ Así como Camila es cifra de toda belleza, es archivo donde asiste la honestidad y vive el comedimiento y el recato, y todas las virtudes que pueden hacer loable y bien afortunada a una honrada mujer./ Que la entereza de Camila no se rinde a cosas tan bajas como son dádivas ni promesas./ Has pasado el mar de las dificultades y sospechas que de las mujeres suelen y pueden tenerse, no quieras entrar de nuevo en el profundo piélago de nuevos inconvenientes, ni quieras hacer experiencia con otro piloto de la bondad y fortaleza del navío que el cielo te dio en suerte para que en él pasases la mar deste mundo, sino haz cuenta que estás ya en seguro puerto, y aférrate con las áncoras de la buena consideración, y déjate estar hasta que te vengan a pedir la deuda que no hay hidalguía humana que de pagarla se escuse./ No me son tan enemigas las musas que algunos ratos del año no me visiten./ SONETO: Por las rosadas puertas orientales, con suspiros y acentos desiguales, voy la antigua querella renovando. Y cuando el sol, de su estrellado asiento, derechos rayos a la tierra envía, el llanto crece y doblo los gemidos. Vuelve la noche, y vuelvo al triste cuento, y siempre hallo, en mi mortal porfía, al cielo, sordo; a Clori, sin oídos. / -Luego, ¿todo aquello que los poetas enamorados dicen es verdad? -En cuanto poetas, no la dicen -respondió Lotario-; mas, en cuanto enamorados, siempre quedan tan cortos como verdaderos./ Y allí verse podrá en mi pecho abierto cómo tu hermoso rostro está esculpido. / También alabó este segundo soneto Anselmo, como había hecho el primero, y desta manera iba añadiendo eslabón a eslabón a la cadena con que se enlazaba y trababa su deshonra, pues cuando más Lotario le deshonraba, entonces le decía que estaba más honrado; y, con esto, todos los escalones que Camila baja[ba] hacia el centro de su menosprecio, los subía, en la opinión de su marido, hacia la cumbre de la virtud y de su buena fama./ Que no está la monta, ni es causa para menguar la estimación, darse lo que se da presto, si, en efecto, lo que se da es bueno, y ello por sí digno de estimarse. Y aun suele decirse que el que luego da, da dos veces./ Que lo que cuesta poco se estima en menos. Nunca mucho costó poco; lo que mucho vale, mucho cuesta./ Porque el amor, según he oído decir, unas veces vuela y otras anda, con éste corre y con aquél va despacio, a unos entibia y a otros abrasa, a unos hiere y a otros mata, en un mesmo punto comienza la carrera de sus deseos y en aquel mesmo punto la acaba y concluye, por la mañana suele poner el cerco a una fortaleza y a la noche la tiene rendida, porque no hay fuerza que le resista./ Porque el amor no tiene otro mejor ministro para ejecutar lo que desea que es la ocasión: de la ocasión se sirve en todos sus hechos, principalmente en los principios./ Ya que caíste en el lazo amoroso, es el que te aprieta de valor y de estima. Y que no sólo tiene las cuatro eses que dicen que han de tener los buenos enamorados./ Estas cuatro eses son las iniciales de sabio, solo, solícito y secreto, primeras palabras de unos versos de "Las lágrimas de Angélica" de Luis Barahona de Soto./ La X no le cuadra, porque es letra áspera./ Porque es cosa ya cierta que los descuidos de las señoras quitan la vergüenza a las criadas, las cuales, cuando ven a las amas echar traspiés, no se les da nada a ellas de cojear, ni de que lo sepan./ Que este daño acarrean, entre otros, los pecados de las señoras: que se hacen esclavas de sus mesmas criadas y se obligan a encubrirles sus deshonestidades y vilezas./ Pensó Lotario que aquel hombre que había visto salir tan a deshora de casa de Anselmo no había entrado en ella por Leonela, ni aun se acordó si Leonela era en el mundo; sólo creyó que Camila, de la misma manera que había sido fácil y ligera con él, lo era para otro; que estas añadiduras trae consigo la maldad de la mujer mala: que pierde el crédito de su honra con el mesmo a quien se entregó rogada y persuadida, y cree que con mayor facilidad se entrega a otros, y da infalible crédito a cualquiera sospecha que desto le venga./ Maldecía su entendimiento, afeaba su ligera determinación, y no sabía qué medio tomarse para deshacer lo hecho, o para dalle alguna razonable salida./ Que no la puedo castigar ni reñir: que el ser ella secretario de nuestros tratos me ha puesto un freno en la boca para callar los suyos, y temo que de aquí ha de nacer algún mal suceso./ Pero, como naturalmente tiene la mujer ingenio presto para el bien y para el mal más que el varón, puesto que le va faltando cuando de propósito se pone a hacer discursos./ Que todo el tiempo que tardo en tomar la debida venganza de mi agravio parece que ofendo a la lealtad que a mi esposo debo./ Desuellacaras, persona desvergonzada, descarada, de malas costumbres./ No se desfogue con la tardanza el fuego de la cólera que tengo, y se pase en amenazas y maldiciones la justa venganza que espero./ Porque no hagas cosa que dejes con ella que llorar toda la vida a todos los que bien te quieren./ Penélope: esposa de Ulises, rey de Itaca. Resistió noblemente a las instancias de sus pretendientes, manteniéndose fiel a su marido que había ido a la guerra de Troya. Prometió casarse con uno de ellos cuando acabase una tela que estaba tejiendo: pero por la noche deshacía la labor hecha durante el día, para jamás acabarla./ ¡Afuera, pues, traidores; aquí, venganzas! ¡Entre el falso, venga, llegue, muera y acabe, y suceda lo que sucediere! / ¿Con qué rostro osas parecer ante quien sabes que es el espejo donde se mira aquel en quien tú te debieras mirar, para que vieras con cuán poca ocasión le agravias? / La que yo más deseo castigar con mis propias manos, porque, castigándome otro verdugo, quizá sería más pública mi culpa./ Porcia: dama romana, hija de Catón de Utica y esposa de Mario Bruto, uno de los matadores de César. Se mató al saber de la muerte de su marido (el cual vencido en Filipo, se había suicidado), cumpliendo así la palabra que había dado a su esposo para el caso de que la conjuración contra César tuviera un mal final./ Lavando con un poco de vino la herida./ Lo demás déjalo a mi cargo, y al de Dios, que siempre acude a los buenos deseos./ Él mismo llevó por la mano a su casa, creyendo que llevaba el instrumento de su gloria, toda la perdición de su fama./ Capítulo XXXV - Que trata de la brava y descomunal batalla que don Quijote tuvo con unos cueros de vino tinto y se da fin a la novela del Curioso Impertinente: Y estaba peor Sancho despierto que su amo durmiendo: tal le tenían las promesas que su amo le había hecho./ -A Dios vais, señor -dijo Anselmo. -Con Él quedéis -respondió el ciudadano, y fuese./ Capítulo XXXVI - Que trata de otros raros sucesos que en la venta sucedieron: Gaudeamus (en latín significa alegrémonos): fiesta y regocijo, comida y bebida abundantes. Palabra divulgada por eclesiásticos, ya que Gaudeamus omnes in Domino diem festum celebrantes (Alegrémonos todos en el Señor al celebrar este día de fiesta) son las palabras con que empieza el introito de la misa de algunas fiestas./ A la jineta es el arte de montar a caballo que consiste en llevar los estribos cortos y las piernas dobladas. En oposición, a la brida, consiste en llevar los estribos largos y es propio de hombres de armas o de caballería pesada. La adarga (escudo de cuero, ovalado o de figura de corazón) era propia de los que montaban a la jineta e iban a la ligera como convenía a caminantes./ Dejádme llegar al muro de quien yo soy hiedra./ No des tan mala vejez a mis padres, pues no lo merecen./ La verdadera nobleza consiste en la virtud, y si ésta a ti te falta, negándome lo que tan justamente me debes, yo quedaré con más ventajas de noble que las que tú tienes./ Bien había de ser corazón de bronce el que con muestras de tanto dolor no se enterneciera./ No es posible tener ánimo para negar tantas verdades juntas./ Mira si te estará bien o te será posible deshacer lo que el cielo ha hecho./ Por quien Dios es te ruego, y por quien tú eres te suplico./ Verá el mundo que tiene contigo más fuerza la razón que el apetito./ Que juntase a su hermosura su humildad y el extremo del amor que le tenía./ Satisfaría a las gentes discretas, las cuales saben y conocen que es prerrogativa de la hermosura, aunque esté en sujeto humilde, como se acompañe con la honestidad, poder levantarse e igualarse a cualquiera alteza, sin nota de menoscabo del que la levanta e iguala a sí mismo; y, cuando se cumplen las fuertes leyes del gusto, como en ello no intervenga pecado, no debe de ser culpado el que las sigue./ Capítulo XXXVII - Donde se prosigue la historia de la famosa infanta Micomicona, con otras graciosas aventuras: Pero el tiempo, descubridor de todas las cosas, lo dirá cuando menos lo pensemos./ ¡Voto... -y miró al cielo y apretó los dientes- que estoy por hacer un estrago en ti, que ponga sal en la mollera a todos cuantos mentirosos escuderos hubiere de caballeros andantes, de aquí adelante, en el mundo! / Este refrán tiene varias formas. La más corriente es: al freír será el reír. Procede de un cuento de Floresta española, de Melchor de Santa Cruz, en el que un carbonero vendió una sera ´de carbón a una mujer y tomó una sartén que estaba a mal recaudo. Preguntóle la mujer si era bueno el carbón y él respondióle: al freyr lo vereys./ Muchas palabras de comedimiento y muchos ofrecimientos pasaron entre don Quijote y don Fernando; pero a todo puso silencio un pasajero que en aquella sazón entró en la venta, el cual en su traje mostraba ser cristiano recién venido de tierra de moros, porque venía vestido con una casaca de paño azul, corta de faldas, con medias mangas y sin cuello; los calzones eran asimismo de lienzo azul, con bonete de la misma color; traía unos borceguíes datilados y un alfanje morisco, puesto en un tahelí que le atravesaba el pecho. Entró luego tras él, encima de un jumento, una mujer a la morisca vestida, cubierto el rostro con una toca en la cabeza; traía un bonetillo de brocado, y vestida una almalafa, que desde los hombros a los pies la cubría./ Él, en lengua arábiga, le dijo que le pedían se quitase el embozo, y que lo hiciese; y así, se lo quitó, y descubrió un rostro tan hermoso que Dorotea la tuvo por más hermosa que a Luscinda, y Luscinda por más hermosa que a Dorotea./ Preguntó don Fernando al cautivo cómo se llamaba la mora, el cual respondió que Lela Zoraida; y, así como esto oyó, ella entendió lo que le habían preguntado al cristiano, y dijo con mucha priesa, llena de congoja y donaire: -¡No, no Zoraida: María, María! -dando a entender que se llamaba María y no Zoraida./ Hicieron derramar más de una lágrima a algunos de los que la escucharon, especialmente a las mujeres, que de su naturaleza son tiernas y compasivas./ Quítenseme delante los que dijeren que las letras hacen ventaja a las armas, que les diré, y sean quien se fueren, que no saben lo que dicen. Porque la razón que los tales suelen decir, y a lo que ellos más se atienen, es que los trabajos del espíritu exceden a los del cuerpo, y que las armas sólo con el cuerpo se ejercitan, como si fuese su ejercicio oficio de ganapanes, para el cual no es menester más de buenas fuerzas; o como si en esto que llamamos armas los que las profesamos no se encerrasen los actos de la fortaleza, los cuales piden para ejecutallos mucho entendimiento; o como si no trabajase el ánimo del guerrero que tiene a su cargo un ejército, o la defensa de una ciudad sitiada, así con el espíritu como con el cuerpo./ Don Quijote sostiene lo contrario de lo que dijo Cicerón: Cedant arma Togae (las armas cedan a la toga)./ Veamos ahora cuál de los dos espíritus, el del letrado o el del guerrero, trabaja más. Y esto se vendrá a conocer por el fin y paradero a que cada uno se encamina, porque aquella intención se ha de estimar en más que tiene por objeto más noble fin. Es el fin y paradero de las letras..., y no hablo ahora de las divinas, que tienen por blanco llevar y encaminar las almas al cielo, que a un fin tan sin fin como éste ninguno otro se le puede igualar; hablo de las letras humanas, que es su fin poner en su punto la justicia distributiva y dar a cada uno lo que es suyo, entender y hacer que las buenas leyes se guarden. Fin, por cierto, generoso y alto y digno de grande alabanza, pero no de tanta como merece aquel a que las armas atienden, las cuales tienen por objeto y fin la paz, que es el mayor bien que los hombres pueden desear en esta vida./ Esta paz es el verdadero fin de la guerra, que lo mesmo es decir armas que guerra./ Porque quien es pobre no tiene cosa buena. Esta pobreza la padece por sus partes, ya en hambre, ya en frío, ya en desnudez, ya en todo junto; pero, con todo eso, no es tanta que no coma, aunque sea un poco más tarde de lo que se usa, aunque sea de las sobras de los ricos; que es la mayor miseria./ Capítulo XXXVIII - Que trata del curioso discurso que hizo don Quijote de las armas y las letras: Scila o Escila: nombre propio de un escollo del estrecho de Mesina que hace difícil la navegación en aquel paraje, y fue el espanto de los navegantes antiguos, junto con el torbellino o remolino de Caribdis, que está enfrente. Entre Scila y Caribdis... explica la situación del que no puede evitar un peligro sin caer en otro por alusión al ... escollo y... remolino... citados./ ¿Cuán menos son los premiados por la guerra que los que han perecido en ella? / Aunque es mayor el trabajo del soldado, es mucho menor el premio. Pero a esto se puede responder que es más fácil premiar a dos mil letrados que a treinta mil soldados, porque a aquéllos se premian con darles oficios, que por fuerza se han de dar a los de su profesión, y a éstos no se pueden premiar sino con la mesma hacienda del señor a quien sirven; y esta imposibilidad fortifica más la razón que tengo./ A esto responden las armas que las leyes no se podrán sustentar sin ellas, porque con las armas se defienden las repúblicas, se conservan los reinos, se guardan las ciudades, se aseguran los caminos, se despejan los mares de cosarios; y, finalmente, si por ellas no fuese, las repúblicas, los reinos, las monarquías, las ciudades, los caminos de mar y tierra estarían sujetos al rigor y a la confusión que trae consigo la guerra el tiempo que dura y tiene licencia de usar de sus previlegios y de sus fuerzas. Y es razón averiguada que aquello que más cuesta se estima y debe de estimar en más. Alcanzar alguno a ser eminente en letras le cuesta tiempo, vigilias, hambre, desnudez, váguidos de cabeza, indigestiones de estómago, y otras cosas a éstas adherentes, que, en parte, ya las tengo referidas; mas llegar uno por sus términos a ser buen soldado le cuesta todo lo que a el estudiante, en tanto mayor grado que no tiene comparación, porque a cada paso está a pique de perder la vida./ Viendo que tiene delante de sí tantos ministros de la muerte que le amenazan cuantos cañones de artillería se asestan de la parte contraria, que no distan de su cuerpo una lanza, y viendo que al primer descuido de los pies iría a visitar los profundos senos de Neptuno; y, con todo esto, con intrépido corazón, llevado de la honra que le incita, se pone a ser blanco de tanta arcabucería, y procura pasar por tan estrecho paso al bajel contrario./ Bien hayan aquellos benditos siglos que carecieron de la espantable furia de aquestos endemoniados instrumentos de la artillería, a cuyo inventor tengo para mí que en el infierno se le está dando el premio de su diabólica invención, con la cual dio causa que un infame y cobarde brazo quite la vida a un valeroso caballero, y que, sin saber cómo o por dónde, en la mitad del coraje y brío que enciende y anima a los valientes pechos, llega una desmandada bala, disparada de quien quizá huyó y se espantó del resplandor que hizo el fuego al disparar de la maldita máquina, y corta y acaba en un instante los pensamientos y vida de quien la merecía gozar luengos siglos. Y así, considerando esto, estoy por decir que en el alma me pesa de haber tomado este ejercicio de caballero andante en edad tan detestable como es esta en que ahora vivimos; porque, aunque a mí ningún peligro me pone miedo, todavía me pone recelo pensar si la pólvora y el estaño me han de quitar la ocasión de hacerme famoso y conocido por el valor de mi brazo y filos de mi espada, por todo lo descubierto de la tierra./ No eran menester ruegos, adonde el mandar tenía tanta fuerza./ Capítulo XXXIX - Donde el cautivo cuenta su vida y sucesos: Y la condición que tenía de ser liberal y gastador le procedió de haber sido soldado los años de su juventud; que es escuela la soldadesca donde el mezquino se hace franco, y el franco, pródigo; y si algunos soldados se hallan miserables, son como monstruos que se ven raras veces. Pasaba mi padre los términos de la liberalidad y rayaba en los de ser pródigo, cosa que no le es de ningún provecho al hombre casado y que tiene hijos que le han de suceder en el nombre y en el ser./ Hay un refrán en nuestra España, a mi parecer muy verdadero, como todos lo son, por ser sentencias breves sacadas de al luenga y discreta experiencia; y el que yo digo, dice: Iglesia o mar, o casa real (El refrán entero dice así: Tres cosas hacen al hombre medrar: ciencia, mar y casa real. Ciencia comprende las ciencias eclesiásticas y las profanas.), como si más claramente dijera: "quien quisiere valer y ser rico, siga, o la Iglesia, o navegue, ejercitando el arte de la mercancía, o entre a servir a los reyes en sus casas"; porque dicen: Más vale migaja de rey, que merced de señor. Digo esto, porque querría y es mi voluntad, que uno de vosotros siguiese las letras, el otro la mercancía, y el otro sirviese al rey en la guerra; pues es dificultoso entrar a servirle en su casa; que ya que la guerra no dé muchas riquezas, suele dar mucho valor y mucha fama./ Este padre no tuvo presente lo que dice el Eclesiastés: "Al hijo... jamás en tu vida le des potestad sobre ti ni cedas a otro lo que posees... porque mejor es que tus hijos hayan de recurrir a ti, que no el que tú hayas de esperar el auxilio de las manos de tus hijos." Ni el refrán: Quien de lo suyo antes de su muerte, merece que le den con un mazo en la frente./ Alcancé a ser alférez de un famoso capitán de Guadalajara, llamado Diego de Urbina. (Capitán de la compañía en que servía Cervantes, perteneciente al Tercio de don Miguel de Moncada. Era natural de Guadalajara y luchó en Lepanto.) / Contra el enemigo común, que es el turco./ Parece que Cervantes se incorporó a la armada el día 2 de agosto de 1571. La armada conjunta zarpó el 15 de septiembre, buscando a la otomana que derrotó el 7 del mes siguiente, en el golfo de Lepanto./ Porque quiere y permite Dios que tengamos siempre verdugos que nos castiguen./ Kair ed-Din Barbarroja nació, se dice, de padres alfareros, en la isla d Metelín, en el Archipiélago. Pirata, llegó a ser general de la armada turca, aterrorizando las costas de Sicilia e Italia. Sucedió a su hermano Arug (1743-1518) en el reino de Argel, se apoderó del de Túnez, de donde le despojó Carlos V en 1535. Murión en 1546. Su hijo Hasán Bajá fue rey de de Argel y padre de Mahamet Bei, capitán de la galera de que habla el texto. Cuando le dio caza el marqués de Santa Cruz, cortó un brazo a un espalder (remero de espaldas a la popa) y con él pegaba a los remeros cristianos. El resto del texto es histórico./ Muley Hamida, el moro más cruel y más valiente que tuvo el mundo./ Aunque la traición aplace, el traidor se aborrece./ Porque no hay en la tierra, conforme mi parecer, contento que se iguale a alcanzar la libertad perdida./ Soneto: De entre esta tierra estéril, derribada, destos terrones por el suelo echados, las almas santas de tres mil soldados subieron vivas a mejor morada, siendo primero en vano ejercitada la fuerza de sus brazos esforzados, hasta que al fin, de pocos y cansados, dieron la vida al filo de la espada. Y este es el suelo que continuo ha sido de mil memorias lamentables lleno en los pasados siglos y presentes. Mas no más justas de su duro seno habrán al claro cielo almas subido, ni aun él sostuvo cuerpos tan valientes./ Las guerras del Norte de África duraron casi tres siglos./ Estos cuatro linajes son: Muhammat, Mustafá Murad y Alí. Los demás musulmanes usan apellidos patronímicos derivados de motes, defectos, cualidades, etc., como Barbarroja, los reyes de Granada Zagal y Chiquito Tamerlán o Timur, el cojo, etc./ Baño o patio con chozas alrededor, en el cual los moros tenían encerrados a los cautivos. Significa edificio y obra de yeso y es raíz de albañil y sus derivados./ Solo libró bien con él un soldado español llamado tal de Saavedra, el cual, con haber hecho cosas que quedarán en la memoria de aquellas gentes por muchos años, y todas por alcanzar libertad, jamás le dio palo, ni se lo mandó dar, ni le dijo mala palabra; y por la menor cosa de muchas que hizo temíamos todos que había de ser empalado, y así lo temió él más de una vez; y si no fuera porque el tiempo no da lugar, yo dijera ahora algo de lo que este soldado hizo, que fuera parte para entreteneros y admiraros harto mejor que con el cuento de mi historia./ Tres versos ocasionales, formando una soleá andaluza. Pusiéronme un cadena más por señal de rescate que por guardarme con ella./ Se trata del autor, que durante su cautiverio estuvo cuatro veces a punto de perder su vida empalado, enganchado o abrasado vivo./ Terrado. En los países del sur de Europa y norte de África, donde nieva poco o nunca y las lluvias son escasas, no necesitan tejados, por lo que cada casa se cubre con un terrado consistente en una capa de tierra, por lo común pizarrosa, que tiene un ligero declive. Si se embaldosa el piso se llama azotea./




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